El tiempo se agota
entre el presupuesto
y las reformas políticas
César García Acosta
El gobierno recién empieza pero el tiempo pasa. Mientras blancos y colorados se van alejando del lema común, la coalición, como sistema, sigue siendo la única alternativa para armar gobierno y competir con el Frente Amplio. Con la mira puesta en una posible reforma política que oficie de punto de encuentro, el interés electoral pone freno a la voluntad de los líderes sectoriales. Además de esta compleja realidad, Pedro Bordaberry y Andrés Ojeda tienen que decidir si dejan sin presupuesto al gobierno ante la falta de votos legislativos de la izquierda. Según Ojeda, en una reunión de los colorados, el también senador Tabaré Viera, habría dicho: «vamos a ver si este presupuesto es distinto, porque si el gobierno dice que sí lo es, y que hará grandes cambios, entonces nosotros podemos evaluar, pero si el gobierno no hace esos cambios, tendremos que evaluar no acompañarlo». Mientras tanto, se corre el riesgo de que este contexto deje de ser una estrategia electoral, para transformarse en un impedimento de diseño de la coalición que inxorablemente vendrá. Como ya lo anunciaron los colorados para las próximas elecciones municipales, «o hay coalición republicana en todos los departamentos, o no habrá en ninguna».
Bajo el título de “ya era hora: una nueva reforma política va entrando en la agenda”, el politólogo Adolfo Garcé, sin atajos, sostenía en una columna en el semanario Búsqueda, que “el principal defecto de nuestra democracia es el diseño institucional de los gobiernos departamentales.” Para este experto de las ciencias sociales “el poder de los intendentes ha crecido mucho más de lo deseable”. Un par de meses después de escribir “que la democracia uruguaya es `una máquina de aprender´, donde generación tras generación, “quienes de una forma u otra estamos pendientes de su funcionamiento —ya sea desde la política, el periodismo, el análisis o el interés ciudadano por la cosa pública— reclamamos mejorar prácticas y reformar instituciones. Esta persistente pulsión autocrítica, esta saludable propensión al cambio, parecía haberse debilitado demasiado. De hecho, durante los últimos 20 años, se discutió mucho más sobre reformas en el plano de las políticas públicas que sobre las modificaciones que habría que introducir, por ejemplo, en las reglas electorales. La cuota de género y la creación de los municipios, en 2009, fueron los cambios más relevantes en un entorno general de cierta apatía en materia de innovaciones institucionales”.
Entrados en el segundo semestre de 2025, tanto los Colorados como los Independientes insisten en que hay que hacer reformas electorales. El primero en hablar de este tema fue Pablo Mieres. En el mes de mayo en el diario El País escribió contra la excesiva extensión del ciclo electoral, la importancia de limitar la mayoría automática en las juntas departamentales y se mostró proclive a cambiar el sistema de hojas de votación por el voto electrónico con impresión de la hoja de votación.
Bordaberry en esa misma lógica presentó dos proyectos de ley: uno para acortar el calendario electoral, haciendo las elecciones internas el último domingo de agosto del año electoral y las elecciones departamentales el segundo domingo del mes de marzo del año siguiente al de las elecciones nacionales, salvo que coincida con la Semana de Turismo, en cuyo caso se realizará el domingo siguiente.
Julio María Sanguinetti también sobrevoló la necesidad de reformar el sistema electoral: reconoció válidas algunas iniciativas de Bordaberry, agregando que podría ponerse en discusión también retornar a la “acumulación” por sublemas en diputados, que se habilite el voto cruzado entre elecciones departamentales y municipales, y que se “establezca la posibilidad de Lemas Accidentales que preserven las identidades partidarias, pero que habiliten procesos más realistas de acumulación electoral”. Sanguinetti introdujo la idea de que se “mantenga la doble vuelta electoral y se supriman las internas, votando en octubre bajo el esquema del viejo doble voto simultáneo, tanto la multiplicidad de candidatos como el pasaje a la última instancia del más votado adentro de cada lema partidario”.
Pero como reza el refrán popular “nada es gratis en esta vida”, lo que adquiere un perfil más agudo cuando se trata de reconocer razones. Para la tradición no todos pueden ser “monedita de oro que todos la quieran”.
Hace unas semanas el propio Bordaberry en una sesión de la Comisión de Constitución, condicionó a los intendentes que desde su Congreso propusieron matizar la limitación del ingreso del personal a sus administraciones, alegando que hay que legislar más allá que una ley en este sentido sería una “violación a la autonomía departamental”. La lucha de los `caudillos locales´ quedó de manifiesto, mereciendo para Bordaberry en declaraciones de prensa, que “Lo sucedido en Argentina debe iluminar nuestro debate interno en Uruguay. Si bien falta mucho, varios insisten en que la oposición comparezca con un solo candidato y un solo partido en la próxima elección. Ese camino puede brindar la ventaja aritmética de la acumulación de votos para asignar bancas. Pero también puede llevar a menos votos y por ende a menos bancas”, describió.
Partiendo de ese contexto, agregó el legislador colorado, usando como espejo la realidad argentina, «el intento de debilitar al PRO del expresidente Mauricio Macri, muchas veces por encima de la identidad propia de La Libertad Avanza, redujo la contienda a un enfrentamiento binario: peronismo versus Milei». Esto fue «un error fatal» porque «esa estrategia limitó las opciones del ciudadano, impidiéndole elegir entre alternativas distintas dentro del mismo espacio político».
Para Bordaberry «La democracia se fortalece en la diversidad de opciones. Y la oposición, si quiere ser alternativa real de gobierno, debe recordar que en política —como en la ruleta— jugar todo a una sola ficha puede llegar a significar perderlo todo».
En radio Sarandí (690AM), el senador Andrés Ojeda, actual secretario general del Partido Colorado, ejemplificó que, a partir del actual mensaje presupuestal del Gobierno, que “si nos damos cuenta que Uruguay no es Alemania, y que, de hecho, son muy importantes las inversiones que puedan llegar al país, no es menor. Esto no es un asunto menor. Si se quieren inversiones, y que llegue capital, se tienen que dar dos cosas. Primero, tratar de no matar al inversor con impuestos, y segundo, dar las garantías jurídicas que se necesitan.”
Para Ojeda “todo el mensaje presupuestal es anti inversión, así que si le voy a aumentar un impuesto a ese inversor, o le voy a cobrar más, y su aparte, además, le voy a levantar todas las garantías de secreto que se tiene en los bancos, cambiando todas las reglas del juego, este gobierno empieza a parecerse más a uno cuasi bolivariano que a un promotor de promoción de inversión.”
Insistiendo en las actitudes políticas reafirmó Ojeda: “Si uno mira para el costado y ve que Paraguay cobra menos impuestos y respeta más los espacios de privacidad, la verdad que se entiende que el inversor se vaya para Paraguay. Por ejemplo, como otras locaciones cercanas donde hay otras condiciones de mejores características. Uruguay tiene que cuidar mucho su competitividad, y frenar su costo país, lo que no se va a mejorar a corto plazo, y menos con semejante aumento de gasto.”