Política nacional

Colorados, a un presidenciable de la banda

Guzmán A. Ifrán

Si la vida política ha sido siempre dinámica, hoy lo es aún mucho más. La creciente disminución de las filiaciones vitalicias de las personas a una única colectividad política, la democratización de la comunicación a través de las redes sociales y la revalorización de la libertad en el mundo todo, acorta hoy muchísimo la distancia entre cualquier individuo y una banda presidencial. Y esta es una nueva configuración de las dinámicas políticas que corta transversalmente ideologías y latitudes. Ignotos desconocidos para el público masivo han pasado en los últimos lustros del anonimato casi absoluto, y partidos políticos recién fundados, a sentarse en algunos de los sillones presidenciales con más relevancia y poder en el mundo. Sucedió recientemente en Francia con el actual Presidente reelecto Emmanuel Macron, sobrio, joven y centrista, como en el Brasil con el estridente, polémico y derechista Jair Bolsonaro. Con excepciones, que siempre las hay en Uruguay y el mundo, hoy la tendencia de las personas al momento de ir a las urnas y expresar su preferencia electoral es ser mucho más fieles a sí mismos y su verdadero sentir espiritual, que a alguna tradición familiar u otro factor limitante de la expresión sincera de voluntad personal a la hora de expresar el sufragio. Naturalmente, que ello tiene sus pros y contras en múltiples dimensiones del quehacer político e institucional. En algunos casos, estas experiencias han devenido en procesos de renovación y evolución harto positivos para los países, y en otros, en tanto, ha ocurrido exactamente lo opuesto. De modo que juzgar este nuevo escenario mundial en términos absolutos y definitivos como algo bueno o malo para las naciones es, en mi opinión, demostrablemente desacertado.

En lo que al Uruguay respecta, en tanto, y sin haber llegado aún nadie a la primera magistratura del país en la expresión más cruda y radical de este fenómeno, el mismo dice cada vez más presente en nuestras compulsas electorales domésticas. Desde un Novick en 2015 rondando el 20% del distrito electoral más importante de todos, Montevideo, a un Guido Manini Ríos erigiéndose con más del 10% en las elecciones nacionales de 2019.

¿Pero cómo afecta todo esto al Partido Colorado? Yo creo que de forma absolutamente positiva.

De hecho, si alguna chance tiene hoy mi colectividad de hacerse en el corto plazo con la cabeza de la actual Coalición de Gobierno -y de ganar el balotaje- también con la banda presidencial, es por este disruptivo fenómeno que ha llegado para poner en jaque y en una situación de mayor vulnerabilidad electoral a los partidos con mayor despliegue territorial y financiamiento, como lo son el Frente Amplio y el Partido Nacional. Para muestra, cabe sólo con señalar que hace apenas 3 años el por entonces candidato Colorado, Ernesto Talvi, se llegó a posicionar apenas en algunos meses desde su abrupta e inesperada irrupción pública a 2 puntos porcentuales de quien hoy es nuestro Presidente, el nacionalista Luis Lacalle Pou. Y estoy convencido, también, que si su mejor versión se hubiese profundizado tan sólo un poco más, el 1ro. de marzo de 2020 a quien le hubiesen puesto la banda presidencial es a él. Porque también estoy convencido que en términos mayoritarios, el uruguayo promedio -sabiéndolo o no- no es ni izquierdista del Frente Amplio ni Conservador, sino socialdemócrata, como desde una terminología quizá más moderna lo expresara Ernesto Talvi con su “progresismo liberal”. Eso ha sido y será siempre en el Uruguay el Partido Colorado en su mejor versión, la batllista. Cierto es también que luego Talvi demostró no estar política, psicológica ni emocionalmente a la altura de su crecimiento y todo se desplomó para nuestra colectividad. Pero el punto, es que de un momento a otro y súbitamente, los Colorados casi pasamos de la acefalía más absoluta en lo que a aspirantes presidenciales respecta -no en lo relativo a liderazgos partidarios, que los tenemos y de primerísimo nivel-, nuevamente a Suárez y Reyes.

De modo que en este nuevo orden político local y mundial, estoy innegociablemente convencido que, incluso hoy, los Colorados volvemos a estar apenas a un gran candidato de la banda presidencial.

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