Educación

El pasaje de enseñanza del aula a los simuladores digitales

Claudio Rama

En los inicios la enseñanza fue totalmente práctica y se realizaba en los talleres y ámbitos de trabajo. Muy posteriormente con la aparición de la ciencia como mecanismo de explicación y sustentación del funcionamiento de las cosas y explicación de los problemas, la enseñanza paso a conformarse como la enseñanza de conceptos, teorías y marcos explicativos, se encerró en aulas y se volvió catedrática, con lo cual fue desapareciendo el “aprender haciendo”.

Más allá de la excepción del área de salud, y algunos muy limitados casos de enseñanza dual, en general esta pasó a ser teórica. En los últimos años con el reconocimiento de la expansión y obsolescencia del conocimiento, los enfoques curriculares por competencias y la desvalorización de una enseñanza centrada en conocimientos y acumulación de información, se ha revalorizado una enseñanza práctica, con sus múltiples variaciones o bibliotecas como el aprendizaje basado en problemas, la enseñanza por evidencias o el aprendizaje activo. Es parte de un camino muy lento y dificultoso de reconocimiento del paradigma del saber práctico, como teoría del conocimiento, y no meramente para los niveles de formación inferiores, sino para todos los ámbitos, y especialmente en el nivel universitario. Así, todas las instituciones han propendido a una nueva articulación entre teoría y praxis, con la irrupción de una sustitución de aulas tradicionales por laboratorios. Mientras que en el nivel universitario se están reduciendo las clases tradicionales e incrementando las actividades prácticas, en los estudios técnicos y tecnológicos, inversamente se incorporan actividades y aprendizajes propiamente teóricos, produciéndose una compleja confluencias entre esos niveles 5 y 6 en la Clasificación Normativa Internacional de la Educación (CINE).

No es meramente un cambio educativo, sino que asistimos a una transformación del trabajo por nuevos escenarios de las tecnologías y los mercados de trabajo. Los profesionales han dejado de ser unos meros teóricos y emisores de instrucciones jerarquizadas, ni los técnicos unos simples “aprieta tornillos” o ejecutores de órdenes de unos generalistas. En este avance de la enseñanza práctica, en los últimos años con la irrupción de la revolución digital, la aparición de la educación virtual, la educación sincrónica por zoom, los multimedia como los MOOCs y la programación y la inteligencia artificial, han comenzado a irrumpir los simuladores digitales como componentes fundamentales de la enseñanza. Si bien los simuladores se han gestado con las tecnologías analógicas -y desde 1911 se registra la existencia de uso de simuladores en las carreras de enfermería y que se han ido tecnificando y profesionalizando enormemente-, sin embargo, ha sido con la transformación digital desde los años 2000, donde esta modalidad de enseñanza de maniquíes analógicos, se está expandiendo.

Ya utilizada en medicina, veterinaria o ingeniería, ahora comienza a mostrar su potencial y su impacto en una enorme transformación en curso de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Los simuladores didácticos en el escenario digital ya no se concentran en las áreas de salud donde ahora se conectan a computadoras, tienen terminales nerviosas y responden a los medicamentos con cambios en la tensión o en las pupilas entre otras miles de prestaciones, sino que en todas las áreas profesionales y del conocimiento irrumpe la eficiencia de estos recursos de aprendizaje prácticos e inmersivos. Son de hecho computadoras en red con múltiples componentes mecánicos, pero que avanzan hacia ser simuladores totalmente virtuales. Este cambio impacta en las evaluaciones, en las competencias docentes, en la organización curricular y en el propio funcionamiento de instituciones.

Aunque estamos recién en los inicios acelerados, ya se visualiza que tanto las instituciones universitarias más innovadoras como casi todas en distinta proporción, los múltiples laboratorios son el centro de la educación, la cual va abandonando el aula tradicional. Los laboratorios digitales con la incorporación de sistemas de simulación y actividades prácticas, se constituyen en los ejes de las instituciones y de la enseñanza y el aprendizaje. El aula se va relegando e incluso el docente de laboratorio se conforma como nuevo actor protagónico asumiendo la función de coach, mentor o tutor gracias a estos recursos digitales focalizados en el autoaprendizaje activo. Ajustadas a las teorías constructivistas para la formación de competencias son la palanca para el abandono del modelo catedrático memorístico y teórico, y a su articulación dependiente de estos equipamientos de hard y soft. La simulación supera además a los modelos basados en la práctica que siempre han sido limitados por basarse en pocas evidencias. La simulación no sólo se basa en introducir mecanismos y formas para imitar la realidad, estableciendo o reproduciendo situaciones similares a la realidad en las cuales se deberán enfrentar los profesionales en el mundo de trabajo, sino que permite alterar rápidamente esas situaciones y crear nuevas más complejas y adaptadas a mayores niveles de complejidad.

Es una forma de articular la enseñanza en los ambientes de trabajo creando competencias, sin los infinitos problemas legales, administrativos, políticos o académicos que siempre acarrean la realización de las actividades prácticas en los ambientes formales de trabajo. En el contexto digital se conforma como un método de enseñanza y de aprendizaje de enorme versatilidad ya que al permitir modificar las variables y diseñar y organizar los ambientes laborales y de tareas profesionales en múltiples situaciones, permite superiores niveles de ejercicio simples creando escenarios complejos, difíciles de concebir en la vida real. Permite pasar de un modelo de enseñanza de un solo caso como hace ya más de 100 años introdujo la Universidad de Harvard como método a una dinámica con multiplicidad de variables y situaciones, incluso aleatorias y cambiantes gracias además a la inteligencia artificial, creando situaciones ficticias y adaptativas asociadas a la propia dinámica de interacción del estudiante con el maniquí o situación, el algoritmo, la máquina de control numérico e informático o el soft en cuestión. (Recordar la película Sully del aterrizaje del avión en el Rio Hudson y el tema del simulador de vuelo).

La simulación supera incluso los sistemas de prácticas basados en el cuerpo humano que en el pasado implicaban conseguir cadáveres humanos o de animales para los estudiantes, o de personas como conejillos muchas veces de los estudiantes de obstetricia, odontología o fisiatría entre otros. Hoy se usa en cada vez más campos profesionales y no meramente en medicina, ingeniería, psicología o administración que son donde se han iniciado las experiencias. Estos nuevos métodos en red y en laboratorios se acercan fuertemente a los videojuegos y el Meta verso con los “óculos” de inmersión virtual. La realidad simulada, sin duda carece de las vivencias que hablaba el filósofo Bergson, y podemos discutir hasta la saciedad si se puede aprender a andar en bicicleta, pero crea nuevas sensaciones muy complejas y profundas que cada vez más se van pareciendo a la nueva realidad. No en balde crecientemente hasta se opera a distancia con mejor precisión. Es la otra pata de la mesa, al tiempo que cambia el aprendizaje teórico tradicional hacia el uso de plataformas virtuales, clases en streaming y cursos multimedia, el aprendizaje práctico se instala en laboratorios y simuladores en red. Esta es realmente la transformación educativa necesaria.

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