Política nacional

“El Pasado es Prólogo”

Kim Gómez Parentini

El centro es la pieza clave: heredar el espíritu batllista, proyectar el futuro. Los grandes hombres comienzan a vivir cuando su cuerpo se convierte en polvo. Porque, libres de las ataduras de su tiempo, logran proyectarse sobre la tarea inmortal de construir humanidad. Así decía aquel texto de 1983 sobre José Batlle y Ordóñez: “Batlle no es un héroe muerto; él vive en las instituciones que forjó con su pensamiento, en el Partido que sembró para la Patria que dignificó.”

Esa frase, que nació en medio de la oscuridad, tiene hoy una vigencia asombrosa. Porque una vez más, Uruguay necesita volver a creer en sí mismo. Volver a reconciliar la palabra con la acción.

Volver a sentir —como dijo Shakespeare— que el pasado es prólogo: el punto de partida de una nueva transformación.

Batlle no fue un ideólogo distante; fue un hombre de carne y razón, que supo que la política debía tener alma. Que sin ética, la política es negocio; sin justicia, es abuso; sin pueblo, es vacío.

Defendió la verdad cuando convenía callar y mantuvo la ética cuando otros preferían el poder.

Hoy, cuando el país se llena de discursos vacíos y debates estériles, el ejemplo de Batlle vuelve a ser faro.

Porque no fue la comodidad la que levantó la República. Fue la pasión por hacer del Uruguay una obra colectiva, donde el Estado sirviera a la gente, la educación fuera la llave de la igualdad y el progreso tuviera rostro humano.

Los historiadores llamaron al Uruguay batllista “el laboratorio social de América”. Fue donde se ensayó la libertad real. Educación para todos, leyes laborales, equidad, Estado de bienestar.

Hoy debemos retomar ese laboratorio, no como nostalgia, sino como desafío.

El país de la tolerancia y el equilibrio debe volver a ser el país de la innovación, la justicia y el ejemplo.

Y ahí aparece el centro, no como una posición intermedia, sino como una fuerza de síntesis.

El centro es el alma batllista, racional, humana, progresista, moderna.

Es el punto donde se encuentran la razón y el corazón; donde la juventud aporta impulso y la experiencia, dirección.

Pedro Bordaberry y Tabaré Viera representan ese equilibrio. La fuerza que piensa y la sabiduría que guía.

En 1983, en plena dictadura, un diario libre se atrevió a titular: “¡Arriba corazones! ¡Viva Batlle!”

Hoy, cuatro décadas después, el grito sigue teniendo sentido.

Porque levantar corazones es más urgente que levantar trincheras.

Porque el país no se defiende desde el odio, sino desde la esperanza.

Y porque la política no se mide por lo que promete, sino por lo que transforma.

El batllismo es eso, transformar la emoción en obra, la palabra en justicia, el ideal en escuela, en ley, en oportunidad.

Por eso, cuando decimos que el centro es la pieza clave, no hablamos de una táctica electoral, hablamos de un compromiso moral con el país.

Uruguay necesita un centro que piense, que una, que sienta.

Un centro que razone, que inspire.

Que no niegue, sino que proponga. Que no divida, sino que abrace.

Ese centro —moderno, humanista— es el que puede volver a encender la llama nacional.

Porque no hay modernidad sin raíz, ni futuro sin memoria.

Hoy nos toca escribir un capítulo donde la razón sea él timón y como los grandes estadistas hacer de la política el arte de escuchar el rumor del tiempo que aún no ha sido.

Debemos ser vanguardistas otra vez.

¡Arriba corazones!

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