Política nacional

¿Cómo tratar adictos e infractores con problemas mentales?

Zósimo Nogueira

El 12/04/2023 el Circulo Policial de Uruguay convoco y reunió en su sede de Carlos Roxlo y Guayabos a asociados y policías en general para una jornada sobre salud mental y su incidencia en la función policial.

Como panelistas el Siquiatra Dr. Enrique Smerdiner, Director de Salud mental del Hospital Policial, la Abogada y Sicóloga Martha Walfre y el Crio. Mayor (r) Sicólogo Robert Parrado.

 El Dr. Smerdiner detalló la actividad del Hospital policial sobre salud mental y sus vínculos con el suicidio. Que es necesario toma de conciencia, que es un problema general de la comunidad y un problema particular del instituto policial.

Dice que en 2022 hubo más de 800 casos entre suicidios y tentativas y se suicidaron 22 policías

Que esto no es exclusividad del país, pero tenemos la tasa más alta de América.

Walfre refiere a las mismas alarmantes estadísticas y hace hincapié en el abordaje-tratamiento

A la sintomatología que puede detectarse. A las alertas tempranas para inicios de tratamientos de ayuda.

Parrado le dio un enfoque integral entre la función policial, lo estresante de ésta, con algunos eventos traumáticos, los procesos de selección para ingreso, las relaciones de subordinación y dependencia, el ámbito laboral y el doméstico.

Hubo una buena concurrencia de asociados, un importante número de Oficiales de la Guardia Republicana y de cadetes masculinos y femeninos de la Escuela Nacional de Policía.

Entre los presentes se encontraban el Dr. Siquiatra Eduardo Kats Director de Salud Mental de ASSE y la Sicóloga Karina Cuitiño, Coordinadora de la unidad de stress del Hospital Policial, quiénes se sumaron a los panelistas para realizar importantes aportes.

Cuitiño profundizo en los datos de atención hospitalaria, pre-hospitalaria y atención general de policías activos y detallo la actividad de los consejeros de pares, una  actividad pionera del HHPP a nivel latinoamericano.     

Los Consejeros de pares son policía retirados; de la escala básica, seleccionados en valores y capacidades. Adiestrados para advertir enfermedades mentales, orientando e instando para la concurrencia a la atención de profesionales.

Kats, luego de aggiornar a los presentes sobre sus muchos años vinculados al instituto policial en Institutos penales, se enfocó en la necesidad de humanizar a las profesiones, con empatía para entender y atender a los problemas de las personas en la etapa inicial.

Respecto específicamente a la actividad médica señala que siempre se visualiza la salud física pero a veces no se ve o atiende a los problemas de salud mental.

Dice que el carné de salud que se saca cada poco tiempo debe ser la oportunidad, para detección temprana.

 Recuerdo dichos anteriores del Dr. Kats respecto a que se vive en la ansiedad de la inmediatez. Se pretenden cosas y resultados de manera acelerada que de no lograr generan frustración. Que la mayor enfermedad es que no se escucha al otro.  Siendo que el tiempo es gratuito y no se puede guardar. Más que la higiene y el tapado de bocas de la pandemia en salud mental hay que destapar, ayudar, cambiar el distanciamiento por acercamiento.

No hay suicidio de izquierda o derecha y es mentira su prevalencia en determinadas clases sociales. Las deudas afectivas se pagan con intereses.

En la anterior oratoria sobre salud mental y suicidios la Dra. Siquiatra Susana Escames propuso crear una especie de GACH con policías y profesionales, eso no ha cristalizado.

Pero en los hechos, abordando el tema y sumando aportes se está cumpliendo.

Finalizando el evento se propuso impulsar algunas ideas.

-Iniciar una Investigación que permita reunir información  de los policías fallecidos por suicidios a efectos  de realizar una autopsia sicológica que permita obtener respuestas para alertas de futuro ante conductas similares.

-Estudiar la posibilidad de que se incorpore a la curricula de cadetes en la modalidad de talleres u otra, de un trabajo de sicólogos para darle herramientas a futuro para enfrentar, solucionar o derivar ante síntomas  que alerten sobre suicidio.

-Lo mismo en los cursos de pasajes de grado de oficiales y de policías de la escala básica.

-Continuar con la formación por parte del Hospital Policial de consejeros de pares para que siempre haya alguien cerca de quién lo pueda necesitar. A nivel de sanidad policial por el todo el país.

 Como se puede ver a pesar de las muchas críticas la atención del colectivo de policías ha merecido de una atención especial y muy particular.

Por cierto, los policías están expuestos a situaciones extremas pero hay otros grupos de personas de vida rutinaria con algunas particularidades difíciles de sortear.

Oficios y profesiones con mucho impacto afectivo como médicos y enfermeros que acompañan y ven a sus pacientes morir; sepultureros que manipulan cadáveres y son testigos de las aflicciones de deudos etc.

La diferencia está en el acceso a un arma de fuego. Y a la posibilidad de una acción impulsiva.

Puesto que muchas conductas suicidas suelen ser planificadas, elaboradas, no existe demasiada preeminencia sobre otros colectivos.

 Una adecuada evaluación al ingreso y durante los procesos formativos ayudan a prevenir estas eventuales situaciones.

EL OTRO TEMA: Como estar preparado para lidiar con colectivos de personas con trastornos mentales.

Como tratar y como tratarse cuando el problema mental está asociado al consumo de drogas, a adicciones incontrolables.

El territorio de los zombis es cada vez más extenso y prolongado en el tiempo.

Las políticas del Mides muy bien intencionadas e inclusivas no funcionan como debieran.

Hay plazas de alojamientos, hogares donde recoger un plato de comida por parte del Mides y de innumerables actores privados, centros religiosos, educativos etc.

Pero no se logra revertir la situación, en cierto modo es peor.

Se la hace perdurar en el tiempo y se contamina al resto de la comunidad.

El emplazamiento de los centros de acogida y de alimentación debe ser objeto de ubicaciones estratégicas y estudiadas.

Toda esa gente está fuera de su hábitat, salen de dormir o descansar y carecen de un lugar a donde ir, no tienen capacidades para insertarse laboral o socialmente en el espacio que los circunda.

Siguen tan desorientados como cuando ingresaron al albergue, muchos obtienen ingresos por  los planes del MIDES y lo usan para consumir drogas; los alimentos los consiguen como sea con algún vecino, mendigando o hurgando en los contenedores de basura. O comen salteado.

También son una expresión latente de conflicto, entre ellos, con los transeúntes, vecinos o con los bienes públicos o privados.

Esa es la parte más grave y dramática de las personas con problemas mentales por adicción. El Estado debe buscar los medios y hacerse cargo. Sacarlos de ese círculo y enfocarse en planes de sanación. Son personas enfermas, sin solución son contaminantes, son desestabilizadores.

La ley de salud mental promueve el cierre de las Colonias de Internación pero este fenómeno de la drogadicción es relativamente nuevo, su crecimiento es desmedido y requiere de urgente solución. ¿No habrá que pensar en desandar caminos?         

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