Autonomía colorada: identidad y futuro, no retrocesos
Eduardo Fazzio
El Partido Colorado debe afirmar su identidad para sostener su autonomía. Ni lema común con los blancos, ni doble voto simultáneo, ni supresión de internas garantizan futuro: lo que asegura vigencia es volver a ganar el campo de las ideas, abrir la participación y proyectar un rumbo propio hacia los grandes temas nacionales.
Treinta años después de haber reformado la Constitución para dejar atrás el doble voto simultáneo, vuelve a plantearse en el debate público la idea de reinstaurarlo. Quien recientemente introdujo este tema, con la autoridad de su palabra y de su historia, ha sido nada menos que el dos veces presidente de la República y ex secretario general del Partido Colorado, el Dr. Julio María Sanguinetti. La sola mención de su nombre impone respeto, tanto por la talla de su trayectoria como por la gravitación que aún conserva en nuestra vida política. Pero ese respeto no debe inhibirnos de discutir con franqueza lo que está en juego: no se trata de un detalle técnico, sino de un asunto de calidad institucional y de identidad partidaria.
LA IDENTIDAD COMO FUNDAMENTO DE LA AUTONOMÍA Nuestro movimiento por la autonomía política y el no-fusionismo se sostiene en una convicción esencial: la identidad colorada. Sin identidad no hay autonomía, y sin autonomía no hay partido. La tentación de unificar bajo un lema común o de reinstalar mecanismos como el doble voto simultáneo surge, en gran medida, de la debilidad actual del Partido Colorado para afirmar un perfil propio. Nada sería más nocivo que juntar ambas salidas: un lema común que liquida la identidad y un doble voto simultáneo extemporáneo y anacrónico. La sinergia negativa de esas dos fórmulas no sólo aseguraría la disolución del Partido Colorado, sino que además resultaría inútil para el objetivo de derrotar al Frente Amplio, como quedó demostrado en 2019, cuando se triunfó sin necesidad de lema común.
En este debate se han manejado tres hipótesis: reinstalar el doble voto simultáneo, explorar un lema común que absorba a los partidos bajo la Coalición Republicana y hasta suprimir las internas. En el reciente planteo del Dr. Julio María Sanguinetti se mencionan la primera y la tercera de esas posibilidades, lo que algunos podrían interpretar como un respaldo a quienes promueven también la peor de todas: la fusión electoral en un lema común en octubre con los blancos.
A este panorama se suma un tercer elemento mencionado en el debate: la hipótesis de suprimir las elecciones internas. Ese sería el colmo, porque significaría cerrar aún más el partido, dejar que las estructuras existentes se autorreproduzcan de manera perenne, sin la posibilidad real de que nuevos candidatos o corrientes ingresen por vía democrática. Sin internas, quien quisiera disputar el liderazgo colorado tendría que lanzarse directamente a una candidatura presidencial para enfrentar corrientes consolidadas y con aparato, sin haber pasado por la experiencia de organizar una corriente y competir en igualdad de condiciones. Sería, en definitiva, la manera más eficaz de blindar lo establecido e impedir la apertura del partido hacia las generaciones que buscan renovarlo.
RECUPERAR EL CAMPO DE LAS IDEAS Lo que necesitamos no es resignarnos a “dos corrientes” o a “tres corrientes” como si la mera existencia de jefaturas garantizara vitalidad. Lo que hizo fuerte al Partido Colorado no fueron los nombres ni la multiplicidad de caudillos, sino la riqueza de ideas y la diversidad de propuestas programáticas. Las nuevas generaciones deben encontrar en nuestro partido un espacio de sentido, razonamiento, fundamentos y orientación. De lo contrario, lo que queda es una cáscara vacía, incapaz de transmitir identidad ni futuro.
Un partido moderno debe trabajar de manera sistemática sobre los grandes temas nacionales que atraviesan la vida del país: la educación como motor de igualdad y progreso, la competitividad como palanca de desarrollo económico, la seguridad social como garantía de justicia intergeneracional, la salud y la seguridad como derechos efectivos. Allí podemos coincidir con diagnósticos que el propio Sanguinetti ha señalado, pero debemos abordarlos desde nuestro sello, con la impronta batllista que nos distingue en sensibilidad social y visión republicana.
Para lograrlo es imprescindible abrir mecanismos de debate que vayan más allá de los moldes antiguos. Necesitamos foros ciudadanos, instancias híbridas, plataformas digitales y espacios semi-orgánicos de discusión programática que amplíen la participación. El Partido Colorado debe volver a ganar el campo de las ideas, ocupar el territorio social y conquistar el terreno de las comunicaciones. Sólo así podrá recuperar el papel protagónico que tuvo en la historia y que debe volver a tener en el futuro.
MIRAR HACIA ADELANTE Treinta años después, lo que se necesita no es volver sobre lo andado, sino consolidar lo aprendido. Uruguay debe mirar hacia adelante con partidos fuertes, con coaliciones basadas en programas y no en mecanismos anacrónicos, y con reglas que den certidumbre a la ciudadanía. El Partido Colorado tiene la obligación de honrar su historia siendo custodio de esa claridad democrática. Porque la mejor forma de contribuir a la estabilidad de la República no es retroceder a sistemas que ya superamos, sino reafirmar que nuestra identidad, nuestro pensamiento y nuestro compromiso con la modernidad siguen intactos.