Política Internacional

Alain Delon y el suicidio asistido

Daniel Manduré

Alain Delon que tuviera una infancia complicada, que de niño pasó por un internado y que se alistara en el ejército luchando en Indochina fue luego introducido por la actriz Brigitte Auber en el mundo del cine. Transformándose, a partir de ese momento, en uno de los actores más reconocidos de su generación y uno de los grandes galanes de todos los tiempos. Uno de los más importantes mitos de la pantalla grande. A sus 86 años acaba de publicar una nota que conmueve al mundo, una carta de despedida. En ella le manifiesta a su hijo Anthony la voluntad de iniciar los trámites solicitando el suicidio asistido.

Delon quien se encuentra en un estado de salud visiblemente deteriorado, había tenido en el 2017 un infarto, para luego sufrir dos derrames cerebrales consecutivos que lo han dejado prácticamente inmovilizado.

“estar con la gente que quieres, con los amigos que has elegido en tu último momento, es justo que seas tú el que elija”, le habría expresado a su hijo. Que cuando ya no pueda valerse por sí mismo quería morir tranquila y dignamente.

El tema de la eutanasia y suicidio asistido ya estuvo en discusión en el seno de la familia Delon, cuando su pareja Nathalie atravesaba un cáncer terminal, pero en Francia, lugar de residencia de ese momento no estaba autorizada la eutanasia ni el suicidio asistido.

Ahora Delon reside en Suiza donde si la ley autoriza a esta última.

Países como Bélgica, Alemania, Países Bajos, Luxemburgo, Colombia, Canadá, la propia España recientemente, con su fuerte tradición católica, han aprobado, entre otros, leyes en ese sentido.

Hace poco y después de un largo periplo judicial Martha Sepúlveda quien padecía de E.L.A. (esclerosis lateral amiotrófica) consigue en Colombia, que le aplicaran la eutanasia. “a los que mencionan a Dios en estos casos les debo decir, como católica que soy, que estoy segura de que Dios no me quiere ver sufrir, a mí y creo que a nadie” decía Sepúlveda explicando su decisión y el apoyo y respeto total de su familia

Estas noticias vuelven a abrir el debate en un tema delicado y de gran sensibilidad. Que pone en el tapete la difícil situación que viven muchas personas, con un estado de salud irreversible, de gran sufrimiento y angustia. Momentos verdaderamente inhumanos.

Esa libertad innegable de todo individuo de elegir como vivir, pero también de como morir. Hacerlo con dignidad. Concepto ético amplio y no menos controvertido, que se refiere al proceso final de la vida evitando los momentos de gran sufrimiento individual y familiar, pero donde debe primar siempre mi derecho a elegir.

Es Francis Bacon quien introduce el tema como un derecho del ser humano, el buen morir, con la concepción que conocemos actualmente. Filósofos como Epicteto o Séneca se referían a ella. El propio Marco Aurelio decía: “no es una cuestión de huir de la vida, sino de saber dejarla ir”

Me he referido a este tema en otros momentos, Uruguay, después de haber aprobado una ley sobre cuidados paliativos tiene ahora pendiente la definición sobre un proyecto vinculado a la eutanasia y al suicidio asistido.

No es un tema fácil de abordar. La muerte es un tema que esquivamos, que incomoda, del que evitamos hablar y que mueve nuestros cimientos. Vida y muerte caminan juntas, forman parte ambas de nuestra propia existencia.

Cuando no hay tratamiento suficiente, cuando no existe la mínima posibilidad de revertir una situación, ni hay curación que alcance. Cuando el sufrimiento se hace insoportable. Cuando los cuidados paliativos ya no son la solución. Cuando sufre el paciente y la impotencia y dolor de la familia es un verdadero calvario…eso ya no es vivir. Eso es estar muerto en vida.

Claro que la vida es una causa suprema, pero cuando la ciencia ya no tiene una solución, tengo derecho a elegir como quiero que sea ese final. Es una decisión, individual, autónoma, intransferible y que proviene del ejercicio responsable de mi libertad.

La eutanasia y el suicidio asistido deben ser un derecho regulado con gran rigurosidad de la ley y sometida a las más estrictas garantías médicas, jurídicas y éticas. Donde no deberían primar, aunque somos conscientes que existen, concepciones religiosas filosóficas que nos alejen de la mejor decisión. Sin dogmas ni lobby ideológicos que enturbien o bajen el nivel de la discusión.

Es un error contraponer los cuidados paliativos con la eutanasia. Quienes se oponen a esta última mencionan al cuidado paliativo como la solución. No es así. No son antagónicas, ni excluyentes. No deberían presentarse a una como alternativa de la otra. Si bien reconocemos y ponderamos las bondades de los cuidados paliativos hay situaciones extremas donde ellos no llegan, ni son suficientes.

Deberían verse como complementarias y no opuestas.

La eutanasia no es una elección entre vida o muerte, sino entre dos formas de morir.

Esperamos que la ley que propiciara el diputado Ope Pasquet, tenga la aprobación parlamentaria.

Morir con dignidad es también un acto de amor y compasión.

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