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La educación híbrida y su pertinencia para Uruguay

Claudio Rama

La semana pasada fui invitado a participar en el XV Congresso Nacional de Educação – Educere, promovido por la Pontificia Universidade Católica do Paraná (Pucpr). Allí, en la mesa de «Educação, Tecnologia e Comunicação», con la moderación de la Dra. Patricia Lupion Torres, dicté una conferencia titulada «A nova educação híbrida» en la cual analicé la irrupción del nuevo paradigma de enseñanza.

La educación híbrida es una educación conformada por diversidad de componentes integrados y articulados para lograr el mejor aprendizaje y que alcanza mayores eficiencias educativas a través de la combinación de componentes sincrónicos, asincrónicos, presenciales y de multimedia.

Este modelo híbrido digital con componentes presenciales sería de enorme importancia para Uruguay, marcado por una estructura geográfica concentrada de la población en Montevideo con enormes asimetrías y desigualdades en el acceso a la educación en el nivel superior creadas por la educación presencial.

La educación híbrida digital con componentes presenciales es en este sentido un modelo más ajustado a nuestra realidad nacional de alta centralización y desigual distribución espacial y por ende de cobertura, como el mecanismo idóneo para poder cumplir el derecho a la educación igual para todos, especialmente para las personas del interior del país hoy marginadas, enormemente, de la educación superior.

Vale la pena analizar entonces sus características. Aunque en un inicio existió una educación centrada exclusivamente en el aula, catedrática y memorística como paradigma educativo, ello se ha ido modificando hacia una enseñanza híbrida, resultado de la integración de diversas pedagogías, ambientes y recursos de aprendizaje en el correr de la historia.

Así, se puede mirar la educación en tanto articulación de práctica y teoría, o del aula y ambientes externos de experimentación; o incluso de laboratorios y aulas; aulas y bibliotecas y más recientemente entre actividades a distancia apoyadas en recursos didácticos y actividades áulicas presenciales. La diferenciación de los componentes y la búsqueda de mejores aprendizajes contribuyen a articular los diversos ambientes de aprendizaje y superar los modelos encerrados y rígidos de enseñanza anteriores.

Gracias a las tecnologías de comunicación, la educación se volvió más hibrida al incorporar una diversidad de componentes de enseñanza, especialmente analógicos, como los libros -o los videos- y con ello bibliotecas, así como ambientes de práctica, y con ello laboratorios y ambientes reales, todos los cuales crearon aprendizajes asincrónicos, apoyando la actividad docente presencial y sincrónica, que se mantenía como el centro de la enseñanza.

Pero la virtualización -incentivada además por la pandemia- alteró estos parámetros tradicionales e impulsó una nueva educación híbrida totalmente digital, que incluye tanto actividades sincrónicas (en tiempo real por internet) como actividades asincrónicas (con plataformas digitales y recursos de aprendizaje).

En lo sincrónico se expresó en una enseñanza en tiempo real a través de videoclases por Zoom, y que también pueden ser utilizadas en forma asincrónica como recursos de aprendizaje. Por su parte en lo asincrónico, se manifiesta en el uso de recursos didácticos y en el trabajo educativo a través de plataformas LMS, que incluso pueden ser tanto con presencia de tutores como en plataformas MOOCs donde se carece de la presencia tutorial.

El avance de las tecnologías de comunicación e información digitales, en contextos de alta conectividad, gestó esta educación híbrida digital, como una modalidad totalmente virtual que se articula entre formas sincrónicas y asincrónicas digitales de enseñanza, en función de los objetivos de aprendizaje, los estudiantes y los contenidos. Ello superó el marco anterior fraccionado entre una enseñanza presencial sincrónica y una no presencial de tipo asincrónica que caracterizaba a la educación en el contexto analógico.

A diferencia, con la sociedad en red y la convergencia digital, se crearon formas de interacción y de trabajo educativo sincrónicos en entornos virtuales además de las formas asincrónicas, las cuales conformaron la nueva lógica híbrida digital con diversidad de interacciones en red. Es una educación que en lo medular se apoya en la red a través de plataformas con o sin tutores, en el uso de aplicaciones en laboratorios informáticos con simuladores o software, con sistemas incluso de evaluación estudiantil, y donde el rol del docente es más de tutor y mentor que protagonista central de la transferencia de información.

Antes teníamos una educación presencial con apoyo en lo digital, pero ahora crecientemente asistimos, a la inversa, a una educación digital con apoyos presenciales puntuales. Y que además incorpora formas de gestión más complejas, con ambientes tanto sincrónicos, asincrónicos, automatizados y presenciales, y por ende más flexible por el uso de diversidad de ambientes de aprendizaje, y por ende permitiendo una amplia libertad de las personas y de las instituciones para organizar los recorridos educativos.

Esta articulación de diferentes modalidades virtuales y presenciales impone cambios en las formas del trabajo docente, así como en las escalas de los grupos, con posible mayor internacionalización y flexibilización de la enseñanza, y mayor importancia a la programación educativa y la creación de ambientes y recursos de aprendizaje.

Ello no anula las actividades presenciales que asumen otro rol, tanto tutorial, de apoyo o de impulso a las redes de aprendizaje, y con ello superando el rol de mera transmisión de información. El trabajo docente puede ser una actividad más individualizada y que requiere por ende mucha información de los resultados de los aprendizajes para identificar carencias y actuar en consonancia.

Es un nuevo modelo con otra articulación entre el trabajo docente y el trabajo individual estudiantil, en general más centrado en el autoaprendizaje a través de plataformas con tecnologías digitales, recursos de aprendizaje en red y con seguimiento y evaluación más individual y también más automatizado. Este enfoque educativo está centrado en los estudiantes y en el aprendizaje, y requiere una mayor flexibilidad de las estructuras de gestión para funcionar, superando con ello el currículo rígido y apostando a la diversidad de pedagogías. Para impulsar este nuevo modelo, los avances técnicos y la pandemia han sido determinantes, pero se requieren políticas más consistentes, mayores competencias de los docentes y estudiantes, así como marcos curriculares más flexibles y pedagogías acordes a esta

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