Política nacional

Daremos batalla.  No al fusionismo. 

En octubre separados.


Eduardo Fazzio

La esperanza de renovar el Partido Colorado con convicción y empatía. En el comienzo de un nuevo ciclo político, el Partido Colorado enfrenta una disyuntiva profunda. De un lado, la necesidad de reconectar con la sociedad uruguaya. Del otro, una incertidumbre interna que inquieta a militantes y votantes en todo el país. La ambigüedad dirigente con que se aborda la figura de la Coalición Republicana (CR) —y su eventual proyección como Lema Nacional— ha abierto un debate inevitable. Un debate que, lejos de ser una fractura, puede ser una oportunidad: la de construir un proyecto renovado, firme en sus convicciones y sensible en su vínculo con la gente.  No aceptamos correr el riesgo de ir a una fractura, sin antes expresar con firmeza nuestros argumentos. Esta reflexión no nace del enojo ni del desencanto, sino del deseo de aportar. Y sobre todo, del convencimiento de que hay una sensibilidad colorada batllista —silenciosa pero viva— que aún no encuentra su voz clara en la política actual y que no se encuentra cómoda con algunos manejos y declaraciones públicas.  Por tanto, es con el mayor cuidado y respeto.


UN PARTIDO CON HISTORIA Y PRESENTE POR CONSTRUIR El Partido Colorado, fundado en 1836, ha sido un pilar fundamental en la historia institucional del Uruguay. Sin embargo, desde 1999, ha sufrido un proceso de debilitamiento electoral que lo ha relegado a un lugar periférico en el tablero político. En 2024, el Frente Amplio volvió al gobierno con Yamandú Orsi, y el Partido Colorado alcanzó el 16%. Las recientes elecciones municipales, salvo el excepcional Rivera y parcialmente Salto, no arrojaron los resultados esperados. Estos datos invitan a una revisión serena y profunda. Porque cuando se pierde tracción no es sólo por falta de nombres o aún de estrategia: también hay que preguntarse si el partido está logrando representar —con autenticidad— los valores que alguna vez movilizaron a generaciones enteras. 

Porque como mínimo no estamos comunicando como debiéramos.

DISCURSOS NECESARIOS, PERO INCOMPLETOS Las dos principales líneas internas del partido —ambas legítimas y valiosas— ofrecen enfoques que, sin embargo, podrían enriquecerse. Una se apoya en una narrativa liberal institucionalista, centrada en la reforma del Estado, la apertura comercial y la eficiencia técnica. La otra, más combativa y antifrentista, asume un perfil claramente opositor al gobierno, con énfasis en la continuidad de una retórica coalicionista. Pero ambas, en sus estilos diferentes, tienden a alejarse de una dimensión esencial de la política: la conexión emocional con la vida real de la gente y las raíces espirituales liberales y socialmente solidarias.

No se trata de caer en un emocionalismo superficial, sino de comprender que la ciudadanía espera sentir respuestas a sus necesidades cotidianas. Esas respuestas no deben ser solo racionales: deben tener raíz ética, una expresión cultural, y un foco social con capacidad de movilizar. Y ser reconocibles por la sociedad.

EL RIESGO DE LA DILUCIÓN IDENTITARIA Y LA DESAPARICIÓN PARTIDARIA En este contexto, ha surgido la advertencia de que en 2029 habrá Coalición Republicana en todos los departamentos o en ninguno. Esta afirmación, que puede tener su lógica electoral, no debería hacernos perder de vista lo esencial: la identidad no puede subordinarse a la táctica. En 2020 ya se transitó un camino parecido en Montevideo, cuando el Partido Colorado se abstuvo de competir bajo su propio Lema, respaldando una candidatura que terminó orbitando el proyecto del Partido Nacional, fuimos pocos los que nos opusimos. Es necesario aprender de esa experiencia: cada vez que nos diluimos, otros ocupan el espacio que dejamos vacío.

La semana pasada el secretario general del Partido Colorado, el Senador Andrés Ojeda, declaró que, para las próximas elecciones, está claro y decidido que va a haber Coalición Republicana, “si vamos a octubre con un candidato o con cuatro o con cinco o con lo que sea, es una decisión del futuro” indicó, entre asertivo y ambiguo.  Siento que este tipo de mensajes oblicuamente fusionistas inducen a la descapitalización política partidaria, y más aun careciendo del respaldo de la Convención.

La CR, como herramienta departamental, es legítima y conveniente en ciertos contextos.   Como apelativo del pasado acuerdo de gobierno, fue mejor que llamarla Multicolor, hasta allí.  Pero si mentar lo departamental deslizándose hacia lo nacional se transforma en una maniobra dialéctica para disimular los planes de fusión partidaria, estaremos conspirando contra la existencia del coloradismo. 

Como he señalado anteriormente en Opinar, «el coalicionismo ha operado como un neutralizador, anestesiando la crítica y regalando la alternativa política al FA». Si el Partido Colorado no defiende sus ideas con voz propia, difícilmente será escuchado por quienes alguna vez lo acompañaron. Seremos cada vez menos y más dependientes del Partido Nacional, un mero sublema.  Y la fuga hacia el FA será mayor que los resultados a cosechar.

BATLLISMO VIVO: MÁS ALLÁ DE LOS MUROS PARTIDARIOS

El batllismo no es un recuerdo ni una doctrina para nostálgicos.  Pertenezco a la generación influenciada por el pragmatismo de Julio y la radicalidad de Jorge. Es una sensibilidad viva, que viene de aún más atrás y que hoy se expresa en miles de uruguayos que valoran la educación pública, creen en la movilidad social, aspiran a un Estado eficiente pero justo, y defienden la libertad como condición del progreso.   ¿Dónde dejaremos la fuerza de las ideas sobre las que escribió Sanguinetti y el Espíritu Nuevo libertario que actualizó Batlle Ibáñez?  Porque, antes que nada, antes que razón, antes que dispute por poder, somos pensamiento solidario y filosofía liberal.

La discusión sobre si el batllismo está en el Partido Colorado o en el Frente Amplio es, en última instancia, estéril.  El batllismo está en la gente. Y la misión del Partido Colorado es representarlo con autenticidad, sin concesiones, sin mimetismos, sin renuncias. Donde no está es en el Partido Nacional, seguro.  Resulta incomprensible desatender esa idealidad.

UNA NUEVA ACTITUD PARA UN NUEVO TIEMPO No se trata de confrontar caprichosamente con las líneas actuales del Partido. Se trata de volver a cultivar la sustancia. De construir una visión que complemente, enriquezca y devuelva profundidad al debate colorado.

Una visión que pueda convocar a dirigentes intermedios, militantes sin lugar, jóvenes con expectativas genuinas, y votantes que se alejaron porque dejaron de verse reflejados. No es cuestión de edades, sino de actitud. La renovación no vendrá solo de caras nuevas, sino del liderazgo de quienes impulsen proyectos con claridad, sensibilidad y contenido.

Hoy muchos ciudadanos no logran advertir diferencias entre blancos y colorados. No porque seamos lo mismo, sino porque el empobrecimiento identitario ha conducido a una lógica de poder que, envuelta en antifrentismo, ha vaciado al partido de relato. Y cuando todo se justifica, ya nada es justo.

ANTICIPANDO OBJECIONES DE LOS COALICIONISTAS Algunos compañeros sostendrán que sin oposición firme no se gana terreno. Otros, que sin técnica no hay seriedad. Ambos tienen razón, parcialmente. Pero la política exige síntesis. Ser firmes y empáticos. Rigurosos y humanos. La convicción no excluye la responsabilidad. Y la responsabilidad no debe vaciarse de ideas. La CR no es un pecado ni un error en sí misma; lo sería si se transforma en un vehículo para la fusión sin contenido, una carroza vacía que confía en que el arrastre electoral suplirá la falta de relato propio, cosa que no será así.  El fusionismo expulsará miles de votantes hacia el Frente Amplio.

Algunos se aferran a que de haber habido CR nacional se hubiera obtenido una banca más para el Partido Nacional.  Eso es hipotético y contra fáctico.  A mi entender la binarización electoral termina facilitando la amplificación del FA, dejando que improvise nuevas tendencias de discurso socialdemócrata para seguir drenando votos al Partido Colorado.

UNA INVITACIÓN A PENSAR, DEFENDER Y CONSTRUIR Este no es un manifiesto rupturista, ni una queja disfrazada. Es una invitación a iniciar un proceso de deliberación política honesta dentro del Partido. A quienes sienten que algo esencial falta en el discurso actual. A quienes creen que se puede hacer política con sensibilidad y firmeza, con ideas y con alma. Que ese es el verdadero camino: el que conmueve, el que inspira, el que construye.

Hablo a dirigentes intermedios, militantes que se sienten sin lugar, jóvenes que llegan con expectativas genuinas, y votantes que se alejaron porque dejaron de verse reflejados. Si este pensamiento resuena, no es casualidad: es justamente lo que ha faltado. Y también lo que urge recuperar.

Porque somos muchos los que sentimos que hay una batalla justa por dar. Intelectual, moral, ciudadana. No contra nadie en particular, sino a favor de algo esencial: la dignidad política de nuestro partido, su historia viva, su rol futuro.

DAREMOS BATALLA, SÍ. YO RECOMIENZO HOY Y AQUÍ. CON ARGUMENTOS, AFECTO Y CONVICCIÓN. Porque las grandes transformaciones no nacen del poder, sino de la coherencia de quienes —aun sin cargos— no renuncian a sus ideas.

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