La inseguridad y la venda en los ojos
Zósimo Nogueira
Hay que hacer cosas simples, con decisión: alcanza con un poco de razonamiento, lo hemos señalado una y mil veces. La cultura del respeto a la ley debe abarcar a todos los delitos, tanto graves, como menores. Desde rapiñas y muertes pasando por hurtos, encubrimiento, receptación y muy especialmente la corrupción. Para reprimir y neutralizar el delito, el patrullaje permite respuestas inmediatas, agiles y actuar en flagrante, pero debe complementarse con contralor, inspección y revisión.
La migración y movilidad flotante han de estar en el ojo de la tormenta.
Las drogas se mueven; una cadena con muchos eslabones.
Se inicia con el ingreso al país, pasa por los diferentes niveles de distribución, llega a la boca de venta y ahí a los consumidores.
Este gobierno no habla del cierre y blindaje de fronteras para evitar el ingreso de drogas, están hipotecando resultados.
Parece condicionado a la información de otras agencias.
Si se quiere terminar con el narcotráfico “y el contrabando” hay que impedir el ingreso y actuar enérgicamente sobre los consumidores.
Sin consumo no hay mercado. No es liberando consumos que se resuelve. No somos una isla y somos muy pequeños en el concierto internacional.
Pero la inseguridad no es solo el comercio de droga.
Vivimos una epidemia de muertes. Más de 40 solo en setiembre. Hay una mescla de miedo y resignación entre la población.
Qué hacen los rapiñeros, ladrones, estafadores. Comercializan lo vendible y gastan el dinero. ¿Qué debe hacer la autoridad?
Controlar las compra-ventas legítimas o clandestinas. Comercios, ferias, mercado libre.
Desalentar el comercio ilegal, la receptación e identificar a los delincuentes.
Mucho de ese dinero va a centros nocturnos con juegos de azar o prostitución. También controlar, marcar presencia de Estado.
¿Y las victimas a dónde van? A la Comisaria Seccional o a una división de investigaciones.
La comunidad se merece tener localizable y visible a las unidades policiales, y con personal y medios para una pronta respuesta.
Pero este gobierno vuelve a crear cargos de Becarios.
Jóvenes civiles sin “estado policial”, trabajando con víctimas pero también con delincuentes.
No se dice cuántos, solo que serán destinados a las comisarias para tareas administrativas y atención al público.
Los miles de policías prometidos se esfumaron. La inseguridad sigue siendo el mayor problema para los orientales.
EL CIRCUITO DEL CRIMEN EN URUGUAY. La interconexión entre quienes delinquen y quienes están presos. Lo de las cárceles un fracaso “in extremis” Fueron a la puerta del Comcar, la cárcel más grande del país para intentar asesinar a un preso en el momento de su liberación. Gran balacera, heridos y fuga.
Guardia perimetral militar, policías armados que custodian a la puerta de ingreso. Registro y comprobación de identidad de todos los que por allí pasen.
Atrevimiento y desparpajo criminal e ineficiencia de la seguridad. No advertir riesgos del entorno cercano.
No se estuvo alerta sobre la movilidad vehicular. Lenta respuesta
Hoy pasó esto, mañana copan la guardia y liberan a quien quieran. Pero no, tenemos una cárcel-ciudad gigante, con diversidad de formas y regímenes de vida carcelaria.
Hemos dicho una y mil veces cárceles pequeñas, con otras medidas de seguridad y construcción edilicia. Monitoreo permanente de la movilidad.
El tema no pasa solo por más plazas de alojamiento, pasa por una adecuada valoración de prioridades. Gestión y uso adecuado de los dineros públicos. Y ejercicio de autoridad.
Lo primero, cumplir con la orden judicial de condena. Privación de libertad y custodia responsable.
Esto implica la obligación de un alojamiento digno y seguro, regular, armonizar convivencia, proteger, alimentar; dar cobertura de salud, asistencia jurídica, pedagógica y social.
Después vendrá lo de estudio, trabajo (si hay oferta y demanda) y la recreación.
En la actualidad el estado luce inoperante e incompetente. La situación en las “mega” cárceles es caótica.
Poco orden, poder paralelo, hacinamiento, promiscuidad.
Se tomo el camino equivocado de ampliar cupos agrandando más y más a estos monstruos carcelarios.
Solo es posible desarrollar políticas carcelarias “que procuren la rehabilitación” en poblaciones inferiores a 500 personas, con edificaciones adecuadas, tecnología, personal de seguridad y asistencia profesional suficiente.
Con tecnología y medios para regular comunicaciones.
Si no mejoran las políticas procesales y carcelarias no baja la criminalidad.
IMPRESCINDIBLE. Romper vínculos internos para evitar la formación de grupos de poder y romper vínculos externos que sostienen a organizaciones delictivas.
Las celdas individuales, única manera de impedir las presiones de unos sobre otros.
La obligación es retener y mantener al enjuiciado, cuidar de su existencia.
Considero que si por seguridad o deseo quiere permanecer en su celda, hay que dejarlo.
Actividad planificada, horarios pre establecidos, espacios controlables para números reducidos de individuos.
El COMCAR ha sido reiteradamente ampliado en actividades y plazas habitacionales; está desbordado.
Se dice de un módulo de alta seguridad. Resulta imposible tener un módulo aislado e incomunicado del resto de la cárcel. No es posible.
La movilidad interna es impresionante. Es una ciudad con 5000 residentes y muchos más itinerantes. Visitas, proveedores, personal de servicio, desplazamientos de locales y extraños; por motivos administrativos, sanitarios, a talleres, cocina, recolección de residuos, mantenimiento etc., etc.
Hay que cambiar antes de que reviente. La poca guardia desbordada hace lo que puede, convive y se mimetiza con el reo, adopta comportamientos compatibles, el miedo y la corrupción también están presente. Es difícil contener una masa humana tan grande y tan heterogénea.
El sistema procesal penal funciona mal y agrava la situación.
La cárcel de mujeres de la que poco se habla es otra bomba de tiempo, un ambiente tan sórdido como el que más.
En las otras cárceles para administrar y brindar garantías a presos y personal hay que descomprimir. Contar con celdas suficientes para aislar y/o prestar garantías.
Sobre personal. Muchas promesas. Ahora dicen de 1000 policías y 1000 operadores penitenciarios y en fracciones anuales.
Se insiste con lo de los operadores penitenciarios, cuando estamos en una situación de emergencia carcelaria.
Es prioritario el ingreso de policías penitenciarios con potestades y responsabilidades del “estado policial” y mayor disponibilidad horaria.
Los muertos y balaceras nos muestran la realidad actual.
Tres homicidios en Casabó, baleados desde unas motos; tres mujeres y un hombre baleados en el barrio Placido Ellauri Acompañaban el desfile-ensayo de la comparsa “Al son de Tula”; el domingo pasado correrías de vecinos entre balazos en el barrio los Bulevares; este sábado de madrugada una camioneta incendiada, en su interior un cuerpo con un balazo en la cabeza y mucho más.
De risa, lo piensan solucionar persiguiendo el lavado de activos y el desarme de la población.
Hay que terminar con la violencia. No importa quienes sean las víctimas, ni si en su mayoría son criminales o encubridores de criminales.
Tampoco apunten a quienes tratan legalmente de tener un arma para defender a su familia y a sus pertenencias.
Un cierre explosivo. El atentado a la fiscal de corte Mónica Ferrero. Gravísima falla en la prestación de garantías de una persona con tanta responsabilidad en el combate al crimen.
El hecho debe ser aclarado fehacientemente.
Hay detenidos, la investigación está en proceso, el mundo del hampa como vemos esta en ebullición, hay varias bandas criminales en pugna, a nivel, local regional y global.
Veremos cómo sigue, pero es notorio que la gestión de algunos jerarcas adolece de graves fallas, están en debe.