Política nacional

El efecto Pinocho

Daniel Manduré

Hace ya varios años un grupo de científicos, liderados por Emilio Gómez Millán y Elvira Salazar, de la Universidad de Granada, vienen realizando una investigación a través de la cual han comprobado que si alguien miente, le cambia la temperatura de la punta de la nariz. Al que han denominado: “el efecto Pinocho”

Este trabajo deja en evidencia por intermedio de la termografía, técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos, que en caso de mentir, la nariz cambia notoriamente su temperatura, quedando más fría.

Parece ser que ese miembro olfativo, ya no como producto de la literatura infantil, continúa siendo un instrumento útil para delatar al mentiroso.

La investigación señala que el sistema sería mas exacto que el conocido polígrafo.

Al mentir se produce una respuesta emocional y de ansiedad que se manifiesta en la punta de la nariz, unido a la tarea de pensar como mentir e inventar excusas y ello significa un esfuerzo extra que se traduce en el cambio de la temperatura de la nariz.

A partir de este momento y de acuerdo a estas investigaciones varios actores políticos podrían encontrarse en un verdadero aprieto.

Sobre todo, de aquellos grupos políticos que desde su fundación han transformado a la mentira como su base existencial. Los que han intentado implantar a través de un relato falso, a la mentira disfrazada de verdad.

Los grupos que históricamente han utilizado estos artilugios para intentar captar voluntades.

Los que estuvieron décadas pintando muros de no al FMI y no pagar la deuda externa, pero apenas alcanzaron el poder fueron de los más obedientes con los pagos. Los que pregonaban por una reforma agraria con más tierras para los uruguayos pero que al alcanzar el codiciado gobierno fueron por lejos los que más tierras dejaron en manos de las sociedades anónimas extranjeras.

Los que bajo el lema “Muerte al capitalismo” al llegar al poder mamaron de el.

Los que decían infamemente en los momentos más dolorosos que les tocó vivir a la república que los niños en las escuelas comìan pasto.

Los que intentaron implantar la falsa idea que los tupamaros nacieron para combatir y luchar contra la dictadura, cuando se levantaron en armas contra la democracia.

Los que por carecer de argumentos convincentes hablaban durante el debate por la ley de urgente consideración de desalojos exprés, de gatillo fácil, que Antel se iba a fundir, que iban a privatizar la enseñanza pública y hasta que de aprobarse la LUC los jubilados no iban a cobrar sus jubilaciones.

Los que, usando el hambre, mentían con las ollas populares, se quedaban con los alimentos, los negociaban e inflaban las cifras.

Los que ahora hablan de persecución sindical en la enseñanza, pero fueron ellos los que decretaron reiteradamente su esencialidad.

Los que hablan de autoritarismo, pero fueron ellos los que sacaron a palo a los estudiantes que ocupaban.

Los que hablan de falta de respeto a la lucha sindical, pero nada dijeron cuando un expresidente dijo “a estos gremios hay que hacerlos mierda”

Fernando Pereira y compañia, ya no serán acusados al mentir de crecerle la nariz como a Pinocho, pero seguramente, y de acuerdo con el estudio mencionado, deben tener la punta de su narìz con la temperatura de un iceberg.

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