Política nacional

No me toquen la bandera !!!

Ricardo aCOSTA

Eliminar la marcha “Mi Bandera” y borrar los abanderados no es modernidad, es desarraigo. Los símbolos no sobran: nos unen.

No era un error de interpretación.

No fue un rumor.

Fue real: en plena lluvia de ideas, la Asamblea Técnico Docente incluyó algo tan absurdo como innecesario: eliminar la obligatoriedad de la marcha Mi Bandera y los actos patrios donde los abanderados son protagonistas.

¿De verdad alguien cree que borrar un himno escolar (porque Mi Bandera es eso, un himno) mejora la educación? ¿De verdad alguien piensa que quitar la emoción de ver a un niño llevando la bandera, luego de años de esfuerzo, nos hace un país más libre, más justo o más moderno?

Yo no.

Y estoy seguro de que la enorme mayoría tampoco.

Y hablo con conocimiento de causa.

Yo fui escolta de la Bandera de los 33 Orientales. Recuerdo ese momento como uno de los más importantes de mi vida estudiantil.

El pase, cuando uno recibe la bandera y después la entrega al final del año, es algo que no se olvida. No es solo un pedazo de tela: es el símbolo de todo lo que representamos.

Ser abanderado o escolta siempre fue un honor, y ganarlo tuvo que ver con esfuerzo y mérito.

¿Eso molesta? ¿Molesta el mérito?

Porque también se quiere eliminar el sistema de abanderados, ese que premia la dedicación, la conducta y la responsabilidad. ¿Cuál es la alternativa? ¿Un país donde todos valemos lo mismo… pero nadie se esfuerza por nada?

Esto no tiene nada que ver con igualdad.

Esto es nivelar hacia abajo. Sacar símbolos porque no todos pueden ser abanderados, en lugar de motivar a que todos lo intenten.

Es la pedagogía del resentimiento.

Y lo más grave: todo esto ocurre en un momento donde la educación tiene problemas reales. Rendimiento, deserción, motivación, violencia en las aulas. ¿Y la gran idea es borrar una canción y un acto patriótico? Es un chiste.

Malo y peligroso.

Los actos patrios no son un capricho del siglo pasado. No son militarismo barato ni adoctrinamiento. Son, simple y llanamente, identidad nacional. Son la manera más sencilla que tiene una comunidad educativa de decirle a un niño: “Esto somos”. Y eso no se compra ni se improvisa. Se vive, se canta y se respeta.

La marcha Mi Bandera no es una imposición castrense. Es un canto aprendido de chicos, que nos une sin distinción. La emoción de escucharla, de ver la bandera avanzar en el patio de la escuela, es la misma desde hace generaciones. ¿Quién puede tener miedo de eso?

Yo no sé qué Uruguay quieren quienes impulsan esto. El mío es el de la bandera en alto, el de los valores que no pasan de moda, el del esfuerzo reconocido. El que entiende que una canción puede no ser obligatoria, pero nunca debe ser censurada.

Porque borrar Mi Bandera es mucho más que quitar una melodía. Es renunciar a un pedazo de identidad. Y si dejamos que eso pase, mañana será otra cosa. Y después otra. Y así hasta que nada signifique nada.

Por eso digo: No me toquen la bandera.

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