Política nacional

El Norte también es la República

El norte no necesita que lo descubran. El norte le ha dado mucho al país, su producción, su frontera viva, su temple, su cultura. Y sin embargo, todos sabemos —aunque a veces no queramos decirlo— que el norte carga con una deuda histórica.

Una deuda que no se mide en discursos, sino en oportunidades. Porque mientras Montevideo concentra industrias, servicios y seguridad, el norte enfrenta la desindustrialización, la falta de empleo, la inseguridad creciente y la escasez de vivienda digna.

Eso no es República, eso es centralismo.

No es justo.

No puede ser que el lugar que produce, que aporta mucho, sea el que menos recibe. El Norte aporta la base primaria y forestal que sostiene 1 de cada 5 dólares exportados por bienes. Artigas no vende piedras, vende diseño,  así podemos seguir, ganadería, entre otros .

Necesitamos un Estado que mire hacia el norte, que invierta en infraestructura, en rutas internas, en vivienda, en industrias, en formación, en seguridad. Que devuelva al norte lo que el norte le da al país.

Porque la seguridad no es solo patrulleros. La verdadera seguridad empieza cuando hay trabajo, cuando hay techo, cuando hay escuela. Cuando el joven del norte no tiene que emigrar para tener futuro. Cuando la familia puede soñar con quedarse donde nació.

Y ahí, una vez más, Pedro Bordaberry ha marcado la agenda.

No solo con palabras, sino con visión.

Porque creó un Centro de Estudios pensando en el Uruguay del futuro, en la necesidad de planificar el desarrollo, de estudiar cada región, de entender sus problemas y convertirlos en soluciones concretas.

Pedro no improvisa, piensa, propone y actúa.

Y eso, amigos, es lo que hace un líder republicano.

Y junto a él, Tabaré Viera, hijo del norte, que conoce palmo a palmo este territorio, que ha trabajado toda su vida, por su gente, por el turismo, por la producción, por el empleo, por la integración de esta frontera viva que une y no separa.

Ese es el batllismo de hoy, el que no se resigna, el que no se queja, el que actúa.

El que cree que el norte no es la periferia del Uruguay, sino su corazón más noble.

Tenemos la obligación moral de equilibrar el país.

Tenemos el deber republicano de que el hijo de Rivera, de Artigas o de Tacuarembó tenga las mismas oportunidades que el de Montevideo.

Tenemos el compromiso ético y político de hacer que la República llegue a todos los rincones, con justicia, con trabajo, con seguridad, con vivienda.

El norte del país no pide compasión, pide justicia, pide oportunidades, pide República.

Y en eso, amigas y amigos, no hay debate posible.

Hay solo una obligación, hacer las cosas.

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