Educación

La desigualdad educativa tiene cara de varón

Claudio Rama

La desigualdad en los resultados educativos de ingreso y egreso en detrimento de los varones constituye una de las tragedias educativas por la enorme desigualdad social que implica y sus enormes implicancias en las trayectorias futuras de las personas. Las diferencias en los aprendizajes y los recorridos académicos en detrimento de los varones son de tal dimensión y que el sistema educativo no corrige sino que amplia, que permite sostener que existen dinámicas y procesos internos en los sistemas educativos que protegen más intensamente a las mujeres y que al tiempo impulsan y promueven el abandono y la deserción masculina.

Esta semana un nuevo estudio muestra nuevas áreas donde se verifica la existencia de desigualdades de género, que plantean si el propio sistema educativo esta corrigiendo las desigualdades de género o si las amplia, al carecer de políticas proactivas en pro de los varones. El reporte “Trayectorias educativas de alumnos con Discapacidad en Uruguay”, realizado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEEd) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, analizó a los niños con discapacidad que asisten al sistema educativo formal (público y privado) de primaria y a sus evoluciones, a partir del seguimiento longitudinal de estudiantes que cursaban 3.º y 6.º año de primaria en 2020. También para éste sector se aprecian desigualdades para los varones. El estudio encontró que la prevalencia de la discapacidad en primaria es del 3,2% (2,3% leve o moderada y 0,9% severa o muy severa) con una  concentración en los varones (2,2% son varones y 1% niñas). De los alumnos identificados con discapacidad y que asistían a escuelas públicas en 2020, el 95,1% continúa vinculado a la ANEP en 2021, pero dicho porcentaje va descendiendo paulatinamente en los siguientes años: 91,4% en 2022, 89,9% en 2023 y 81,6% en 2024. La discapacidad tiende a concentrarse en los varones (68,1%, frente a un 31,9% de las niñas), distribución que dista mucho de la registrada en la población total de alumnos, que se reparte equitativamente en un 50-50.

La realidad es que no hay área del sistema educativo donde no se aprecie que la desigualdad educativa se concentra en los varones. Es además una desigualdad educativa que se incrementa en cada uno de los diversos niveles educativos. Así, los recorridos educativos son trayectorias de ampliación de la desigualdad de género en detrimento de los varones.  Veamos algunos números para comprender la dimensión de la evolución de la desigualdad que finalmente determina que ella sea más intensa en los niveles superiores que es a la vez el nivel de formación que permite efectivamente salir del círculo de la pobreza y la exclusión. Según datos del Censo 2023 del Instituto Nacional de Estadística (INE) de Uruguay, se pueden identificar que mientras que el 48,2% de los hombres alcanzaron la educación primaria o menor como máximo nivel, en el caso de las mujeres ellas tuvieron una posición ligeramente superior con una participación del 51,8%. Por su parte en relación a la población de más de 25 años que alcanzó la educación media superior, la incidencia de los hombres cae al 45.8% mientras que las mujeres suben al 54,2%. La desigualdad educativa en detrimento de los hombres se hace aún más marcada en el nivel terciario. Así, en la matrícula universitaria, para el año 2022, las mujeres representaban el 62.6%, con 128 mil estudiantes frente a los 76 mil hombres. Las mujeres son mayoría en todos los estudios superiores: en el nivel terciario, de grado, de maestría y de doctorado. Eran mayoría en 16 de los campos del conocimiento, con excepción de  “Tecnologías de Información y Comunicación”,  y en “Ingeniería, industria y construcción” donde eran el 41%. Incluso en “Agricultura, silvicultura, pesca y veterinaria” son mayoría con un 51%. En el egreso en todo el nivel superior representaban el 64% del total, siendo mayoría en todos los niveles. Ellas son mayoría en el egreso en todos los campos disciplinarios salvo en las TIC y en las áreas de agropecuaria, donde desertan más que los hombres. Es claro que se carece de una política activa de compensación que favorezca la igualdad de los géneros en los sistemas educativos. Así, por ejemplo, si se mira por sexo, también existe una enorme desigualdad en el porcentaje de estudiantes mujeres becadas frente a los hombres. Según los indicadores totalmente aceptados de RICYT y la OEA, las mujeres eran el 73,2% del total de becas, frente a los hombres que eran el restante 26,6%. Las becas representaban el 6% de la matrícula total superior, y las mujeres reciben el 4,4% de ellas.  Ello devela la falta de una política de género que atienda especialmente al sector masculino que es donde en parte se focaliza la desigualdad educativa. La mirada central de la política pública y especialmente educativa se focaliza en la atención prevalente a las mujeres, sin apreciar la existencia de una desigualdad creciente en las trayectorias en detrimento de los varones.

Compartir

Deja una respuesta