Política Internacional

¿De qué trata el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur?

Adrián Báez

El esperado tratado de libre comercio entre los dos bloques atraviesa obstáculos por desacuerdos sobre temas cruciales como el agro y el medio ambiente.

Después de más de 20 años de negociaciones, la Unión Europea de 27 naciones y el Mercosur, aún están intentando finalizar un importante acuerdo comercial que está provocando protestas de los agricultores europeos.

Se anunció un borrador del acuerdo en 2019, pero desacuerdos sobre cuestiones ambientales, económicas y políticas están retrasando su aprobación final.

Mientras países como Francia, Países Bajos, Polonia y Austria se oponen por la fuerte presión efectuada por los productores agrícolas; otros, especialmente Alemania, España, Italia y Portugal, lo consideran “importante estratégicamente”.

Por mientras, los miembros del Mercosur, intentan convencer a los europeos afines, de las conveniencias de dar luz verde al mismo, habiendo, infructuosamente, tanto Argentina como Brasil, dialogado con el Presidente Macron (Francia), quien mantiene su postura, blandiendo un conservador criterio proteccionista que, no es novedad cuando se trata de habilitar el libre mercado a países que muchos consideran aún hoy, del tercer mundo.

¿DE QUÉ TRATA EL ACUERDO? Busca crear una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo, cubriendo a más de 700 millones de personas y casi el 25% del PIB mundial. Al igual que el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, su objetivo es reducir los aranceles y las barreras comerciales, facilitando que las empresas de ambos lados exporten bienes.

Para la UE, el acuerdo significaría aranceles más bajos en productos como automóviles, maquinaria y productos químicos. Los países del Mercosur se beneficiarían de un mejor acceso a los mercados de la UE para exportaciones agrícolas tales como carne de res, aves y azúcar.

Las negociaciones comenzaron en 1999 y se alcanzó un acuerdo inicial en 2019, pero sigue sin ser ratificado debido a una oposición significativa, particularmente desde Francia.

¿POR QUÉ LA OPOSICIÓN DE LOS AGRICULTORES? Los agricultores europeos, especialmente en Francia, están preocupados de que un aumento de productos sudamericanos sature sus mercados, socavando la agricultura local.

Un año después de un masivo movimiento de protesta de los agricultores europeos, ha estallado otra ronda de protestas en todo el continente, con muchos afirmando que la reducción de aranceles o las cuotas libres de aranceles para los productos sudamericanos podrían ser fatales para ellos.

Por ejemplo, 99.000 toneladas de carne de res enfrentarían un arancel reducido de solo el 7,5%, mientras que 180.000 toneladas de aves ingresarían sin aranceles. Según la Comisión Europea, esto representa menos del 2% del consumo anual de carne de res de la UE.

Los ganaderos argumentan que no pueden competir con los productores sudamericanos, quienes se benefician de menores costos laborales, granjas más grandes y regulaciones menos estrictas en prácticas como el uso de hormonas de crecimiento en comparación con los estándares de la UE.

En octubre, una auditoría de la Comisión Europea encontró que Brasil, el mayor exportador de carne de res del mundo, no puede garantizar que sus exportaciones a la UE estén libres de la hormona de crecimiento “estradiol 17-β”, que ha estado prohibida en Europa durante décadas.

¿QUIÉN RESPALDA EL TLC? Alemania, España, Italia y Portugal están entre los países de la UE que presionan para que el acuerdo se finalice antes de fin de año. Alemania, en particular, ve al Mercosur como un mercado clave para sus fabricantes de automóviles.

En Sudamérica, líderes como el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, ven el acuerdo como un impulso para el comercio regional y el crecimiento económico. Países como Uruguay y Paraguay también apoyan el acuerdo, esperando diversificar sus socios comerciales y reducir la dependencia de China. El presidente de Argentina, Javier Milei, también lo ha respaldado, señalando un cambio respecto al escepticismo de su predecesor.

El acuerdo, también cuenta con el respaldo de industrias en ambas regiones. Los fabricantes de automóviles europeos y las empresas farmacéuticas lo ven como una forma de acceder a los crecientes mercados del Mercosur.

Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también ha expresado un fuerte apoyo, llamándolo “un acuerdo de gran importancia económica y estratégica”, a pesar de la oposición de ciertos Estados miembros de la UE.

¿QUIÉN SE OPONE? Francia, con el mayor sector agrícola de Europa, ha liderado la oposición dentro de la UE, junto con Polonia, Austria y los Países Bajos. El presidente francés Emmanuel Macron, ha pedido estándares ambientales y laborales más sólidos, afirmando que “Francia no firmaría el acuerdo tal cual”.

Francia también ha solicitado que la Comisión Europea renegocie el texto, particularmente incorporando “cláusulas espejo”, que impondrían estándares idénticos en los productos comercializados entre los dos bloques.

Sin embargo, la capacidad de Francia para bloquear el acuerdo es limitada, ya que las negociaciones comerciales son competencia de la Comisión Europea, que negocia en nombre de los 27 Estados miembros.

Grupos ambientalistas, incluidos Greenpeace, también han criticado el acuerdo, advirtiendo que podría acelerar la deforestación en el Amazonas y aumentar el uso de pesticidas dañinos.

¿LO QUE VENDRÁ? La cumbre del Mercosur del próximo 5 y 6 de diciembre aquí en Uruguay, podría ser un momento clave para el acuerdo. Sin embargo, incluso si se firma el mismo, debe ser ratificado por los 27 Estados miembros de la UE, el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales de todos los Estados miembros antes de entrar en vigor. Esto daría a Francia la oportunidad de vetarlo.

Para acelerar y facilitar la aprobación, la Comisión Europea está considerando dividir el acuerdo en dos partes: un acuerdo de cooperación más amplio y un acuerdo centrado en el comercio. Este último solo requeriría una votación mayoritaria bajo las reglas de la UE, eludiendo la necesidad de una aprobación unánime.

Bajo este plan, Francia perdería su poder de veto a menos que pueda reunir suficiente apoyo para formar una minoría de bloqueo. Aunque países como Polonia y Austria han presentado objeciones, su influencia combinada no alcanza el umbral necesario para detener el acuerdo.

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