Política Internacional

El hombre que sabía demasiado

Fátima Barrutta

Hace unos días murió en Ibiza, a los 80 años, el filósofo y escritor español Antonio Escohotado.

Vale la pena recordarlo porque, como lo reconoció en vida, nunca fue grato a los partidos mayoritarios españoles, por su afán constante de no encasillarse en falsas dicotomías.

Tempranamente se manifestó a favor de la despenalización del consumo de todas las sustancias psicoactivas, y legó a la posteridad un libro que es la suma de conocimientos en la materia, la Historia general de las drogas.

Recién cuando este punto de vista dejó de ser escandaloso y empezó a ser admitido en círculos intelectuales influyentes, Escohotado asestó otro golpe genial a los paradigmas académicos y políticos.

En los tres tomos de su libro “Los enemigos del comercio” derriba con precisión y sin piedad el tinglado de falsas creencias del marxismo y se transforma en un paladín de la libertad económica. Reconoce que el libre mercado, lejos de promover concentración de riqueza, multiplica oportunidades en beneficio de la sociedad en su conjunto. Y se transforma en un certero destructor de los lugares comunes que se difunden como supuestas verdades reveladas.

Para muestra basta citar sus declaraciones al periodista Martín Aguirre de El País, cuando Escohotado visitó Uruguay, en marzo de 2019: “el fenómeno que se llama ‘corrección política‘, que a su vez es la traducción de lo que antes llamábamos posmodernidad y relativismo cultural: el gran camelo es este. Como el mundo no va donde algunas personas, intelectuales y artistas quisieran que fuese, que tampoco tienen una idea muy clara de a dónde querrían que fuese. Porque todas estas personas tienen en común ser muy frívolas intelectualmente, haber leído lo mínimo, o sea querer enseñar, pero no querer aprender. Entonces claro, la contrariedad de estas personas por no ser los reyes del planeta, se manifiesta en signos como ‘hay una conjura de ricos para acabar con la humanidad‘, ‘el planeta se está consumiendo‘, ‘todo va fatal‘.

 El amarillismo mostró su capacidad de venta ya desde tiempos de Dickens y de Víctor Hugo, que vendieron muchísimo, y todo lo que decían era mentira.

Por ejemplo Los Miserables, el argumento central es que Jean Valjean ha ido a galeras perpetuas por robar una barra de pan.

Si se estudia el código penal vigente francés de la época, se comprobará que uno de los supuestos de inculpabilidad es el hurto famélico.

O sea una novela de 1600 páginas se basa en un embuste gigantesco. ¿Qué le parece?”

Escohotado también impugna las opiniones de quienes abominan de las redes sociales como fuente de información e intercambio de ideas. Sobre internet dice sin medias tintas: “Yo creo que es maravilloso. Al fin los cotos cerrados, los monopolios de información, todo se lo lleva por delante internet. Lo veo por mi propia obra. Mi obra estaba ya terminada hace unos 15 años, pero había un muro de silencio que establecían a mi alrededor los marxistas, los conservadores, y con eso consiguieron mantener mis trabajos de sordina. Mis últimos seis libros no aparecieron mencionados en ningún punto de la prensa española. Cuando empezó a ampliarse internet, cambió todo”.

Frente a la pregunta sobre la deformación que producen los trolls y sus fake news, agrega: “Internet va a acabar con los tontos y los malos, créame. Lo que pasa es que puede tomar 10 o 20 años. Cuando se desarrolle en manera suficiente la inteligencia artificial, la clase política y los ladrones van a ver que la cosa se les pondrá muy difícil. Muy difícil.

Aquí, una vez más, hay que contraponer el alarmismo agorero catastrofista a la maravillosa realidad de que al fin gracias a internet, ya tenemos la inteligencia objetiva funcionando. Y esto es la mejor noticia que ha tenido la humanidad desde que descubrió el fuego”.

Una visión optimista que es a la vez desafiante y contestataria.

Antonio Escohotado habló y escribió desde el conocimiento, a diferencia de tantos que vociferan prejuicios basados en su propia ignorancia.

Su vida pudo haberse extinguido pero nunca se perderán sus enseñanzas.

No solo en aportes intelectuales concretos, sino en el ejemplo de una forma de pensar abierta, desprejuiciada y transgresora.

Vivirá en nosotros.

Compartir

Deja una respuesta