Politica Nacional

Del lado equivocado

Ricardo Acosta

Mientras calla ante las atrocidades de Hamás, la izquierda uruguaya convoca a la movilización con un comunicado que desinforma, polariza y siembra odio. El Frente Amplio volvió a mostrar su peor cara. Su comunicado del 3 de junio, emitido por el Secretariado Ejecutivo, es mucho más que un error político o un exceso retórico: es una declaración cínica, injusta y peligrosa.

El texto convoca a la militancia y al pueblo uruguayo a movilizarse “en defensa de los derechos humanos del pueblo palestino”, mientras acusa al gobierno de Israel de cometer crímenes de lesa humanidad y genocidio. Todo eso, sin una sola palabra sobre Hamás, sin una línea sobre la masacre del 7 de octubre, sin el más mínimo gesto de empatía hacia las víctimas israelíes o los miles de uruguayos de origen judío que aún lloran a sus muertos y temen por sus familiares secuestrados.

No se trata de una omisión casual. Se trata de una elección ideológica, de una decisión deliberada de colocar a Israel como único culpable en un conflicto extremadamente complejo, donde lo que sobran son las víctimas de ambos lados. Pero el Frente Amplio elige una narrativa maniquea, infantil y tóxica, en la que los terroristas son “resistentes”, y las democracias liberales son los villanos.

Esa visión no solo falsea la historia: insulta la inteligencia de todos los uruguayos que aún creen en la democracia, en la paz y en el valor universal de los derechos humanos. Porque si algo dejó en claro el ataque del 7 de octubre, es que Hamás no busca la convivencia, ni la libertad del pueblo palestino, ni la solución de dos Estados. Hamás busca destruir a Israel, y no tiene problema en sacrificar a su propio pueblo en el intento. Gobierna Gaza como una teocracia armada, persigue a disidentes, ejecuta a homosexuales, usa hospitales como bases militares y esconde lanzamisiles en jardines de infancia.

¿Todo eso no merece una mención en el comunicado del Frente Amplio? ¿Ni una línea? ¿Ni una condena tibia? Nada. Silencio absoluto. La palabra “Hamás” no aparece una sola vez. Como si la guerra hubiera estallado de la nada, sin causa, sin contexto, sin 1.200 muertos en un solo día, sin secuestros, sin violaciones, sin niños decapitados.

Más grave aún es la forma en que se llama a la acción. El Frente Amplio habla de movilización, de propaganda, de articulación con organizaciones sociales, culturales y de derechos humanos. ¿Pero cuáles son los límites de esa propaganda? ¿Dónde queda la responsabilidad política en un país donde hace pocos días un local de la comunidad judía fue blanco de un atentado antisemita? ¿A quién se protege con este tipo de declaraciones incendiarias? ¿Quién garantiza que el odio que se siembra con palabras no se convierta en violencia?

El comunicado tampoco hace ninguna distinción entre el gobierno de Israel y el pueblo judío, ni entre la política israelí y la comunidad judía uruguaya. Y esa omisión, en el contexto actual, es extremadamente peligrosa. Porque lo que queda flotando en el ambiente no es solo una crítica a una política exterior: es una licencia para estigmatizar, señalar, hostigar. Una puerta abierta al antisemitismo disfrazado de causa humanitaria.

Esta actitud no sorprende, pero duele. Porque el Frente Amplio podría haber sido otra cosa. Podría haber llamado al fin del conflicto, a la liberación inmediata de todos los rehenes, al desarme de Hamás, a una solución negociada que incluya la creación de un Estado Palestino y el derecho de Israel a existir en paz. Pero no. Eligieron el camino más fácil y más miserable: el de reducir el drama humano a una consigna política. El de convertir la tragedia en combustible ideológico.

Este comunicado no es solo injusto con Israel: es injusto con los uruguayos que aún creen en el diálogo, en la convivencia, en la paz basada en hechos, no en consignas. Y es también injusto con los palestinos, que merecen apoyo genuino, no ser usados como excusa para alimentar odios de otros tiempos.

Lamentablemente, no es la primera vez que la izquierda uruguaya se alinea con dictadores, terroristas y regímenes opresores, siempre que estos se presenten como “antiimperialistas”. Esta vez, como tantas otras, el Frente Amplio demuestra que para algunos sectores de la política uruguaya los derechos humanos son selectivos. Que no importan las víctimas, sino quién las comete. Y que la moral es apenas un disfraz cuando se trata de arrastrar a la militancia a causas ajenas que poco tienen que ver con la paz, y mucho con la vieja pasión de enfrentar “al enemigo sionista”, cueste lo que cueste.

Uruguay no necesita más polarización ni más hipocresía. Necesita valentía para decir lo que muchos callan: que Hamás es una organización terrorista, que Israel tiene derecho a defenderse, que los rehenes deben ser liberados y que los civiles, tanto en Gaza como en Tel Aviv, merecen vivir en paz. Todo lo demás es ruido. Y, en este caso, un ruido que avergüenza.

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