A 50 años de una dictadura
Hugo Machín Fajardo
La memoria individual o colectiva conserva los sufrimientos o alegrías vividas, pero no es el único reflejo de la verdad. La historia no puede estar atada a la memoria, ni a la política partidaria inmediata, ni debe hacerse de manera ideologizada.
Esta historia comienza cuando Uruguay tenía una de las democracias más estables de Latinoamérica. ¿Comienza ahí, realmente? Toda historia remite a otra historia anterior, que, a su vez, remite a otra historia. Hay historias que se proyectan sobre otras historias. Hay historia que es contraseña de múltiples historias personales.
La historia no comienza de forma aislada, sino que está interconectada con la historia anterior y con la sociedad en la que se encuentra. La memoria individual y colectiva puede influir en la percepción y en la narrativa de la historia, pero es importante considerar múltiples perspectivas y buscar diversas fuentes para entender la verdad completa y no sólo una versión parcial de los hechos.
Además, la política y las ideologías también pueden influir en la forma en que se escribe y se enseña la historia, lo que puede llevar a una narrativa sesgada. Es importante que la historia aspire a la objetividad y se base en hechos verificables, para que pueda ser transmitida de forma justa a las generaciones futuras y les provoque interrogantes a partir de las cuales quienes reciben el relato generen sus propias conclusiones.
La verdad no ofrece los hechos recortados sobre un horizonte diáfano, sino que la verdad consiste en no-ocultar los hechos.
La verdad histórica es un concepto complejo y difícil de alcanzar, ya que está influenciada por muchos factores, incluyendo las perspectivas individuales, la memoria colectiva, la política y las ideologías. La verdad histórica es más bien una búsqueda constante que se acerca a la realidad a través del uso de fuentes confiables y un enfoque crítico.
Es importante destacar la diferencia entre la leyenda y la verdad histórica, desde que la leyenda es una versión ficticia y exagerada de los hechos, mientras que la verdad histórica se basa en hechos verificables. La utilización de la leyenda como instrumento político es perjudicial para la comprensión objetiva de la historia y puede tener consecuencias negativas en la sociedad.
La objetividad histórica es un ideal al que se debe aspirar, y el esfuerzo por acercarse a la verdad a través del uso de fuentes confiables y un enfoque crítico es fundamental para una narrativa histórica precisa y justa.
En resumen, la historia es un relato complejo y multidimensional, que está influenciado por muchos factores, incluyendo la memoria individual y colectiva, la política y las ideologías. Es importante abordar la historia con un enfoque crítico y equilibrado para lograr una comprensión precisa y completa de los hechos y su contexto.
En los cuatro capítulos de «A 50 años de una dictadura» emitidos en junio 2023 en el programa «Punto de encuentro», de Radio Universal de Montevideo, historiamos desde nuestra ubicación actual. Con la mentalidad de hoy, con las herramientas y los documentos de hoy, evitando el sesgo retrospectivo sobre aquel pasado. Por el contrario, tomamos distancia, en un intento de eludir el propio peso del presente para evitar anacronismos. Se trata de ingresar al pasado sin ira, por más que ese pasado sea doloroso, contenga hechos y extremas crueldades y haya significado el sufrimiento para miles de uruguayos y uruguayas.
Se trata de recordar el pasado desde una perspectiva que quiere ser objetiva y sin prejuicios. Es muy difícil lograrlo pues cada época y su tendencia principal se apropian de la historia e introducen en ella sus propias ideas, como ya advertían Ranke y Norbert Elías. El esfuerzo está en evitar que la presión del presente lleve al ocultamiento del pasado. Esto permite entender mejor lo sucedido y aprender de los errores del pasado para no repetirlos en el futuro.
La revisión histórica de una dictadura, o de cualquier otro período histórico, debe ser rigurosa y basada en la evidencia.
