Dos hombres diferentes, dos hombres valientes
Daniel Manduré
La república se construyó con la acción de grandes hombres y mujeres. En muchos casos muy diferentes entre sì, pero que todos forman parte de nuestra más rica historia. Los que forjaron, cada uno en lo suyo, nuestra identidad y los destinos de la república.
De actos heroicos en el campo de batalla o librando su lucha en el terreno intelectual. Hombres y mujeres de su tiempo, a los que hay que valorar con una mirada histórica, porque de no hacerlo así, sería muy difícil de entender cada una de sus acciones. Esa historia que al poder interpretarla nos permite acercarnos en el conocimiento de nuestro pasado, saber de dónde venimos y sobre todo, hacia donde queremos ir.
Hombres en algunos casos desconocidos, olvidados, no comprendidos y hasta criticados con dureza. A los que solo con el paso del tiempo se logró valorar en su verdadera dimensión.
Por eso me parecía necesario referirme a dos de ellos, a pocos días de cumplirse años de su natalicio. Muy diferentes entre sí, pero caracterizados ambos por luchar por sus principios, por su coraje y valentía.
Un 19 de marzo nacían Fausto Aguilar y José Pedro Varela.
El primero, un militar, hijo de otra época, tumultuosa, de lanza y sable, que su ciudad natal, Paysandú, lo viera nacer, en un convulsionado 1808.
El “indio Aguilar”, ese combatiente guapo, leal y corajudo. Ese soldado de las mil batallas. El de Carpintería, Cagancha, Arroyo Grande, Palmar o India Muerta. El que pelea al lado de Rivera, Venancio Flores y Garibaldi. El que se escapa de ser degollado en la hecatombe de Quinteros.
El que en Coquimbo hizo escuchar su voz y al grito de: “muchachos sáquense los ponchos que en el otro mundo no hace frío” estremeció a un puñado de valientes.
Pero también un 19 de marzo pero de 1848, cuatro décadas después, nacía Josè Pedro Varela. Periodista, escritor, político, educador. Que aporta desde un lugar bien diferente al de Fausto Aguilar al engrandecimiento y progreso de la república. Que supo pararse firme, con aciertos y con errores, a defender lo que pensaba, nada más ni nada menos que en el terreno de la educación, su gran desvelo.
Intentó y logró con éxito ir corrigiendo las deficiencias existentes, con una educación hasta ese momento elitista. Una educación que excluìa a buena parte de la población y que se aferraba a un contenido educativo con principios dogmáticos.
Relizò para ello una profunda reforma basada en tres pilares fundamentales: enseñanza laica, gratuita y obligatoria.
A pesar de oponerse al gobierno dictatorial de Lorenzo Latorre, aceptó cargos jerárquicos en el terreno educativo, para poder desde allí implementar su reforma.
Iba a ser un importante instrumento de promoción cultural y social y de una gran transformación educativa, que debía comenzar en la mente de cada uno de los ciudadanos.
El ocupar esos cargos fue entendido por varios sectores de la sociedad como un apoyo a Latorre. Además, la resistencia venía también por el tipo de cambios profundos que contiene su reforma.
Arreciaban las críticas de sectores conservadores, políticos, la iglesia católica que se resistía con uñas y dientes a la enseñanza laica, sectores intelectuales y hasta muchos de sus amigos personales. El propio Batlle quien al comienzo lo apoya, llega luego, a criticarlo con dureza.
Fue, a su modo, un valiente, porque se supo parar firme frente a sus detractores y a los enemigos de la reforma y permanecer fiel a sus principios.
Estaba convencido que ese era el camino.
Para Varela “la ilustración del pueblo es la verdadera locomotora del progreso”.
Dos hombres nacidos un 19 de marzo, bien diferentes, cada uno en lo suyo. Con fortalezas y debilidades.
Uno empuñando el sable en los campos de batalla, otro, dando su lucha desde lo intelectual.
Uno luchando contra el opresor Rosas, el otro dando su pelea contra el pensamiento dogmático.
Los dos fieles a sus principios e ideales. Dos hombres valientes.
La república que tenemos, se la debemos también a hombres como ellos, que dejaron lo mejor de si para que los ciudadanos seamos cada día un poco más libres.