Política nacional

Fructuoso Rivera, símbolo de libertad, independencia e identidad

Daniel Manduré

Inolvidable fue la jornada vivida el pasado sábado de reivindicación a la inmensa figura de Fructuoso Rivera. Entre tantas jornadas que hemos vivido estos últimos tiempos en busca de rebatir con argumentos tanta mentira y tanta farsa en torno al caudillo “Don Frutos”. Momentos de profunda emoción, reencuentro y reafirmación de valores.

Ese día amaneció con la histórica Casa del Partido Colorado y el monumento del caudillo en Tres Cruces pintarrajeada con frases que intentan ser hirientes pero que solo demuestran el grado de intolerancia de un puñado de fanáticos y cobardes que incitando al odio y a la violencia tanto mal le hacen a la república. Nada iba a poder empañar tan importante jornada.

Hay en estos momentos una mezcla de sentimientos encontrados entre el orgullo y la fuerte convicción de sentirse profundamente identificado con los valores de nuestra divisa y de sus hombres y la pena y tristeza de tener que salir a reivindicar momentos históricos cuando no debería ser necesario hacerlo. No ha quedado otro camino frente a la mentira, difamación, desinformación y mala fe.

La historia es la clave para comprender el presente y poder proyectar el futuro de la mejor manera. Interpretar momentos, analizar la evolución de las sociedades e investigar con pensamiento crítico.

Recordar el pasado permite reconstruir y reafirmar nuestra identidad, lograr comprender mejor el presente que nos toca vivir y poder afrontar de mejor manera los desafíos que impone el futuro. Atesorar esos momentos históricos que nos define como sociedad. Abrazarlos, porque son nuestros, de todos. Reivindicar nuestros valores, defenderlos y no permitir que nada ni nadie, con fines espurios, distorsionen a su antojo ese pasado. Reivindicar hombres que con sus fortalezas y debilidades, aciertos y errores, en los campos de batalla y a punta de sable, en el dialogo y el acuerdo, forjaron los destinos de la república.

Nuestra más rica historia. La de todos.

Recordar tiene su valor, no como una regresión nostálgica que nos lleve a idealizar un pasado que no fue o escapar de las dificultades del presente sino como una actitud de aprendizaje y superación. Reivindicando momentos como forma también de contrarrestar a aquellos que buscan distorsionar la historia.

Reivindicar el pasado, con datos y documentación seria y fidedigna para poner las cosas en su lugar. Para ahuyentar los falsos relatos, derrumbar mitos, desterrar impostores y desenmascarar la mala fe.

Analizar el pasado sin rigor histórico nos lleva a juicios de valor alejados de la realidad, con conclusiones injustas y comprensiones erróneas. A veces sin querer hacerlo y otras con una notoria mala intención.

Aplicar criterios o visiones actuales sobre acontecimientos pasados es equivocado. Es imposible con nuestra mirada actual poder acercarse a entender en su plenitud acontecimientos históricos de hace doscientos años. Ese anacronismo de juzgar el pasado con los ojos del presente.

Es triste ver a aquellos que pretenden imponer relatos falsos, tergiversar por desconocimiento o por mala fe la historia, mezclar la realidad con ficciones literarias, repetir como loro hechos falsos, difamar injustamente. Esa búsqueda casi que fanática de algunos y seguidas por otros, donde se trata de transformar momentos históricos en leyendas negras, que no son tal, todo lo contrario.

Difamar la figura inmensa de Fructuoso Rivera parece ser una constante de algunos, en especial de sectores de izquierda que buscan a través de pegarle a Rivera dañar a su partido, el Partido Colorado.

 Rivera fue el caudillo más popular de su tiempo. Definió la independencia de la república. Entiendo, esto a algunos hasta el día de hoy les pesa. Pero esa es la realidad. Es imposible entender nuestra independencia sin el rol fundamental y decisivo de Rivera. El que derrotó a Manuel Dorrego en Guayabos en 1815. El que estuvo al lado de Artigas en 1817 mientras otros huían para ponerse a las órdenes de Bs As. El que se mantuvo a su lado cuando fue derrotado en 1820. Su audaz campaña en la Cruzada Libertadora que culmina en el gran triunfo de Rincón como antesala a la victoria de Sarandí. El de la campaña de las Misiones en 1828 que llevó la guerra a terreno brasileño. Forjando la independencia nacional. El que triunfa en Cagancha en 1839.

Podrán intentar difamarlo, pero Rivera fue el más fiel de todos los oficiales de Artigas. Fue su preferido. Se transformó en su mano derecha.

Nada mejor que un prestigioso historiador nacionalista que lamentablemente nos abandono tempranamente para describir la figura de don frutos: decía Linclon Maiztegui: “Fue para Artigas su hombre de mayor confianza, por encima de las debilidades de todo ser humano y su espíritu pragmàtico, tuvo siempre como norte la libertad de su patria, el que nos defendió con Artigas de los españoles, con Lavalleja contra los brasileños, que enfrentó solo contra los intentos porteños de dividirnos y contra las ambiciones del tirano Rosas. Heredò una fortuna y murió en la miseria. De norme carisma, mujeriego empedernido, esposo gentil, sus crueldades e intransigencias fueron las de su tiempo y no es màs justo enrostrárselas a el mas que a Artigas o a Oribe. La historia recoge su impar aporte a la genesis y consolidación del Uruguay independiente. Es sin dudas Rivera el más fascinante de los caudillos orientales”. Huelgan los comentarios frente a los preclaros conceptos de Maiztegui.

Es triste ver como algunos e incluso algún “historiador” utiliza como verdad casi que revelada en Salsipuedes un relato de ficción escrito por Eduardo Acevedo Diaz en “La cueva del Tigre” y la repiten cual loros, algunos por ignorancia otros con una comprobada mala fe.

Lo decía Jorge Luis Borges en el cuento “Tema del traidor y del héroe”, “que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso, que la historia copie a la literatura es inconcebible”. Agrego: Tan reprobable como triste.

El prestigioso antropólogo Daniel Vidart decìa, desterrando mitos: “se ha inventado una mítica Charrulandia que tanto mal le ha hecho a las mentes ingenuas y que, al cabo, carnavaliza las antiguas y respetables culturas de aquellos valientes aborígenes”

Los datos, la documentación y los hechos marcan el camino. La farsa y la mentira nunca va a poder prosperar.

Rivera fue, es y será símbolo de libertad, independencia e identidad. Rivera es la repùblica.

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