Política nacional

El Uruguay invisible

Fátima Barrutta

Una de las grandes enseñanzas que nos deja la crisis hídrica es que, muchas veces, los temas que nos desvelan a quienes ejercemos actividad política son los que ocupan la agenda informativa, pero no siempre los verdaderamente importantes.

Por eso el Frente Amplio se tomó casi una década en decidir qué hacer con la represa de Casupá, y el actual gobierno inició el proyecto Arazatí tomándose el tiempo habitual del proceso administrativo.

A ellos y a nosotros nos faltó el sentido de urgencia para entender que la situación hídrica era compleja y que bastaría una sequía extensa, para entrar en una crisis como la que estamos padeciendo.

Y es que el problema fue invisibilizado, porque se daba por resuelto o se entendía que podía enmendarse con proyectos de largo plazo, algo que ahora comprobamos que fue una imprevisión.

Los gobiernos anteriores postergaron una inversión imprescindible en agua potable, para priorizar la construcción de un estadio deportivo.

Hay una declaración a la prensa que en su momento hizo el entonces candidato opositor Jorge Batlle, que ahora está reapareciendo ante la opinión pública, mostrando la tremenda capacidad de previsión del querido dirigente colorado y expresidente.

Así pasa con muchos temas urgentes y necesarios, que se postergan o se cajonean por estar invisibilizados, por no formar parte de los titulares de los medios de comunicación ni las campañas de las redes sociales.

Se necesitan líderes proactivos en los partidos, personalidades políticas que miren menos los temas que pide la gente en las encuestas y más los verdaderos desafíos que enfrenta el país en el corto y mediano plazo.

Así lo hicieron Sanguinetti y Jorge Batlle en sus épocas, así tenemos que volver a hacer los integrantes de la nueva generación de dirigentes.

Menos marketing y más visión de futuro.

Gobernar no para las próximas elecciones, sino para las próximas generaciones, al decir de Winston Churchill.

Por eso debemos sacar conclusiones de esta crisis hídrica de la que saldremos -pese al tremendismo demagógico que realiza el Frente Amplio y amplifica el kirchnerismo desde la vecina orilla- pensando en las otras cuentas pendientes de ese Uruguay invisible y cómo evitar que exploten como otras crisis en el futuro.

Estamos en el mes de la afrodescendencia y el combate al racismo sistémico de nuestra sociedad sigue siendo un debe al que no damos respuesta clara.

Es necesario seguir trabajando desde el sistema político en acciones afirmativas que equilibren la profunda desigualdad existente por la sola portación de un color de piel.

Estamos también a días del Día Nacional de Prevención del Suicidio, que se conmemora el 17 de julio próximo.

El presidente Lacalle Pou hizo bien en proponer una Rendición de Cuentas que fortalezca la inversión en salud mental y prevención de adicciones.

Pero como sociedad, ¿estamos haciendo lo suficiente para combatir el flagelo del suicidio, que en nuestro país tiene una vergonzante preeminencia en comparación con los restantes de la región y el mundo?

Hay esfuerzos escasos y mucha verborragia declarativa, pero hace falta la ejecución de un plan con énfasis en los jóvenes, que promueva soluciones concretas para tan grave situación psicosocial.

No es un mero reclamo al gobierno.

Es un compromiso que todos los uruguayos de buena voluntad deberíamos asumir: rasgar el velo de lo que posicionan las redes sociales y la prensa como temas principales y mirar cara a cara a ese país invisibilizado, que reclama soluciones tan urgentes y eficaces como la que hoy nos mueve por el agua.

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