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Cuando la verdad desarma los discursos demagógicos

Tabaré Viera

Las palabras del subsecretario de Economía, Martín Vallcorba, no son un desliz: son una explosión de realidad y sinseridad. Admitió que el programa de gobierno del Frente Amplio es “impagable”, una “quimera” imposible de financiar. Lo dijo sin medias tintas: “no se puede hacer”, afirmación que cayó como una bofetada para cientos de militantes que recorrieron el país con la convicción de construir una transformación real, no un catálogo de promesas incumplibles.

Ese programa, como el militante que lo llevaba bajo el brazo en comités de base hoy, constata que no era una plataforma viable: era un castillo de naipes armado sobre un costo reconocido de cinco o seis puntos adicionales del PIB, según el propio Vallcorba, sin que hubiera un plan creíble para conseguirlos. Hoy la pregunta clama por una respuesta: ¿cómo se vendió un sueño sabiendo que era una ficción?

MENTIR PARA GOBERNAR Es más que una contradicción: es una traición a los votantes y a la propia base política. El Frente Amplio ganó mintiendo; convenció con un relato que hoy admite no poder cumplir. El daño no es solo a su credibilidad, sino al sistema democrático, que se erosiona cuando la palabra pública carece de respaldo financiero real.

NO A LAS AVENTURAS POPULISTAS Lo que al menos sorprende es la franqueza de Vallcorba. Al reconocer que el programa era imposible, se distancia —aunque tarde— de las aventuras populistas de la región que llevaron a países como Venezuela o Argentina al colapso económico. Es un alivio saber que no quiere repetir ese camino de endeudamiento irresponsable e inflación descontrolada. Sin embargo, la sombra del engaño persiste: el FA llegó al poder mintiendo. Y eso es imperdonable.

CONCLUSIÓN CONTUNDENTE Celebro que Vallcorba haya hablado con honestidad, aunque haya sido tarde. Celebro que haya admitido lo evidente: que el programa del Frente Amplio era una quimera sin financiamiento. Pero lamento profundamente que esta fuerza política haya ganado una elección mintiendo al pueblo que confió en ella. La mentira electoral no es estrategia; es traición.

Ahora ya hay voces que intentan reparar esas afirmaciones y decir que van a cumplir lo que prometieron, dialéctica que permita empujar hacia adelante una falsa esperanza.

EL PRESUPUESTO, ESPEJO DEL RUMBO Más allá de lo claramente enunciado por el Vice Ministro de Economía, el Presupuesto Nacional que acaba de ingresar ayer al Parlamento, no será una hoja de ruta ni un simple trámite contable: será el documento definitivo y confirmatorio, donde se verá si esas promesas electorales tenían sustento, o si como pensamos y ahora se reconoce, fueron parte de una estrategia para ganar votos. El Presupuesto habla con más franqueza que cualquier discurso: allí quedarán fijadas las prioridades, los ajustes y los recortes. Y el Frente Amplio habrá de mostrarse tal como es: ¿un gobierno con audacia realista o un proyecto basado en un relato vacío?

Como advirtió Mario Vargas Llosa: “La corrupción no se combate con el cinismo, sino con la verdad”. Hoy celebro que, al menos, se diga la verdad. Pero jamás seré cómplice del cinismo que seca la confianza ciudadana y degrada la política.

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