El presupuesto de la deshonra educativa
Alexander SALINAS
Maestro de Educación Primaria. Consultor Académico de la Red Uruguaya.
Alexander Salinas
Este año, al votar el presupuesto nacional, nos enfrentamos a una coyuntura singular: un gobierno sin mayoría parlamentaria que deberá aprender que gobernar no es imponer, sino dialogar. Que gobernar implica volver a empezar, implica volver a pensar y repensar, implica ir y venir las veces que sean necesarias. La democracia exige acuerdos, no monólogos y eso, hasta el momento, parecería que el gobierno de turno no lo entiende.
Durante la campaña se prometió que gobernaría la honestidad. El 3 de agosto de 2024, en una nota publicada por Subrayado, Orsi, durante la Convención Nacional del Frente Amplio, afirmó con énfasis que “el próximo gobierno tendrá que ser noticia por su honestidad y no por los escándalos”. Esa promesa se repitió, una y otra vez.
Sin embargo, en un área tan sensible como la educación, el presupuesto asignado no solo resulta insuficiente, sino también decepcionante y preocupante.
¿Dónde queda la honestidad cuando se promete futuro… y se entrega escasez?
El Poder Ejecutivo propone un bono anual de $2500 (dos mil quinientos pesos uruguayos) por familia para materiales escolares, sin garantías de que este fondo sea utilizado para eso. Un gesto populista que no garantiza insumos en las aulas, pero nos deja la primera interrogante: ¿Por qué un bono a las familias y no a los docentes? No hay creación de cargos docentes ni auxiliares para centros de educación inicial, primaria o comunitarios. La infraestructura, por su parte, sigue esperando.
En lo salarial, la profesión docente continúa siendo marginalizada. El ajuste previsto es mínimo y no alcanza para enfrentar el costo de vida actual. Esta falta de reconocimiento económico refleja una desvalorización persistente del rol docente, como si educar no fuera construir país, como si educar no fuera nada. Desde el Parlamento esperamos que se escuche a la ANEP, a los docentes y a los sindicatos. El proyecto actual contempla apenas el 28% de lo solicitado por la ANEP. ¿Cómo se puede hablar de futuro si se ignora el presente de
quienes lo enseñan? Es fundamental que los planteos de docentes y sindicatos sean
escuchados por el Poder Ejecutivo y se vean reflejados en el presupuesto, en el combustible de todo proyecto.
Uruguay ha sido pionero en la región. Lo fuimos con la reforma vareliana, lo fuimos con el Plan Ceibal. Hoy, más que nunca, debemos volver a poner el foco en la educación pública. No como gasto, sino como inversión. No como discurso, sino como compromiso. Educar es sembrar país. Es cuidar el patrimonio más valioso que tenemos: el conocimiento, la sensibilidad, la capacidad de imaginar un mañana mejor. Que el presupuesto no sea una
lápida sobre nuestras promesas, sino un puente hacia lo que aún podemos ser.