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IVA con sello de izquierda

El ministro de Economía, Gabriel Oddone, anunció la inclusión en la Ley de Presupuesto de un nuevo impuesto: la aplicación del IVA del 22% a las compras realizadas en plataformas digitales del exterior, medida que tiene como blanco principal a la popular plataforma china TEMU. La decisión se presenta como una corrección de inequidad frente al comercio local, pero en los hechos constituye un nuevo golpe directo al consumo de la clase media.


El fenómeno TEMU, con precios bajos y compras masivas bajo la franquicia libre de tributos, disparó en un año las adquisiciones desde el exterior de 220.000 a 650.000, lo que generó alarma en sectores comerciales uruguayos. Sin embargo, la respuesta del gobierno no fue fomentar la competitividad ni la innovación del comercio local, sino imponer un tributo que, aun con sus efectos recaudatorios limitados, carga nuevamente sobre los hombros del consumidor medio.
Los defensores de la medida la justifican como un intento de ‘nivelar la cancha’. Pero operadores privados y especialistas coinciden en que el IVA no eliminará la diferencia de precios que sigue favoreciendo a TEMU, y que solo servirá como mecanismo recaudatorio. En la práctica, los productos de la plataforma seguirán siendo más baratos, con lo cual el consumo digital continuará, aunque ahora con un castigo adicional para la clase media.

Este episodio confirma un giro político más profundo. El gobierno que llegó al poder con discurso de moderación se va revelando en la práctica como una izquierda clásica, cuya respuesta a cada desafío económico es siempre la misma: aumentar impuestos. La presión fiscal, que ya se encuentra en niveles agobiantes, se incrementa aún más sobre un sector medio que ve deteriorarse su poder adquisitivo. El efecto negativo sobre el ciclo económico es claro: menor consumo, contracción de la demanda, señales adversas para la inversión y freno a la productividad.
Basta recordar lo ocurrido hace apenas unos días, cuando desde el propio Ministerio de Economía se impulsó la idea de gravar los depósitos y activos en el exterior. En aquel momento advertí sobre lo contraproducente de esa iniciativa: una recaudación marginal a cambio de un enorme costo en inseguridad jurídica, desincentivo al ahorro y erosión de la confianza institucional. Hoy, con el caso TEMU, se suma un nuevo capítulo a la misma lógica recaudatoria.
El patrón es inconfundible. Este gobierno, que parecía llegar con un talante moderado, se ha develado como un gobierno de izquierda tradicional: más impuestos, más presión sobre el consumo, menos estímulo a la producción y al ciclo económico virtuoso. Se consolida así un esquema que ahoga a la clase media, desalienta la inversión y refuerza la idea de que en Uruguay gobernar desde la izquierda siempre termina siendo sinónimo de mayor carga tributaria.
En definitiva, el llamado ‘impuesto TEMU’ no es un simple ajuste fiscal: es un símbolo. Representa la renuncia a la moderación, la confirmación de un perfil ideológico previsible y el agravamiento de una carga impositiva que erosiona el dinamismo económico del país.

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