Política Internacional

 Aletargada Cumbre

Lorenzo Aguirre

Dos jornadas abarcó la “Cumbre del Mercosur” realizada en la ciudad de Buenos Aires, cuya programación principal tuviera lugar en el Palacio San Martín, donde el presidente argentino Javier Milei recibiera a sus pares, Yamandú Orsi (Uruguay), Santiago Peña (Paraguay), Luis Arce (Bolivia), y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil). En la sede, se presentaron también los ministros de Relaciones Exteriores, Mario Lubetkin (Uruguay), Celinda Sosa (Bolivia), Mauro Vieira (Brasil), y Rúben Ramírez (Paraguay), para más tarde sumarse representantes de los Estados Asociados (Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Panamá, Perú, y Surinam). Según lo expresado, el “Acuerdo de Asociación Mercosur – Unión Europea” se encuentra en proceso de revisión legal y traducción, y al parecer se busca firmarlo a fines del año en curso, aunque no faltaron manifestaciones respecto a que, la rúbrica, podría quedar para 2026 “siempre y cuando no exista contratiempos”.

El día anterior a la “Cumbre” se realizó la reunión de trabajo entre los ministros de Economía, Gabriel Oddone (Uruguay), Marcelo Montenegro (Bolivia), Gómez García (Brasil), y Fernando Haddad (Paraguay), los cuales conversaron en el Palacio de Hacienda, y cuyo anfitrión fuera el ministro Luis Caputo.

Es oportuno señalar que, en forma paralela, se llevó a cabo una “Conversación de Acuerdo” con la “Asociación Europea de Libre Comercio” (“EFTA”), integrada por Islandia, Noruega, Liechtenstein, y Suiza, países no miembros de la “Unión Europea” – bloque comercial creado en 1960 por la “Convención de Estocolmo”, como alternativa a la “Comunidad Económica Europea” – y a la cual retornaría Reino Unido luego del pasado referéndum del Brexit, como asimismo se estaría en conversaciones con Canadá, para negociar una posible adhesión.

El diálogo de referencia trata un Libre Comercio para una interrelación de 300 millones de personas con acceso a beneficios a los mercados, para un 97% de exportadores, logrando una comunión en rubros como, inversiones, comercio de servicios, derechos de propiedad intelectual, y desarrollo sostenible, entre otros.

Lo expresado podría considerarse un paso de diversificación vincular en materia económica, aunque los volúmenes en cuanto a reciprocidades negociables serían mucho más discretas si las comparamos con la “Unión Europea”.

En el encuentro con la “EFTA”, los Estados del “Mercosur” se comprometieron a finalizar la revisión legal del “Tratado de Libre Comercio” (“TLC”) en el segundo semestre del próximo año, a efectos de suscribirlo lo antes posible.

En otro orden también se resalta “los avances” – no, “Acuerdo”, como mencionan ciertos tendenciosos medios de comunicación – respecto al “Libre Comercio” con Singapur, y “la intención” – tampoco, “Acuerdo” – de progresar las negociaciones con Emiratos Árabes Unidos.

Milei; traspaso de mando

Antes de finalizar la “Cumbre” el mandatario argentino, señaló: “queremos se considere nuestra presidencia pro tempore como un ejercicio sincero, que el “Mercosur” adopte como bloque las reformas pro-libertad comercial que necesita, y por eso esperamos con la misma sinceridad que, la próxima presidencia, acompañe las medidas que hemos tomado en este semestre”. Más tarde, Javier Milei, resaltó: “si esto no fuera posible, y los socios del bloque prefirieran persistir en un camino que no nos ha resultado, entonces tendremos que insistir en flexibilizar las condiciones de sociedad que nos une, emprenderemos el camino de la libertad, y lo haremos acompañados, o solos, porque, Argentina, no puede esperar”.

Luego, Milei traspasó la presidencia pro tempore del “Mercosur” al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, cambio de mando entre jefes de Estados con grandes diferencias ideológicas evidenciadas a través de los discursos correspondientes, y en el cual Lula da Silva, en buena medida marcara un camino apartándose del rumbo y concepciones pautadas por el presidente argentino.

A decir verdad, esto, de integración, no solo ha perdido el sendero en cuanto al origen, a la esencia, el motivo de formación de agrupaciones comerciales, sino, que, durante los peores gobiernos en toda la historia de nuestro país – ¡léase, “Frente Amplio”- desestabilizaron lo conquistado, y diplomáticamente nos fuimos quedando de lado.

El “Mercosur” es un débil bloque necesitando una visión más panorámica, profunda, salir de una vez por todas de treinta y cuatro años de enquistamiento donde poco demostró de mercado común – en tres décadas, solo once acuerdos, cuatro tratados extra regionales, el último comercio con Egipto, y jamás logró un vínculo con ninguna de las diez principales potencias económicas del mundo -, no consolidando una verdadera unión aduanera. A lo largo de su existencia aletargada y fuera de tiempo, no pocas veces se intentó reactivarlo – obviamente con escaso interés -, pero sin éxito, y en consecuencia el “Mercosur” atraviesa en el mundo un alérgico contexto geopolítico, continuando en medio de temporales internos, sin dejar sus charlatanerías bizantinas, y el narcisismo protagónico rodeado de hambruna por el poder.

Desde hace muchísimos años no se busca atenuar dificultades, bregar por acercamientos constructivos entre comunidades, y lograr una paz perpetua – más allá del idealismo internacional de Immanuel Kant – dentro de un marco jurídico de tratados y acuerdos con principios básicos de respeto a la soberanía de los Estados, sin intervención, ni intereses.

De una vez por todas los países del Mercado tienen que revisar posiciones, dejar de lado majaderas posturas ideológicas, aceptar que nos encontramos del otro lado del mundanal ruido sin tener ni siquiera un destello geopolítico, e insistir en los acuerdos con la Unión Europea – a pesar que el presidente francés Emmanuel Macron señalara que, un “Acuerdo”, sería pésimo, y se debería negociar desde cero porque además de estar hablando durante hace veinte años, la alianza ha quedado desfasada, no contemplando nuevas realidades, como el cambio climático, o la defensa a la biodiversidad -, además de buscar el camino que nos libere del encierro en el cual transitamos.

Cuando pienso en el “espacio Mercosur” debo confesar la existencia de cierta fantasía, en alguna medida irrealismo épico, tontera dentro de un falso halo poético, y escasez de romanticismo, pero salvando las distancias no ha faltado ese perfil imperialista por parte de la “capital” – ¡léase, Buenos Aires! -, hacia la “provincia” – ¡léase, Montevideo! -, y la prepotencia de muchos gobiernos de la vecina orilla para imponer un liderazgo colonialista, “virtud” de cierto sector porteño que, desde el virreinato del Río de la Plata, servilmente continúa reptando en busca de aire monárquico, aunque tan solo sea un pálido reflejo del absolutismo de Fernando VII.

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