100 Años del Partido Comunista Chino
Nicolás Martínez
Hace algunos siglos atrás, Napoleón Bonaparte señalaba que: “Si fuera un inglés, estimaría como el más grande enemigo de mi país al hombre que aconsejase hacer guerra con China, pues sería derrotado al final”. Por su parte, Vladimir Putin destaca que: “China es un gran país con una gran cultura, poblado por personas fascinantes, laboriosas y talentosas”.
Hablar de China es hablar del país con mayor población en el mundo, con un total de aproximadamente 1400 millones de habitantes. Es hablar también, de la segunda potencia económica, la que los analistas predicen que se convertirá en un mediano plazo en la máxima potencia del mundo. Pero hablar de China, es hablar también de la existencia de un partido único que tiene pleno control de los poderes legislativo, judicial y político: el Partido Comunista Chino (PCCh).
Fundado en 1921, el PCCh cuenta en la actualidad con 95.1 millones de miembros entre sus filas. Xi Jinping, presidente de China, destacó en el reciente aniversario lo siguiente: «La fundación de un Partido Comunista en China fue un acontecimiento que cambió profundamente el curso de la historia china de nuestra época, transformó el futuro de la sociedad y la nación chinas, y alteró el panorama del desarrollo mundial».
En un trabajo de investigación realizado por la Universidad del Sur de California (USC) y con datos oficiales proporcionados por el medio de prensa escrita South China Morning Post, señala que en el año 2019 solo el 6.6% de la población pertenece al PCCh, de lo que se desprende que 1306 millones de habitantes no pertenecen a él. Dentro de quienes forman parte del PCCh, 72% son hombres y 28% mujeres. El 92.6% son pertenecientes a la Etnia Han -etnia mayoritaria en el país- y un 7.4% a las etnias minoritarias. El 51% de sus afiliados posee formación universitaria, mientras que el 49% no posee formación alguna.
Con una población que se destaca como envejecida, el 28.9% de los miembros del PCCh tienen más de 60 años, el 8.2% tienen entre 56 y 60 años, el 9.6% entre 51 y 55 años, el 10.2% entre 46 y 50 años, el 9.3% entre 41 y 45 años, el 9.6% entre 36 y 40 años, el 10.8% entre 31 y 35 años, y el 13.4% son menores de 30 años. En lo que respecta a la ocupación de los miembros del PCCh, el 27.8% son agricultores, pescadores y pastores, el 20.3% son jubilados, el 15.7% es personal técnico, el 11% son managers, el 8.4% son trabajadores del gobierno y del partido, el 7% pertenecen al sector industrial, el 2.2% son estudiantes universitarios y finalmente un 7.6% sin especificar.
Según la historia oficial, el PCCh fue fundado por un total de 13 personas en un salón pequeño en Shanghái -distrito otrora controlado por Francia- bajo el lema de «Derrocar a la burguesía mediante el ejército revolucionario del proletariado». Eran tiempos de incertidumbre y caos por luchas internas de cada una de sus regiones, y una profunda epidemia de hambre que se cobró cientos de miles de víctimas. Por un lado, estaba un gobierno republicano que se derrumbaba tras 10 años en el poder, el Partido Nacionalista (KMT) tratando de edificar un gobierno central y un influjo revolucionario proveniente de los escritos de Karl Marx y Vladimir Lenin. Mao Zedong, uno de los fundadores del PCCh, sentenció que: “Una revolución no es una cena, ni escribir un ensayo, ni pintar un cuadro, ni hacer bordados. Una revolución es una insurrección”.
Años más tarde, en medio de un conflicto armado producto de la guerrilla propiciada por el PCCh, se produce en 1934 la llamada Gran Marcha, un viaje realizado por las fuerzas militares comunistas hacia el norte de China a través del interior del país. Este acontecimiento marca el ascenso de Mao como líder indiscutido del partido, habiendo guiado al ejército rojo conformado por 100 mil personas – 75 mil eran soldados- por 24 ríos y 18 cadenas montañosas. Una vez en la ciudad de Yan´an, con un total de 7000 sobrevivientes, comenzaría una nueva etapa del PCCh y el nacimiento mítico del culto a la personalidad de Mao, el que el 1° de octubre de 1949 anunció la creación de la República Popular de China, tras haber vencido a los nacionalistas y haber logrado el apoyo popular bajo la promesa de entregar tierras a los campesinos una vez en el poder.
Años más tarde, el hambre volvería a arrasar con las vidas humanas de los habitantes de la República Popular China de Mao. El llamado “Gran Salto Adelante”, campaña social y económica que tenía como norte la transformación de la economía agraria durante los años 1958 y 1961 cobraría alrededor de 30 millones de víctimas y la renuncia de Mao a la presidencia del país, dando lugar a la asunción de Liu Shaoqi.
Viendo debilitado su poder y la lealtad que para con él tenían dentro del PCCh, Mao dio inicio en el año 1966 a un movimiento socio político titulado la Gran Revolución Cultural Proletaria, o mejor conocido como la Revolución Cultural. Este movimiento no era más que una campaña política que buscaba afianzar la lealtad y el poder dentro de las filas comunistas, alegando la supuesta infiltración dentro del PCCh de opositores nacionalistas y la necesaria depuración de este. Aquellos que eran considerados burgueses, derechistas, personas con hábitos imperialistas y contrarrevolucionarios, fueron brutalmente torturados, arrestados, esclavizados y asesinados por los Guardias Rojos, estudiantes adherentes a la ideología comunista hasta el año 1976, culminando con la muerte de Mao. Cinco años más tarde, el PCCh, reconocería a propósito de esta purga, que «fue responsable del revés más severo y las pérdidas más graves sufridas por el partido, el Estado y el pueblo desde la fundación de la República».
Deng Xiaoping, sucesor de Mao, en medio de un estado de hambre y empobrecimiento generalizado en el país, iniciaría una nueva etapa denominada Reforma y Apertura en el año 1979. Esta etapa se caracterizó por la apertura a la inversión extranjera, la descolectivización de la agricultura y el permiso de iniciar empresas a emprendedores. En una segunda etapa, llegaría la privatización y la concentración de la industria estatal, regulaciones, políticas proteccionistas y el levantamiento del control de los precios, un estado comunista con un estricto control del poder abierto a los beneficios del capitalismo.
Esta liberalización económica trajo consigo una apertura en cuanto a la demanda de la exigencia de libertad y derechos por parte de sus habitantes: libertad de expresión, la posibilidad de viajar fuera del país y derechos en la vida pública. En contra de un gobierno corrupto y represivo, se convocó en abril del año 1989 a una serie de protestas en favor de la democracia a lo largo de todo el país, celebrándose la mayor de las convocatorias en la Plaza de Tiananmen. En este marco de reivindicación democrática y ciudadana, ante un inminente desborde del poder, el PCCh decide hacer caso omiso a las reivindicaciones y suprimir por la fuerza las manifestaciones mediante la declaración de Ley Marcial. La infantería del ejército y los tanques de guerra en Tiananmen, dejaron un saldo aproximado de 10 mil muertos, víctimas del poder de un partido único, corrupto y totalitario. A propósito de lo acontecido, en un viaje a Francia en el año 2004, el entonces presidente de China y secretario general del PCCh declaró que: “el Gobierno emprendió una acción determinada para calmar la tormenta política en 1989, que permitió a China disfrutar un desarrollo estable”.
Luego, tras 15 años de arduas negociaciones y de un lento crecimiento económico, en diciembre de 2001 China se unió a la Organización Mundial de Comercio (OMC) a cambio de la liberalización de su economía, logrando en muy pocos años un aumento del doble del crecimiento anual del PBI. En el año 2008, con la celebración como anfitriones de los Juegos Olímpicos de Beijing, la victoria del PCCh se podía avivorizar con la exposición al mundo entero de China como una potencia de característica mundial. En 2012, cuatro años más tarde, asumió como presidente Xi Jinping, convirtiéndose en líder del partido, de las fuerzas armadas y del Estado, tanto así, que, en la Constitución de China, se expresa su pensamiento, siendo proclamado además, como “el líder del pueblo”.
En la emblemática Plaza de Tiananmen, en el marco de la celebración de los 100 del PCCh, mientras sonaban 100 cañonazos -uno por cada año- Jinping señaló que: «Durante 100 años, el Partido Comunista Chino ha liderado en el pueblo chino cada lucha, cada sacrificio, cada innovación». Y agregó: “Esto significa que hemos logrado una resolución histórica al problema de la pobreza extrema en China, y ahora avanzamos con paso decidido hacia el objetivo del segundo centenario: convertir a China en un gran país socialista y moderno a todos los niveles”.
A propósito de la intervención extranjera, advirtió que: “El tiempo en que el pueblo chino podía ser pisoteado, en que sufría y era sometido ha terminado para siempre. ¡Quien sea que lo intente se encontrará un baño de sangre frente a la Gran Muralla de Acero construida por 1.400 millones de chinos!”. Y añadió: «Nadie debe subestimar la gran determinación, la firme voluntad y la extraordinaria capacidad del pueblo chino para defender su soberanía nacional e integridad territorial».
Hace un año atrás, en julio de 2020, en la Asamblea Nacional de Beijing se aprobó una Ley de Seguridad Nacional -compuesta por 66 artículos-, dando pleno poder para poder reprimir a los opositores al PCCh, tipificando delitos como la colusión, el separatismo, el independentismo y la subversión. Las condenas van desde la prisión hasta la condena perpetua por considerarse individuos peligrosos para la ideología comunista. A propósito de esto, Zhang Xiaoming -director adjunto de la oficina del gobierno chino- manifestó que: “Esta ley es para castigar a un reducido número de criminales que seriamente ponen en peligro la seguridad nacional, una espada afilada que cuelga sobre sus cabezas y servirá para disuadir a las fuerzas externas que se entrometen en Hong Kong”. Desde la aprobación de la ley, se enumeran más de 117 detenciones y más de 64 formalizados a cadena perpetua. Un dato no menor, es la clausura del medio de prensa Apple Daily por presiones y amenazas del gobierno.
China representa en la actualidad el 17.7% de la economía mundial y también el 13.2% de exportaciones en materia de mercancías. En nuestro país, según el informe de Uruguay XXI -Promoción de Inversiones, Exportaciones e Imagen País- se señala que: “China fue el principal proveedor de bienes de Uruguay en el 2018, ya que se importaron una gran variedad de productos abarcando 975 ítems arancelarios diferentes. Los teléfonos ocuparon el primer lugar en el ranking de productos importados, con un peso de 11,1% producto de una suma de US$ 186 millones. Si se consideran las ventas desde Zonas Francas, las exportaciones totales hacia China para el año 2018 ascienden a US$ 2.378 millones”.
Es importante señalar los variados y crecientes señalamientos de violaciones hacia los derechos humanos en China. Informes de Human Right Watch y Amnistía, señalan crímenes de lesa humanidad. En este caso, las víctimas son las poblaciones musulmanas y uigur entre otros. Se le suman también las denuncias de desaparición forzadas a opositores, la ausencia de libertad de prensa y la feroz represión a protestas de índole pacíficas. En febrero del corriente, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, expresó máxima preocupación por la situación de China, señalando entre otras denuncias, que: “activistas, abogados y activistas, entre ellos algunos ciudadanos extranjeros, enfrentan cargos criminales arbitrarios, detenciones y juicios injustos». Se afirma también, que hay por lo menos un millón de musulmanes en campos de concentración y tortura en la región de Xianjiang.
Hablar de la República Popular China es hablar del Partido Comunista Chino. Es hablar de un régimen totalitario y represivo. Hablar del PCCh es hablar de penas de muerte, de ausencia de libertad política, de desaparecidos, de presos políticos, de ausencia de derechos laborales, de ausencia de libertad de expresión, de ausencia y libertad de información, de brutal represión contra minorías étnicas y religiosas. Robert Spalding, general retirado que forma parte del Pentágono afirmó refiriéndose al país comunista que: «Es la amenaza existencial más consecuente desde el partido nazi en la Segunda Guerra Mundial”. Y añadió: “Creo que es una amenaza mucho mayor que lo que la Unión Soviética jamás pudo ser. Como la segunda economía del mundo, su alcance, particularmente dentro de los gobiernos y en todas las instituciones de Occidente, sobrepasa por mucho cualquier cosa que los soviéticos fueron capaces de lograr».
Para finalizar, traigo parte del discurso pronunciado un 25 de marzo de 1959 en la provincia china de Gansu por el otrora líder comunista Mao: «Cuando no hay comida suficiente, la gente muere de hambre. Merece la pena que la mitad muera para que la otra mitad pueda comer bien».