Política nacional

La salud mental como botín político.

Oportunismo indeseable.

Daniel Manduré

Tristeza, impotencia, bronca, dolor, un conjunto de sensaciones y sentimientos que se mezclan con solo pensar en los aberrantes hechos acontecidos estos últimos días. Una madre que se larga desde un balcón con su bebé en brazos, mientras otros dos hijos logran escapar del mismo fin. Pocos días después un padre que no solo le pone fin a su vida sino que decide llevarse con él a sus dos pequeños hijos. Alertas anteriores que no se tuvieron en cuenta. Dos situaciones diferentes entre sí pero con puntos en común. Solo dos ejemplos de tantos otros que se repiten y golpean muy duro a las familias y que nos conmueve a todos. Que nos interpela como sociedad y lleva a preguntarnos si estamos haciendo las cosas bien y si hacemos lo suficiente. La respuesta, con la evidencia de los hechos nos responde que no todo lo estamos haciendo bien y sobre todo, que no estamos haciendo lo suficiente.

Es un tema delicado, complejo, con muchas aristas y que tiene como centro a la salud mental, con antecedentes de violencia, historias de vida duras que dejan huellas imposible de borrar. Estados depresivos, de ansiedad, esquizofrenia, intolerancia a la frustración o situaciones de estrés que no son advertidos, tratados como corresponde ni a tiempo. El consumo de sustancias presente en otros casos que también influye.

Esos laberintos del cerebro indescifrables y que aún guardan, incluso para la ciencia, los más grandes secretos. Situaciones límites que parecen acorralar, sofocar, ahogar al ser humano y que lo llevan a tomar decisiones, que para cualquiera de nosotros resulta increíble.

Somos una sociedad donde abunda el que todo lo sabe, todo lo dice, todo lo exige y todo lo juzga. Con el diario del lunes todos sabemos que hacer. Implacables con el otro.

Mucha gente rodeada, pero sola. Repleta de halagos, pero vacía. Con elogios virtuales pero huérfana de la calidez del abrazo y la palabra franca. Sin la contención familiar imprescindible ni profesional necesaria. Ni con el seguimiento o tratamiento adecuado.

Enemigos silenciosos que merodean y medran en la debilidades mentales del ser humano y donde el Estado debe estar presente en todas las áreas donde sea necesario. La salud mental debe ocupar sin dudas un lugar de primer orden en la agenda política. No puede ser unicamente un tema de campaña electoral. Hay que preocuparse pero también ocuparse. Todo lo que sea necesario. Con políticas públicas claras, concretas y definidas, con la acción determinada de todos aquellos ministerios y sectores que tengan de alguna manera injerencia en el tema. Ministerios como el de Salud Pública, Interior, Educación, Poder Judicial y de todas aquellas organizaciones que puedan colaborar en la búsqueda de soluciones. Por supuesto que con el respaldo económico y apoyo presupuestal que hasta el momento no ha tenido.

Lo que nos resulta tan vergonzoso como insólito es escuchar a aquellos que intentan sacar provecho político de situaciones tan sensibles como estas. Ese oportunismo indeseable que habría que desterrar de la política. Porque salir a pedir al otro día de estos desgraciados hechos el derogar la ley 20141 sobre “corresponsabilidad en la crianza y tenencia compartida” es de verdad lamentable. Cuando una cosa nada tiene que ver con la otra. Y cuando vemos que la punta de lanza en el tema es nada más ni nada menos que el exsenador Charles Carrera, doblemente vergonzoso. ¡Que bajo hemos caído! Aprovecharse de la desgracia y utilizarla como un botín político.

Y si no es esa la intención, la verdad que lo disimulan muy bien. Porque utilizar este momento para hacerlo no deja espacio para pensar otra cosa.

Toda situación de abuso, violencia o negligencia comprobable de parte de uno de los dos progenitores debe ser castigada con todo el peso de la ley. Protegiendo siempre la salud física y psíquica del niño o adolescente. La tenencia compartida contribuye con la estabilidad emocional del menor. No están cuantificadas, pero hay denuncias falsas. No son la mayoría, pero sin dudas que las hay. Con que exista una ya era suficiente para actuar al respecto. Y ese era un tema que se debía corregir. La presunción de inocencia es un principio irrenunciable.  La tenencia puede no otorgarse en situaciones comprobables de algún tipo de violencia.  Siempre la última palabra, en todos los casos, la define un juez con todas las garantías. Este podrá adoptar medidas que protejan la seguridad y bienestar del menor.

Lo ideológico no puede meter la nariz donde no debe. La forma de abordar esta  problemática y de legislar al respecto no puede teñirse de intereses ideológicos.

Las propuestas deben ir dirigidas a la prevención y detección temprana. La importancia del acceso a los servicios de salud mental para todos. Las largas esperas, no atacar las causas, tratamientos incompletos, sin el seguimiento continuo y sin el financiamiento adecuado, no contribuyen en soluciones eficaces.

Dejarnos de humo, etiquetas y eslóganes fáciles para atacar el problema a fondo.

No podemos seguir esperando. No solo debe preocupar, hay que ocuparse.

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