Política Internacional

Elecciones Federales de Alemania

¡Adiós a los tiempos de Merkel!

Lorenzo Aguirre

El próximo domingo se llevarán a cabo las Elecciones Federales de Alemania, en la cual, una población votante de casi sesenta y dos millones, elegirá 709 escaños – 355 para mayoría – para el “Bundestag” (Parlamento Federal), órgano supremo legislativo cuyos representantes, a su vez, definirán el Canciller. Un total de 299 escaños serán mediante escrutinio mayoritario uninominal en circunscripciones de un solo miembro (se gana por mayoría simple), y 410 sillones a través de mayoritario plurinominal (voto en bloque) en circunscripciones de múltiples miembros. Con estas elecciones, llegan los últimos días de gobierno de Angela Merkel, líder de la “Unión Cristiana Demócrata” – primera mujer en el Gobierno Federal, manteniéndose dieciséis años al frente de Alemania, superando los catorce de Konrad Adenauer, canciller de la Alemania de posguerra -, que ha sido pragmática, y en buena medida sirviera como contención del populismo y el nacionalismo. Ahora, son otros tiempos, y la disputa es, entre Armin Laschet, actual presidente de la “Unión Cristiana Demócrata” y Ministro Presidente de Renania del Norte, Westfalia, defensor de la integración, de posiciones liberales, y Olaf Scholz, (SPD), socialdemócrata, Ministro de Finanzas, exalcalde de Hamburgo, vicecanciller, considerado un tecnócrata, y parco. Quién gane estos comicios no solo será responsable del destino de Alemania, sino que, además, en buena medida provocará una oscilación en los enfoques y acciones estratégicas en la Unión Europea, entrando en juego la hegemonía en el bloque.  

Angela Merkel siempre determinó posiciones claras, con una línea de continuidad dentro de una postura atenta, cautelosa, que, por supuesto dio frutos y permitió estabilidad, en base a movimientos sin riesgos.

Si vamos a los acontecimientos, en medio de una especie de caos europeo Merkel se ganó el respeto gracias a sus políticas austeras, más allá que, desde Grecia a España, fuera cuestionada debido a recortes presupuestales.

Últimamente, la Canciller, luchó por sostener un gabinete estable, pactando para poder lograr alianzas y transitar caminos de cooperación que fueron decisivos para afrontar los temas de peso.

No podemos negar que, la hegemonía de Angela Merkel en relación a la Unión Europea, se fue debilitando, provocando una oscilación a nivel político, económico, y social, impactando en particular en el presidente Emmanuel Macron, siempre respaldado – otras veces consentido – por la primera mujer alemana, la cual tuvo un estilo particular para unificar las relaciones internacionales, cosa que, a Macron, se le ha mirado siempre con escepticismo para líder del viejo mundo.

A modo de ejemplo vale recordar que, el mandatario francés convocó a una reunión de las dos cámaras – a efectos de presentar su interés de un “nuevo reordenamiento” -, y el lugar de encuentro fue Versalles, hecho que pusiera el grito en el cielo – ¡o en el infierno! – por parte de “Francia Insumisa”, de Jean – Luc Mélenchon, y todo el abanico comunista, quienes lo tomaron como una dirección hacia una “monarquía presidencial”, y un “europeísmo bonapartista”.

Aunque parezca raro, por aquellos lares la inestabilidad comenzó hace mucho tiempo, el viejo núcleo de la Unión Europea buscó pócimas mágicas para evitar desmembramientos, y Berlín intentó recomponer el rumbo del bloque ante limitaciones a un mercado único, y una Europa de “diferentes velocidades”.

Separemos el gas…

 de los derechos humanos

En mi opinión, la política del Kremlin será un serio desafío para el próximo gobierno de Alemania, quien se encontrará frente a una Rusia en plena acción de la infraestructura más importante, pues unos tres mil millones de euros ha costado la construcción de las tuberías del “Proyecto Nordstream 2”, gasoducto entre el Báltico y la frontera checa, en un accionar de equilibro de tendencias, posiciones económicas, y democracia liberal, con unas relaciones tensas, distantes, cuyos protagonistas son, Berlín, y Moscú.

El acuerdo, ocasionó molestias en Polonia, Estonia, Lituania, Letonia, y en particular Ucrania, que siente en real peligro su economía – al perder los ingresos por el tránsito de un gas ruso que, ahora, llegará a Europa a través del Báltico, recortando en mil quilómetros el viaje hacia Alemania -, además de provocarle suministros intermitentes en caso de quedar en medio de un posible conflicto entre Rusia y sus vecinos.

Más allá de lo expresado, la anexión de Crimea, como el apoyo de Vladimir Putin al régimen de Bielorrusia, estimularon un enfoque y una postura muy diferente en la política alemana, dejando claro que, la interrelación, es ahora bastante deprimida, llegando a la más baja frecuencia desde toda la época postsoviética.

La represiva política interna rusa, el control riguroso a los medios de comunicación independientes y organismos no gubernamentales, definieron las “bondades” del Klemlin, como especialmente su observación majadera a través de los servicios de inteligencia, hacia la Unión Europea, situación realmente crítica, sin horizonte claro, porque, Putin, está en oposición a las democracias liberales de occidente, en particular sobre política exterior, y seguridad.

Por lo expresado, el próximo gobierno de Alemania deberá urgentemente establecer, proyectar, una política conjunta con la Unión Europea, en relación a Rusia, y por supuesto, sin demoras pautar las líneas rojas para Alemania y el bloque de referencia, en cuanto a distanciamiento con Moscú.

Putin, aprovechó los últimos años – gracias a la incapacidad y también aletargamiento de Occidente – para desarrollar protagonismo en los conflictos tanto de Siria, o del Cáucaso, y ahora las cosas entre Alemania y Rusia cambiarán exponencialmente porque se puede predecir que, Moscú, afirmará su política exterior.

Candidatos

Armin Laschet (CDU), presidente de la Unión Cristianodemócrata – partido de Angela Merkel – de corte integracionista, y posiciones liberales. Intención de voto, 22%.

Olaf Scholz (SPD), socialdemócrata, considerado un tecnócrata. Según las encuestas, favorito, con 23%.

Christian Lidner (FDP), Jefe del “Partido Democrático Liberal”, ha buscado alianzas con los conservadores. Intención de votos, 16%.

Díetmar Bartsch – pragmático de Alemania Oriental –, y Janine Wissler, de posición radical. “La Izquierda”. Intención de votos, 6%.

Annalena Baerbock, “Los Verdes”, copresidente del citado partido ecologista, abogada en Derecho Público Internacional, sin experiencia en cargos de gobierno. Intención de votos, 18%.

Alice Weikel, economista, co -jefa de “AFD” (“Alternativa para Alemania”) en el Parlamento, y Tino Chrupalla, diputado, miembro del sector ultraderechista. Intención de votos, 10%.

Acuerdos entre partidos

La política exterior estuvo ausente en los debates, y lo relacionado con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pasó a plano olvidado.

Parece quedar claro la necesidad de un acuerdo entre partidos, pues de otra forma las cosas no funcionarán, pero, esto, supone nuevas negociaciones.

La realidad, es, que, Laschet, no ha querido pactar ni con la izquierda de “Die Linke”, ni con la ultraderecha “Alternativa para Alemania” – este último, bajo vigilancia de los servicios secretos alemanes, por su radicalismo -, más allá de su posición firme respecto a la necesidad de contar con una “autarquía europea”, en el sentido de no depender de terceros países en cuestiones estratégicas.

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