Política Internacional

CUBA SI, YANKIS NO

Ricardo J. Lombardo

Desde  mi infancia aprendí a leer este eslogan en las paredes no solo de Montevideo sino de buena parte de América Latina. Una simplificación que es una cabal demostración de la estructura mental que reinó en  la vigencia de la Revolución Cubana.

Todo el mundo se aproximó a ella desde el preconcepto. Escasean o simplemente no existen análisis profesionales serios y objetivos sobre lo que ha ocurrido en la isla durante más de 6 décadas.

Lo bueno y lo malo. Lo lindo y lo feo. Y su saldo.

Como tengo la profesión de contador,  cuando quiero hacer un análisis serio, más allá de mis propias convicciones, experimento la tentación de alinear las cosas en el Debe y el Haber para determinar el saldo que permita extraer conclusiones. Hagamos pues este ejercicio.

Como Activo, pongamos cinco cosas buenas que han hecho durante el régimen castrista:

• Educación pública generalizada de muy buen nivel.

• Asistencia a la salud desarrollada en cierto momento con alto grado de capacitación.

• La despreocupación por el excesivo consumismo

• La estricta represión a la criminalidad

• Se evitó la marginación con asistencia mínima a los menos pudientes

En el Pasivo, cinco cosas malas:

• La supresión de la libertad individual en un sistema dictadorial

• El irrespeto a los derechos humanos

• La ausencia de estímulos para la superación económica, con salarios iguales para todos, independientemente de su responsabilidad y esfuerzo.

• La dependencia de la ayuda de la Unión soviética para sostener la economía

• El gasto desmesurado en armamentismo para exportar la revolución.

Se trata, como se verá, de una simplificación para facilitar el análisis.

Cuba, a mi modo de ver, es lo más parecido al menú que uno encuentra en un restaurante de lujo.

Si se mira el lado izquierdo, se observará una cantidad de platos apetitosos, tentadores, y provocadores de las sensaciones más agradables.

Pero si uno mira el lado derecho, comprueba que los precios son tan elevados que es imposible pedirlos y disfrutarlos.

La única solución es conseguir los recursos para poder darse el gusto.

Mientras Cuba tuvo el subsidio de la Unión Soviética a través de la compra del azúcar a precios muy por encima del mercado internacional,  pudo  hacer algunas reformas sociales muy interesantes.

Pero cuando esto se terminó por el propio derrumbe del gobierno del Kemlin, su experimento social empezó a deteriorarse hasta el fracaso. Sus defensores acusan al bloqueo norteamericano y si bien esto ha influido, una economía debería poder sostenerse sola si fuera realmente eficiente.

Fue entonces que los cubanos debieron empezar a ver la parte derecha del menú, es decir los costos en nuestro esquema: la falta de libertad, el irrespeto a los derechos humanos, la falta de estímulos para la producción y el desarrollo económico, y la imposibilidad de seguir exportando la revolución.

O sea, el saldo del modelo cubano es ampliamente deficitario, aunque el listado izquierdo del menú haya sido muy atractivo. Porque no creó las bases económicas e institucionales para hacerlo posible.

Solo se sostuvo realmente cuando tuvo subsidios externos y nunca  operó  como una sociedad equilibrada, con las mejoras sociales por un lado, las libertades y derechos humanos por otro y la posibilidad de crecer económicamente de manera autosostenida.

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