Entre “Memorándum Budapest”,
y “Centinela del Este”
Lorenzo Aguirre
El “Memorándum Budapest”- firmado en Hungría en diciembre de 1994 – ofreció resguardo por parte de sus signatarios, en relación a la adhesión de Ucrania al “Tratado de No Proliferación Nuclear”. Dicho acuerdo fue suscripto por Estados Unidos, Reino Unido, y Rusia, a los cuales se sumarían China y Francia. El expediente, estableció que, Ucrania, cediera a Rusia el tercer mayor arsenal nuclear del mundo a cambio de “garantías de seguridad” por parte de cinco potencias nucleares. Durante la Guerra Fría – enfrentamiento político, económico, social, ideológico, militar y propagandístico que tuviera lugar después de la II Guerra Mundial con los dos bloques principales, Occidente (capitalista), y Oriente (comunista) -, desarrollada desde 1947 a 1991, la Unión Soviética almacenó miles de ojivas nucleares dentro de Ucrania. Cuando la URSS colapsó, Ucrania se independizó, encontrando en su territorio 2000 cabezas explosivas. A partir de allí, Ucrania se colocaría como potencia nuclear, teniendo solamente por delante a Estados Unidos, y Rusia. Al igual que dichos países, a Reino Unido el hecho le provocaría alergia, y entonces en 1994 ofrecieron a Ucrania una “promesa de protección” – a cambio de dejar el arsenal – a su independencia y fronteras. Hoy, la palabra empeñada se ha quebrantado; Rusia, anexó Crimea, invadió Ucrania, y Occidente mantiene una postura ambivalente para abrigarla.
Como si fuera poco, Polonia recurrió al Artículo 4 del “Tratado” de la “OTAN” luego que aviones de combate de la alianza derribaran drones rusos que ingresaron por tercera vez en el espacio aéreo de Polonia, provocando por primera vez un combate en territorio de un miembro de la organización de referencia. El país violentado manifestó que, el articulado, expresa el compromiso de tratar un ataque contra un socio, como agresión a la alianza, pero, a decir verdad, lo señalado está establecido en el Artículo 5. Lo que realmente sucede, es, que, al invocar el numeral cuarto, Polonia permite a un Estado integrante comenzar un debate sobre amenazas a la seguridad, pero ese ítem no compromete a la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” a intervenir militarmente, y es dicha alianza quien debe evocar el digital.
Entre tanta verborragia, se establece como un artículo pautando implicancias militares, pero vendría bien estudiarlo y profundizarlo, pues, en realidad, el “Tratado” señala que los integrantes de la “OTAN”, “ayudarían” a quien ha sido atacado.
Ahora, el conflicto en Ucrania podría llegar a una escalada convertida en choque entre Rusia, y la Alianza, y lo narrado viene a cuento porque los integrantes de dicho bloque se encuentran activando las defensas aéreas a efectos de dar protección a Polonia, especialmente a través de Alemania, Italia, y Países Bajos.
Polonia, forma parte de la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” desde 1999, luego de reestablecida la democracia, después de la caída de la Unión Soviética, más allá que, la reunificación de Alemania significara compartir frontera con un miembro de la “OTAN”.
Rusia, guarda sepulcral silencio sobre el altercado, limitándose a manifestar por intermedio de su Ministro de Defensa: “no había planes de asaltar ningún objetivo en Polonia” … una vez, en un tiempo, Vladímir Putin señaló no tener intención de atacar Ucrania…
Por su parte, Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia – cargo ocupando ininterrumpidamente desde 1994, y cuyo gobierno fuera denunciado por violaciones a los derechos humanos -, no perdió tiempo en lisonjear y lustrar el escritorio del autócrata de Moscú: “los drones rusos ingresados en el espacio aéreo polaco, lo hicieron por accidente” … “sus sistemas de navegación se bloquearon”.
¡Al parecer fue un “accidente” mantenido durante 50 minutos!
El problema también radica que, dicho sistema se “bloqueó” en todas direcciones, pues, Rumanía, denunció asimismo el ingreso de un dron ruso violando el espacio aéreo, convirtiéndose de esta manera en el segundo país de la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” afrontando dicha insolencia – posteriormente, drones rusos sobrevolaron Letonia, Lituania, y Estonia, según declaraciones del Secretario General de la “OTAN”, Mark Rutte -, pues la “incursión” se transformó en una total falta de respeto a las normas de derecho internacional, una verdadera infracción a la soberanía de un Estado miembro de la Unión Europea, evidenciando por parte de Rusia, una expansión de guerra.
Donald Trump manifestó estar dispuesto a imponer duras sanciones a Rusia, pero a cambio, la “OTAN” no puede comprar petróleo ruso. Más allá de la actitud del mandatario estadounidense, Vladímir Putin intensificó los ataques a Ucrania luego de la recordada “Cumbre de Alaska” con el presidente de los Estados Unidos.
VIGILANTE PROTECTOR Para potenciar la defensa del flanco oriental de Europa – luego de las “correrías” de drones rusos -, la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” puso en marcha “Centinela del Este” – inspirada en la operación “Centinela del Báltico”, en respuesta al sabotaje de cables en el mar de referencia -, “programa” que involucra a Francia, Alemania, Reino Unido, y Dinamarca, entre otros, a efectos de fortalecer la posición de la Alianza, a través de “capacidades mejoradas”, defensas aéreas, y mayor fluidez de información.
Con total cinismo, el vicepresidente del “Consejo de Seguridad de Rusia”, Dimitri Medvedev, advirtió: “el derribo de drones rusos por parte de la “OTAN”, implica el estallido de una guerra entre Moscú, y la Alianza Atlántica”.
La guerra de Rusia contra Ucrania, más allá de la forma proyectada y del comportamiento controvertido de militares de un lado y otro, es un crimen – ¡guste, o no! -, pero, como los altos jerarcas protagonistas desprecian la impopularidad, buscan entonces inclinarse como moralistas mientras se encubren entre medias verdades, mentiras, y ambigua retórica, pero igualmente dejando al descubierto la incontinencia inmoral que atraviesan desde cierta vez en un tiempo hasta nuestros días, junto a otros impermeabilizados de buena parte putrefacta de la sociedad.
Al parecer, por largo tiempo tendremos guerra … quizá, “sea mejor dejarnos de tonterías”, y se “quiten las ganas” … ¡al fin de cuentas no son peripatéticos, y, además, un día dejarán de respirar!