Política nacional

Ucrania, Nicaragua y nosotros

Fátima Barrutta

Desde que un ignoto virus surgido en China fue un día una noticia extravagante y en pocas semanas se convirtió en una trágica pandemia mundial, los humanos hemos aprendido que el mundo ya no es ni tan ancho ni tan ajeno.

Que lo que ocurre en un país lejano, de un modo u otro seguramente repercutirá en el nuestro.

También por eso, hoy tenemos que pensar en Ucrania, al cumplirse el primer año de la cruenta invasión que perpetra el gobierno totalitario de Vladimir Putin contra ese valeroso pueblo.

Resulta escalofriante pensar que en pleno 2023, un gobernante ruso repite la misma insanía expansionista que ejecutó Stalin hace poco menos de un siglo. Como en el holodomor propiciado por él, que mató literalmente de hambre a millones de civiles ucranianos, ahora las bombas de Putin hacen estragos en la misma población civil, mientras ejércitos mercenarios contratados por Putin se ufanan de enfrentar a heroicos soldados voluntarios del país agredido.

En la ONU, Uruguay sumó su voz a la de los países democráticos del mundo, repudiando esta invasión infame.

Y volvió a dar el ejemplo hace unos días, cuando el diputado batllista Conrado Rodríguez propuso ofrecer la ciudadanía uruguaya a dirigentes opositores nicaragüenses, a quienes la de su país les fue quitada vilmente por el dictador Daniel Ortega.

Son dos claros posicionamientos de política internacional que jerarquizan la imagen de Uruguay ante el mundo, como país de paz y democracia que no se doblega ante los autoritarismos ni la prepotencia criminal.

Emocionan las palabras pronunciadas por el consagrado político y escritor nicaragüense Sergio Ramírez: “Nicaragua es lo que soy y todo lo que tengo, y que nunca voy a dejar de ser ni dejar de tener, mi memoria y mis recuerdos, mi lengua y mi escritura, mi lucha por su libertad por la que he empeñado mi palabra. Mientras más Nicaragua me quitan, más Nicaragua tengo”.

Ramírez fue uno de los dirigentes de la triunfante rebelión sandinista que derrocó al dictador Somoza. Luego fue vicepresidente constitucional del país y ahora es perseguido por Ortega, ese nuevo y paradójico Somoza que padecen los hermanos de esta nación centroamericana.

La propuesta del diputado Rodríguez retoma una tradición de amparo a los perseguidos del continente por su vocación democrática.

En estos días se recordó que en octubre de 1985, una Asamblea General presidida por el inolvidable Enrique Tarigo votó por unanimidad un otorgamiento de ciudadanía similar al exsenador chileno Anselmo Sule, a quien el dictador Augusto Pinochet se la había despojado.

Los uruguayos siempre marcamos posición del lado de la democracia y nunca del lado del totalitarismo.

No importa que las dictaduras sean de derecha, como la de ayer en Chile y la de hoy en Rusia, o de izquierda, como las que trágicamente asolan hoy a los pueblos nicaragüense, cubano y venezolano.

Allí donde se avasallen los derechos humanos, los uruguayos alzaremos nuestra voz en reclamo de libertad y justicia, porque así está en nuestro ADN batllista.

Qué lástima que el mundo de hoy, tan avanzado en tecnología y comunicación, siga repitiendo esos modelos de ignominia.

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