El dolor de ya no ser
Ricardo J. Lombardo
El tango dice:
“Si arrastré por este mundo
La vergüenza de haber sido
Y el dolor de ya no ser”
El suicidio de Williams Martínez conmovió al mundo futbolístico uruguayo.
El jugador que fue Campeón Uruguayo con Defensor Sporting, que llegó a la premier league y alternó en otros varios equipos de nuestro país y el exterior, tomó una decisión conmovedora al final de su carrera futbolística.
Nadie sabe a ciencia cierta por qué, como suele ocurrir en la mayoría de estos casos.
Pero el hecho de que la Auf suspendiera la etapa, llamó a la reflexión de sus colegas.
El ex futbolista Richard Porta, en particular, ofreció su testimonio casi como un desahogo, de la situación que viven los deportistas que una vez fueron ídolos, se vistieron de gloria y un día, de repente, pierden todo eso.
Si no lograron un respaldo económico suficiente o no se prepararon para la etapa siguiente, ya sea con una carrera, un oficio o simplemente un empleo, suelen caer en una profunda depresión que, si no tienen un ámbito que los contenga, como le ocurrió hace poco al Morro García y ahora a Willy Martínez, pueden llevar a estos desenlaces.
El Canguro Porta contó su conmovedora experiencia y cómo logró superar esa crisis. Lo mismo el Lolo Fabian Estoyanoff.
Las instituciones deportivas a menudo se preocupan por un desarrollo integral de los futbolistas en las etapas formativas promoviendo que se capaciten, que estudien, que se preparen como personas. Pero después, cuando entran en el mundo de la alta competencia, de los pases internacionales, de los contratistas, quedan librados a su propia suerte sin redes contenedoras para su caída.
Se me dirá que lo mismo ocurre con las personas que pierden su empleo a los 50 años o a los presos que recobran la libertad luego de cumplir largas condenas o, incluso, la mayoría de las personas al encarar la jubilación.
Pero el fútbol, esa actividad tan popular, que mueve tanto dinero y crea tantas ilusiones en los deportistas y sus familias, debería ofrecer esa red de contención.
Tal vez la Mutual de Futbolistas o la propia Auf, podrían institucionalizar este cuidado y orientación del ser humano al fin de su carrera y el comienzo de nueva etapa de la vida a los 30 y pocos.