Los demonios buscan almas para las urnas
Lorenzo Aguirre
El próximo domingo, unos 148 millones de brasileños concurrirán a las urnas para elegir presidente y vicepresidente, como asimismo 27 de 81 escaños del Senado, 513 Diputados, 1059 estatales, y 27 gobernadores. Serán electores opcionales con 16, y 17 años de edad, y mayores de 71, y de forma obligatoria entre 18 y 70 años. Dentro de una extensa lista de candidatos, los favoritos son, Jair Bolsonaro, “Partido Liberal” (“PL”), a través de su propuesta “Por el Bien de Brasil”, y Luiz Inácio Lula da Silva, “Partido de los Trabajadores” (“PT”), con su “encíclica” “Brasil de Esperanza”. Si ninguno obtiene el 50% más uno de los votos se llevará adelante una segunda ronda el 30 de octubre, en la cual participarán los dos representantes con mayor aceptación popular. Jair Bolsonaro ha dado protagonismo a su esposa Michelle Firmo, una evangelista que manifestara: “las elecciones son una batalla del bien contra el mal”, para luego agregar, “mientras Lula fue presidente, el palacio de gobierno estaba consagrado a los demonios”. Por su parte, el garoto Lula, hace 20 años, cuando los evangélicos no tenían la fuerza de hoy, poco le importaba ese sector, como tampoco las tradiciones ancestrales. Ahora, los tiempos cambiaron, la corriente evangélica se proyecta, y “ángeles y demonios” buscan “almas para las urnas”, olvidando que, Brasil, es todavía un Estado laico.
Faltan seis días para las elecciones en Brasil, y nos encontramos a un pueblo cansado de corrupción, inseguridad y crisis económica, pero también sería oportuno señalar que, el menú de elegibles se ve deteriorado porque las propuestas presentadas de un lado y otro, no son figuras ejemplares que provoquen una reacción de fe y esperanza para nuestros vecinos, y por supuesto respecto a relaciones comerciales dentro del bloque.
Aquí, el problema no es derrotar a la ultraizquierda del “Partido de los Trabajadores” (“PT”) con un representante patético, desvalorizado, apoyando a terroristas, sino encontrar de una vez por todas un candidato que merezca respeto, un hombre de riqueza moral.
Esos señores favoritos, como Bolsonaro, y Lula da Silva… ¿son las únicas propuestas que puede presentar el país?
¡Qué horror!
El “Partido Liberal”, del actual mandatario, es una agrupación de derecha fundada a fin del siglo pasado, con una ideología militarista, conservadora, de liberalismo económico, que, con la incorporación de Bolsonaro fue abandonando las políticas socioliberales, manteniendo su perfil económico, apoyando la privatización y descentralización, pero en forma paralela con posturas sociales conservadoras en lo referente a temas tales como, aborto, y la enseñanza de identidad de género en las escuelas.
Jair Bolsonaro ha manifestado: “¡nunca resolveremos los graves problemas nacionales con democracias irresponsables!”, y señaló su aprobación al régimen militar (1964 -1985), pero agregó que, si gana la presidencia, será a través de una fuerte democracia. ¡Qué ironía! ¿no?
Entre otras “reflexiones célebres”, de retórica agresiva, vale destacar: “prefiero que mis hijos mueran en un accidente, a ser homosexuales”.
Por su parte, el “Partido de los Trabajadores” fue fundado por dirigentes sindicalistas y “Católicos de la Teología de la Liberación” – ¡tanto se habla de Bolsonaro apoyado por una religión! -, integrada por católicos y protestantes que aparecieron en América Latina luego de llegar las “Comunidades Eclesiales de Base”, exigiendo sea el Evangelio, la opción preferencial de pobres.
Entre sus figuras se encontraba el sacerdote colombiano Camilo Torres, guerrillero y parte del “Ejército de Liberación de Colombia”, mientras el Papa Francisco, ha sido influenciado por la “Teología del Pueblo”, rama de la “Teología de la Liberación”.
El “Partido de los Trabajadores” mantiene relaciones amistosas con el “Partido Comunista”, recuerdos inolvidables hacia Fidel Castro, Chávez, países tales como Rusia, y China, además de fanatismo por el “Foro de Sao Paulo”, organización de ultraizquierda apoyando las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua, a la histérica “piba” Cristina Fernández, “Pepe” Mujica, y a las “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia” (“FARC”).
Ahora, bien, los “angelitos” no solo son derechistas, también están los izquierdistas, como Lula, cuyas “virtudes” lo colocan candidato “para un gobierno honesto” – ¿ironía, o tomada de pelo? -, pero sería bueno recordar que ha contado con siete procesos por corrupción, acusado de negociar sobornos por más de doce millones de dólares, tráfico de influencias con compra de aviones suecos por la friolera suma de cinco mil millones de dólares, sumados a manejos políticos para financiar “acuerdos” internacionales, y cerrando el paquete de regalos, prórrogas de beneficios tributarios.
Junto a la dirección del “PT”, Lula fue culpado por cobros ilegales usando la administración pública, además de una veintena de cargos por organización delictiva, existiendo más de doscientas páginas con documentos y testimonios audiovisuales, demostrando delitos.
Candidatos
Jair Bolsonaro (Partido Liberal), (derecha), ganó las elecciones de 2018 con apoyo de evangélicos. Ahora, la intención de voto de ese sector, está disminuida.
Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores), (apoyado por el Partido Comunista, Partido Verde Socialista, entre otros).
Ciro Gomes (Partido Democrático Laboral) – único con representación en la “Internacional Socialista” -, posiblemente llegue en tercer lugar, con una intención de voto entre 6, y 7%.
Simone Tebet (Movimiento Democrático Brasileño – “MDB”), partido de concertación, centro, originalmente centroizquierda, luego desplazándose hacia la derecha después que Fernando Henrique Cardoso hiciera alianza con el derechista “Partido del Frente Liberal”. Se estima en cuarta posición, con 4 a 5% de votos.
Más atrás, se encuentran: Luiz Felipe D´Avila (Partido Novo – Liberal), José María Eymael (Democracia Cristiana), Roberto Jefferson (Partido Laborista Brasileño – centroizquierda), Sofía Manzano (Partido Comunista), Vera Lúcia (“Partido Socialista de los Trabajadores Unificado” – trotskista -), y Soraya Thronicke (Unión Brasil), derechista.
Pues, bien, estos primeros veinte años del siglo XXI están echando por tierra, estructuras, religiones, posturas ideológicas, y la defensa por “las derechas e izquierdas” son para incrédulos y fanáticos enquistados en su radicalismo, llevados de narices por grandes tigres manejando intereses.
Las famosas pintadas, enchastres en paredes, pegatinas, combates cotidianos entre derechistas e izquierdistas, son comedias que nos hace ver la tontera de gran parte de la humanidad, y el gran negocio promovido por neuronas siniestras.
La hipocresía y el papanatismo reinante parece no tener límites, y la capacidad de asombro, inagotable gracias al estímulo de kafkianas mentes que, con retorcidas ideas nos dan una serie de lecciones para suministro de nuestra cabeza, proporcionándonos conocimiento sobre sus devaluadas esencias, o, mejor dicho, de sus escatológicos interiores.
Así, va discurriendo el mundo; algunas veces sale del letargo a través de acontecimientos que nos llena de orgullo, tocando nuestras emociones, y ayudando a soportar el karma de ingerir la pestilencia emanada por hombres en estado tóxico.