Política Internacional

¿Exactamente, cuándo se jodió Venezuela?

Jorge Nelson Chagas

Ahora nos dejamos llevar por el torbellino de noticias que llegan de aquel hermoso y rico país  del mar caribe, después que se cumplieran las elecciones presidenciales. Fraude y represión. Una situación política estancada, con un presidente que es una mezcla de bufón y autócrata, una población empobrecida y asustada, aislamiento internacional, opositores en clandestinidad, muertos, heridos y presos. Y la situación puede empeorar.

En estas horas hay muchos críticos del chavismo. Tienen fundadas razones, de sobra, para ello. Sin embargo… podemos hacernos una pregunta: ¿Exactamente cuándo se jodió Venezuela? ¿Fue, acaso, el 2 de febrero de 1999, en el momento que el coronel Hugo Chávez asumió el poder tras vencer legítimamente en las elecciones? ¿ Fue ahí que cayó sobre Venezuela una suerte de maldición que la condenaría hasta el presente? Después de todo el estrafalario Maduro fue engendrado en el seno del chavismo.

Mi humilde opinión: No 

A mi entender el drama de Venezuela es  mucho  más vasto y complejo, Chávez antes y hoy Maduro, son protagonistas de ese drama, pero no su origen, son su consecuencias no sus causas. ¿Por dónde empezar para intentar comprender  lo que está pasando y por qué está pasando?

Es preciso recordar que a principios del siglo XX Venezuela era un tierra vasta y virgen, con una población mayoritariamente analfabeta que se trasladaban de un lugar a otro, en caballos y mulas. La agricultura representaba más de la mitad de la actividad económica del país.

En esos tiempos los destinos de la nación caribeña eran regidos, con mano de hierro, por el general Juan Vicente Gómez Un típico dictador bananero.  No había un Estado de Derecho ni un auténtico gobierno. Gómez – dueño de grandes extensiones de tierra y de la producción de papel, jabón y algodón –  era la única ley y punto.

Pero entonces, el 31 de julio de 1914, en el noroeste de Venezuela,  surgió ¡Zumaque!…

El  31 de julio de 1914, en el noroeste de Venezuela, un gran agujero de ciento treinta y cinco metros de profundidad “vomitó” petróleo a un ritmo suficiente para llenar 250 barriles diarios. Ese pozo se conocería con el nombre indígena de Zumaque.

El descubrimiento fue obra de la Caribbean Oil Company, una sucursal de la poderosa Shell que se animó a internarse en la selva venezolana, plagada de mosquitos, para encontrar el preciado “oro negro”.

El petróleo fue un regalo de los dioses para la dictadura del general  Juan Vicente Gómez.  Llegó en el momento justo. La Gran Guerra estaba en su apogeo y las fuerzas navales con barcos que usaban petróleo en vez de carbón. Pero el uso de petróleo iba más allá del conflicto bélico. Sesenta años antes la industria petrolera había comenzado en Pensilvania y el crudo ya no era usado únicamente para iluminar lámparas de queroseno. Los Ford T de Henry Ford estaban de modo y revolucionaban el mundo de los transportes.

El presidente de los EE.UU. Woodrow Wilson consideraba al general Gómez un “pillo”, pero las empresas petroleras norteamericanas estaban encantadas de hacer negocios con él. No les cobraba impuestos ni regalías, en cambio les pedía que apoyaran su régimen dictatorial.  Con tal riqueza Venezuela en apenas veinte años pasó de ser una nación agrícola casi desconocida a convertirse en el mayor exportador de petróleo del mundo y en el segundo productor del mundo, después de EE.UU. 

Lo cierto es que Gómez murió en 1935 dejando una marca duradera en la política venezolana. El historiador Elías Pino Iturrieta  afirma que algo del carácter del dictador quedó arraigado en los políticos y burócratas que condujeron al país en las décadas siguientes. Cada nuevo gobierno,   ejercían el poder y distribuían favores como lo hacía Gómez en el pasado. Pero, al margen de esto, en la década del ’30, mientras el mundo se hundía en la Gran Depresión, Venezuela recibía un torrente de dinero que apreció fuertemente la moneda nacional (el bolívar). La apreciación del bolívar hundió al sector agrícola  ya que los productos venezolanos para la exportación se encarecieron.

Mientras que la manufactura se convertía en una actividad poco rentable, los venezolanos se acostumbraron a la modernidad con la afluencia de productos importados. El consumo se extendió, el país se urbanizó rápidamente y los precios de los bienes raíces comenzaron a competir con los de las capitales cosmopolitas más famosas.

En todo esto hay una paradoja: el éxito económico gracias a un recurso natural (el petróleo) arruinó al resto de la economía.

Y, a su vez, la bonanza no duró mucho tiempo. La II Guerra Mundial haría salir a luz las debilidades del modelo basado exclusivamente en la renta petrolera.

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