Política Internacional

Cumbre entre imperialistas

Lorenzo Aguirre

“Hubo muchos puntos en los que estuvimos de acuerdo … la mayoría, diría yo”, expresó Trump. Luego, acotó: “un par, importantes, aún no llegamos, aunque hemos avanzado … ¡pero no hay acuerdo, hasta que haya acuerdo!”. ¡Brillante, Donald, brillante! “Tuvimos una reunión sumamente productiva – agregó el mandatario -, y estamos controlando la situación”. … ¡pero no hubo trato! Donald Trump, acompañado del Secretario de Estado, Marco Rubio, y el Enviado Especial para Oriente Medio y Mediador para el Kremlin, Steve Witkoff, recibieron en la “Base Aérea de Elmendorf – Richardson”, Anchorage, Alaska, al presidente ruso Vladímir Putin, junto al Ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el Asesor en Política Internacional del Kremlin, Yuri Ushakov, con los honores protocolares en suelo estadounidense – adquirido a través de la venta del imperio ruso en 1867, y que casi un siglo más tarde se convirtiera en territorio clave durante la Guerra Fría -, para conversar y llegar a un pacto sobre el conflicto bélico en Ucrania.

Luego de 10 años de aislamiento occidental, Vladímir Putin regresaba a Estados Unidos y miraba desde la ventanilla de la limusina blindada de Trump, dejando de ser “paria” para muchos presidentes, y “persona non grata” en gran parte de gobiernos, los cuales guardaron la arrogancia al aceptar la reunión en Alaska, lugar no integrante de la Corte Penal Internacional, quien tiene una orden de arresto sobre el presidente ruso, por crímenes de guerra.

Para Putin, el compromiso en un proceso de paz viene mucho tiempo después de una acción bélica, luego de interminables negociaciones. Donald Trump tuvo que esconder sus promesas de levantarse, e irse, si no le gustaba qué cosa manifestaba su homólogo ruso, y dar orden de tomar iniciativas con consecuencias severas para Moscú, si la guerra con Ucrania no finalizaba. Por lo expresado, se perdieron en el olvido esos destellos cósmicos de Zeus, y la prepotencia, “en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme”, según el Quijote.

Como si fuera poco, Trump dejó la exigencia de “alto inmediatamente el fuego”, pautando cambios radicales para Estados Unidos, y una manera más amable de flexibilizar negociaciones. Si bien en un principio afirmara alcanzar de forma rápida la paz, ahora resiste no solo los pedidos de Ucrania – ¡550 dólares mensuales que Zelensky ofrece por permanecer como voluntarios en la línea de frente, o 4.800 billetes verdes por actuar en combate, no seducen! -, sino también a líderes europeos, para presionar a Putin y poner punto final a la contienda.

Esa guerra, hasta el momento se llevó casi un millón de soldados rusos – al respecto, Moscú está frenando información – y más de cuatrocientos mil ucranianos – Kiev, tampoco divulga cifras -, pero la realidad es, que, ningún conflicto bélico soviético, o ruso, desde la II Guerra Mundial, se acerca al actual en cuanto a índices de víctimas mortales.

Ucrania, que reza por recibir armas mientras las tropas intentan aguantar, pidió excluir de Naciones Unidas a Rusia, pero la “Carta de la Organización” no prevé la posibilidad de privar de su estatus y derechos a un “Miembro Permanente del Consejo de Seguridad”, a la vez que el Secretario General de la “ONU”, António Guterres –  apoya el socialismo ortodoxo -, manifestó: “los esfuerzos del despacho están enfocados en otros asuntos más importantes, como por ejemplo mantener la exportación de alimentos, y no en buscar que, Ucrania y Rusia, establezcan conversaciones de paz”.

Volviendo a la Cumbre en Alaska; lo más cerca que se llegó fue la propuesta de Putin, hacia Ucrania, exigiéndole ceder un tercio del Donbas – Luhansk, y Donetsk -, a cambio de “congelar” las líneas del frente, en Jersón, y Zaporiyia.

Mirando los hechos y recordando reiterados incumplimientos, como así también falsas palabras por parte del autócrata ruso, la transacción podría llegar a un rápido “descongelamiento”, entonces en cualquier momento el lugar transferido… ¿no serviría como soporte para un nuevo alzamiento?¡Al fin de cuentas no existe ninguna señal pacificadora!

Ahora, Trump, señaló que la responsabilidad de paz recae en Volodímir Zelenski, y afirmó además que, Ucrania, no debería recuperar Crimea ni unirse a la “Organización del Tratado del Atlántico Norte”.

De acuerdo a lo expresado… ¿no regresará a presionar a Ucrania para una paz impuesta, pero validando la invasión, y legitime su resplandor desde el Nirvana respecto a que dos Estados remasterizarían las fronteras?

La ocupación a Ucrania se ha transformado en un punto de inflexión en el viejo continente, y si Rusia, arrasa, la “OTAN” y Putin estarán un poquitín más cara a cara dentro de una proyección desde los Estados bálticos y Polonia, pasando por Rumanía y Bulgaria, mientras Bielorrusia – desde allí, el asesino ex agente de la “KGB”, lanzó la avanzada – afirmaría su conversión como satélite de Moscú, desde donde, el Kremlin, asentaría totalmente su estructura nuclear.

Ahora, Ucrania … ¿es para Putin el más importante y sustancioso menú? La compulsiva desinformación por parte de Rusia posiblemente busque distraer la atención, cuando en realidad los verdaderos y ambiciosos objetivos del zarista, sean otros.

Acaso ese movimiento en el tablero de guerra podría ser una operación para negociar el papel que llevará adelante Estados Unidos en la Unión Europea, pues, Putin, busca que se retire el armamento nuclear, “liberar” centros que otrora fueron de la Unión Soviética, y no se estimule a países que formaron parte de la vieja URSS, a ingresar en la “OTAN”.

A fin de cuentas, si se destruyó el “Pacto de Varsovia” también se debería “poner término a dicha organización”, pues, cuando Yeltsin y Gorbachov tiraron abajo la Unión Soviética, Europa miraba todo de una manera terrorífica porque de algún modo prefería que continuara existiendo.

Si lo expresado es algo gordo y con hipercolesterolemia ancestral, recordemos que, tanto Mitterrand, como Thatcher, en alguna medida edulcoraron y luego estimularon a Gorbachov para que, el famoso “Muro de Berlín” siguiera imponiendo su energía, su presencia, porque una Alemania terriblemente fuerte podría llegar a ser majadera para la Unión Europea.

El ego, la arrogancia del presidente Donald Trump, lo ha llevado a declarar ser el “mejor negociador del mundo, y tener el poder de poner fin a las guerras”, prólogo para reiteradas y cargosas solicitudes a un “Premio Nobel de la Paz”.

¿No reclamará también una condecoración a la humildad, por su “legado pacificador”?

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