Xi, Modi, Putin, y los otros
Lorenzo Aguirre
Con motivo del “80º Aniversario del fin de la II Guerra Mundial en el Pacífico”, el Presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, invitó a los mandatarios Vladímir Putin (Rusia), Kim Jong – un (Corea del Norte) – hacía más de sesenta años que un jefe de gobierno norcoreano no estaba presente en territorio chino -, y al Primer Ministro indio, Narendra Modi, para la celebración de referencia, a los cuales se sumaron veintiséis líderes representantes de naciones, como, Cuba, Irán, Indonesia, Malasia, y Vietnam, entre otros. El encuentro sirvió además para entrelazarlo con la Cumbre de la “Organización de Cooperación de Shanghái” (“OCS”), en Tianjin, China. Las conclusiones dejaron claro que, China, y Rusia, coinciden en una visión totalmente opuesta a la promovida por Estados Unidos. La reunión, permitió una puesta a punto al revalorizar la cooperación política económica y de seguridad euroasiática, poniendo proa a un embalse de sistemas internacionales que dejan en buena medida, obsoletos los lineamientos euroatlánticos y eurocéntricos.
Xi Jinping está formando un muro de contención, y al mismo tiempo centro estratégico, teniendo a su lado, como protagonistas, al ex “Bond” de la KGB, Vladímir Putin, y Narendra Modi, para desarrollar una narrativa respaldando a países no alineados, pero con un claro perfil imperialista en busca de hacer adelgazar el modelo de Occidente.
Ahora, ha quedado en el “olvido” por parte de India, aquellos cargosos altercados con Pekín, y muy especialmente – ¡al menos por un “instante”! – los tropiezos con Moscú, país al cual le hace una comprita de cosillas, entre ellas, petróleo – pese al arancel de 50% impuesto por Estados Unidos debido a dicha transacción y por financiar la guerra en Ucrania -, y cepilla el saco de Vladímir Putin al respaldar que, la invasión a Ucrania es un atropello de Occidente, y su intento grosero de llevar de las narices a Kiev, para que sume a la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” (“OTAN”).
Para el presidente Putin, la crisis en Ucrania no fue porque Rusia atacara, sino porque existió un golpe de Estado provocado y financiado por Occidente, y la presión para que Ucrania se uniera a la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” ha sido una confrontación directa a la seguridad.
Vladímir Putin manifestó la necesidad urgente de jerarquizar la estabilidad de países integrantes de la “Organización de Cooperación de Shanghái” (“OCS”), y puso énfasis en la intención de afirmar los aparatos de seguridad por intermedio de una “Estación” en Uzbekistán – país de Asia Central, ex miembro de la Unión Soviética, que se independizara el 1º de Setiembre de 1991, y cuya economía se basa en gran medida en la exportación de oro, y gas natural -, a efectos de controlar el alcance de penetración, como asimismo tener pautas de seguridad contra terroristas, crimen organizado y desplazamientos cibernéticos.
También, otra plataforma estaría en Tayikistán – ubicado en Asia Central, limitando con la mencionada Uzbekistán, Afganistán, Kirguistán, la República Popular de China, y separada de Pakistán por el corredor de Waján -, para frenar el narcotráfico, considerado uno de los problemas más serios en la región.
REVALORIZANDO LA POLÍTICA EUROASIÁTICA La “Organización de Cooperación de Shanghái”, fundada en 2001, demuestra la estrategia de Pekín conjuntamente con Moscú, y Nueva Delhi, para observar y descalificar a Estados Unidos debido a su “absurda y negativa influencia” en relación con alianzas occidentales, en particular con la “Organización del Tratado del Atlántico Norte”, y la política exterior de la Administración Trump.
Xi Jinping pretende reescribir y mostrar al mundo una panorámica “correcta” de la II Guerra Mundial, y dejar claro sobre la mesa, el apoyo de China en la lucha contra Japón, contribución que fuera ignorada por potencias occidentales.
La unión entre Xi Jinping, y Vladímir Putin, permitió firmar una serie de 22 documentos entre los cuales se encuentran detalles del nuevo gasoducto “Power of Siberia 2”, que transportará por año 50.000 millones de metros cúbicos de gas, atravesando Mongolia, hasta China.
Además, la asamblea llevó adelante pactos de cooperación referente al ámbito nuclear sobre usos de energía atómica en modo de transformación digital en materia espacial, y desarrollo tecnológico de navegación, pregonando y “estimulando un cambio” para la “guerra del futuro”, más allá de interrelaciones con la clandestina base rusa en la zona de Kaliningrado – rodeada por Polonia y Lituania -, lugar estratégico donde Rusia alberga la Flota del Báltico, y único puerto libre de hielo durante todo el año, otorgando una salida militar hacia el Atlántico, y desde el cual monitorea, marca interferencia, y hace “ensayos”, en sistemas satelitales.
Hablando de Polonia; hace apenas un par de días, Rusia violó el espacio aéreo polaco para “estimar la situación” y confirmar no solo el tiempo de respuesta, sino observar la vulnerabilidad y definir la reacción de la Alianza, hecho que se transformó en una provocación a la “Organización del Tratado del Atlántico Norte”.
El final de la convención tuvo lo suyo por parte del mandatario Xi Jinping; rodeado de autócratas, dejó en el aire el pensamiento de “promover la creación de un sistema de gobernanza global, redefinir el tablero de ajedrez, y dar un viraje a través de un socialismo con perfil chino y principios de determinación”, mientras Europa continúa con conferencias respecto a alianzas y temas bizantinos que provocan bostezo, y el presidente Donald Trump se pasa de “moderado en guerras”, al multilateralismo, como asimismo intentando manipular un comercio mundial, bajo su hegemonía.
Ahora, Xi Jinping aprovecha el momento para colocar a Pekín, en el podio, mostrando una opción respecto a otro “nuevo orden mundial”, poniendo en evidencia, y de lado, el lineamiento y programa autocrático proveniente de la Casa Blanca, y contrarrestando su política exterior, más en este momento en el cual el presidente Trump, tiene “ voluntad intermitente” para enviar tropas de paz a Ucrania, dejando de esta forma, en cierta manera, una especie de vacío geopolítico – al parecer, también la Unión Europea está enlentecida para reafirmar su defensa respecto a la democracia liberal – que, sin pérdida de tiempo, explotará el jefe del gobierno chino.