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Descontrol y emergencia carcelaria, anarquía homicida

Zósimo Nogueira

Los titulares son de hacinamiento, muerte y descontrol. El poder paralelo que escapa al control de las autoridades. Se crearon más plazas de alojamiento, pero se ha seguido el mismo criterio que la administración anterior y con el mismo resultado. Reconozco el compromiso pero no ha habido mucho pienso y es muy difícil reorganizar algo desde el caos, es necesario innovar y sobre todo priorizar. Hay que partir de cero y en otro ámbito y luego gradualmente uniformizar un plan integro de administración carcelaria.

El propio Comcar fue el plan más ambicioso que tuvo el sistema carcelario uruguayo luego de la reinstalación democrática con el pienso de figuras como las Dras. Adela Retta, Ofelia Gressi y la supervisión de la propia Suprema Corte de Justicia.

Se hicieron jornadas de criminología con participación de expositores internacionales y legisladores de la oposición como Díaz Maynard velaban por el cumplimiento y desarrollo de la propuesta.

En su inicio fue administrado por el Dr. Honoris Causa Oscar Ravecca, un principista con mucho conocimiento de la actividad judicial y fiscal.

Pero al poco tiempo por discrepancia con los mandos policiales y la necesidad de mantener el orden con mano firme fue remplazado por jerarcas policiales en sintonía con la Dirección Nacional de Cárceles.

Esa tarea le fue asignada a la policía desde el famoso motín de Punta Carretas en el año 1986.

En ese entonces las cárceles estaban en la órbita del Ministerio de Cultura y su guardia era conocida como la guardia Blanca.   

Se terminó con el programa cuando aún estaba verde.

Problemas de alojamiento y reclusos de Libertad deseosos de un trato igualitario al COMCAR realizaron actos de vandalismo y amotinamiento reclamando por traslados a éste y comodidades básicas insatisfechas.

Los sucesivos mandos policiales de esa Cárcel de Libertad fueron bajando en rigor y acercando a la modalidad COMCAR y se rompió demasiado rápido aquello de premio y castigo.

 Esa modalidad arcaica daba sus resultados. Buena conducta y deseos de adquirir conocimientos para un futuro egreso y se entraba en lista para el COMCAR.

Mala conducta y no adaptarse al régimen progresivo (diagnostico, máxima seguridad, media cerrada, media abierta, mínima y breve permanencia) entonces retorno a Libertad u otras cárceles.

Esos motines y la convivencia violenta en Libertad llevo a primer plano la necesidad de trasladar a víctimas de agresión para darles protección, liberar espacios y reducir el hacinamiento.

La selección se desdibujo, y el crecimiento  de la población carcelaria fue exponencial, dificultades para obtener ingresos de personal llevo a modificación de regímenes horarios y al reclutamiento de policías penitenciarios en zonas alejadas del interior. 

Para subsanar esto en las administraciones del Frente Amplio se optó por el ingreso de personal como operadores penitenciarios manteniendo el carácter civil,  con horarios más acotados y sin impedimentos del sexo biológico.

Un problema de convivencia que no se quiere ver, mujeres en cárceles de hombres, y hombres en cárceles de mujeres. En una cárcel segura con posibilidad de mantener el orden no sería problema, pero en una cárcel en donde funciona el poder paralelo, en donde el miedo está latente y no existe posibilidad de imponer la autoridad, donde la autoridad también se negocia es muy difícil.

Le agrega un adicional de inestabilidad y se generan vínculos afectivos de complacencia y protección recíproca.

La violencia y los actos de violencia en nuestras cárceles son un tema permanente, deben ser visualizados y analizados por quienes están al frente y son responsables del sistema penitenciario. Deben ofrecerse soluciones y las hay.

Son costosas pero las hay y requieren de mucho compromiso y dedicación a tiempo completo.

De inicio con la selección de los gestores, por curricula pero también por valores personales.

Proyectos racionales y progresivos, sin el lirismo del paraíso y uniformidad global e inmediata. De aplicación gradual y con pasos seguros.

Según datos del comisionado parlamentario de enero de este año entre 2020 y 2023 hubo 229 muertes en cárceles, 70 homicidios y 55 suicidios.

Otro informe de prensa Latina de fecha 5/9/2024 habla de 51 muertes en las cárceles en lo que va del año. Increíble, angustiante.

Antes de hablar del salvajismo de los últimos sucesos del COMCAR aún recuerdo la tragedia del 8 de julio del 2010, cuando murieron  quemados 12 presos en la cárcel de Rocha.

Y como decía  en 2020 un sobreviviente Fernando Méndez, todo sigue igual, no hicieron nada. No es así, hubo una investigación, la justicia lo dio como un accidente.

Pero los muertos están, la condena social y popular sigue vigente y el gobierno de la época designa a Alcides Caballero Jefe de Policía de ese entonces en el cargo de Director Nacional de Cárceles.  

Estaba de licencia cuando ocurrió el suceso, pero resulta paradojal.

Vayamos a lo actual, A la fecha según informo Mendoza Director del CNR hay 16.071 presos, recluidos en 26 Centros.

Mucha juventud, el 62% tiene entre 20 y 34 años. Desde el 2020 la población carcelaria aumento en 4582 personas.

COMCAR, miércoles 25 de setiembre. Homicidios múltiples. Seis reclusos muertos quemados y un séptimo aún grave que se recupera hospitalizado en el CENAQUE.

El incendio fue la continuación de una reyerta entre presos, ocurrió a plena tarde sobre las 15.00 hs. y previo a ello los fallecidos habían sido amenazados de muerte.

Como protección se encerraron, fueron atacados con cortes carcelarios e introdujeron  a esa celda, la 94, un colchón empapado en aceite que encendieron viendo morir sus amenazados. Dantesca escena.  

Notoria falta de protección y control del establecimiento carcelario por parte de las autoridades. Falta de personal y medios para imponer autoridad. Ese modulo tiene capacidad para 378 y tiene una población que supera los 700, falta personal y mantenimiento    

Es el tercer suceso de este tipo en poco tiempo, la violencia carcelaria está en su punto más alto. El 28/12/23 en ese mismo modulo también fueron asesinados quemados seis presos y el 3 de setiembre de este año hubo cinco lesionados en el módulo 10. Violencia a niveles superlativos.

Hay denuncia de los funcionarios sindicalizados en la órbita de la justicia que ya dispuso que las autoridades ministeriales realicen un pormenorizado informe la situación carcelaria y las medidas tomadas en los sucesos anteriores.

Lejos estamos de cumplir con el artículo 26 de la constitución que dice.

A nadie se aplicara la pena de muerte y en ningún caso se permitirá  que las cárceles servirán para mortificar y si, solo para asegurar a procesados y penados persiguiendo su reeducación, la aptitud para el trabajo y la profilaxis del delito.        

Y aquí si es necesario considerar un estado de emergencia carcelaria.

Es prioritario construir nuevas cárceles, alejadas de las actuales, compartimentadas tanto habitacionalmente como en movilidad y recreación. Controladas con personal y tecnología suficiente..

Que al ingreso de cada recluso se le asegure una habitación, un colchón para dormir, un baño individual  para sus necesidades sin la promiscuidad  actual que deshumaniza, alimentos y artículos de higiene y un espacio de soledad y meditación sin presiones, que permita libertad de conciencia. Sin esa comunicación permanente con el exterior, que las urgencias se canalicen por medio de la autoridad y se impida formación de líderes y grupos de poder.

No es un gasto, es una inversión. No se trata de comodidades se trata de necesidades y una proyección de mejora social, rompiendo las conexiones entre marginales libres y presos.

De bajar tensiones y generar cambios de conductas.

No importa de quienes dependan las cárceles, depende de la eficiencia de los gestores y de la asignación de recursos.

Es un momento de suma violencia que no hace viable las propuestas civilistas de retirar del Ministerio del Interior su administración.

Las custodias internas también deben estar sujetas a un sistema disciplinario y jerárquico fuerte. Trabajo insalubre que debe ser bien remunerado  para  evitar tentaciones a la corrupción. Emergencia carcelaria.      

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