«La inteligencia del fracaso»
Ricardo Acosta
La designación de Mario Layera como titular de la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Estado (SIEE) en el gobierno de Yamandú Orsi no debería sorprendernos, pero sí preocuparnos. Para quienes recordamos su paso como director de la Policía Nacional durante el último mandato del Frente Amplio, este nombramiento trae más incertidumbres que certezas. Y es que los antecedentes de Layera hablan por sí solos, dejando un legado de problemas que no podemos ignorar.
Durante su gestión, entre 2016 y 2020, Layera estuvo al frente de la seguridad pública en uno de los momentos más críticos para el país. Los resultados no fueron los mejores, por decirlo de forma amable. Uno de los hechos que quedó grabado en la memoria colectiva fue la fuga del mafioso italiano Rocco Morabito, un narcotraficante de peso internacional que se escapó de la Cárcel Central de Montevideo en 2019 como si estuviera saliendo de su casa. El sistema penitenciario quedó al descubierto: vulnerabilidades, falta de controles y una dirección que, claramente, no estaba a la altura de la amenaza.
Pero eso no fue todo. También se cuestionaron manejos internos que resultaron, por lo menos, llamativos. Gerardo González Valencia, un narcotraficante mexicano de alto perfil, recibía visitas conyugales en prisión. ¿Cómo puede un delincuente de ese calibre gozar de semejante permisividad? No hace falta ser experto para entender que estos «beneficios» dentro del sistema carcelario envían un mensaje equivocado: el crimen organizado puede operar con comodidad incluso desde dentro de las rejas.
Además, están sus declaraciones públicas, que en su momento encendieron las alarmas. En 2018, Layera comparó la situación de seguridad de Uruguay con la de países como El Salvador o Guatemala, reconocidos por sus altos niveles de violencia y crimen organizado. Estas palabras, lejos de tranquilizar, parecían una rendición frente al problema. Si el propio director de la Policía admitía que no había salida, ¿qué podían esperar los ciudadanos?
Con todo este contexto, es imposible no preguntarse: ¿cómo alguien con estos antecedentes termina al frente de un organismo tan sensible como la SIEE? La seguridad nacional no es un tema menor, y la inteligencia del Estado debe estar liderada por personas de confianza, con un historial que respalde su idoneidad. Layera no es esa persona.
Esto no es solo un problema de nombres, aunque Mario Layera sea uno de los más polémicos. Es un síntoma de un enfoque errado que se viene repitiendo. En lugar de buscar renovación, el próximo gobierno parece decidido a reciclar figuras que ya demostraron sus limitaciones. Si el crimen organizado avanzó como lo hizo en su gestión pasada, ¿qué podemos esperar ahora?
Ahora como oposición, quienes creemos en la Coalición Republicana como un proyecto viable y necesario, debemos ser claros: este tipo de decisiones debilitan aún más la confianza en un sistema de seguridad que ya está golpeado. No se trata de criticar por criticar, sino de señalar que, si queremos un país donde la seguridad sea prioridad, esto no es el camino.
Lo que está en juego no es solo el futuro del Frente Amplio, sino el de todos los uruguayos. La inseguridad no distingue colores ni partidos, pero las malas decisiones sí tienen consecuencias para todos. Si seguimos apostando a figuras que representan el pasado, no avanzaremos hacia el futuro que Uruguay necesita.
Hoy más que nunca, debemos insistir en la importancia de la renovación y la transparencia en la gestión pública. No podemos permitirnos retroceder en un tema tan fundamental como la seguridad. Uruguay merece líderes que estén a la altura de los desafíos y, lamentablemente, este nombramiento no parece ser una muestra de eso.