Política Internacional

Euterpe, llora a Yurii, y las keres van por Putin

Lorenzo Aguirre

Euterpe, hija de Zeus, llora por Yurii Kerpatenko. La Musa de la Música no podrá inspirarlo más, ni dar belleza y encanto al director de orquesta ucraniano. A sus jóvenes cuarenta y seis años, Kerpatenko, Maestro Principal de la Orquesta Filarmónica del Teatro Dramático “Nikolai Kulish”, de Kherson, fue acribillado a balazos por las fuerzas de ocupación rusa y colaboracionistas, por negarse a dirigir el concierto denominado “El regreso a la vida pacífica” – ¡qué ironía!, ¿no? -, al frente de la “Orquesta Hileya”, espectáculo organizado por el psicópata Vladímir Putin, a través de sus legiones invasoras.

Graduado en el Conservatorio de Música de Kiev, el maestro Yurii Kerpatenko – una de las máximas figuras artísticas de Ucrania – fue “visitado” en varias oportunidades en su casa, por los agentes del Servicio Especial de Rusia, presionándolo para colaborar.

Kerpatenko, dijo una y otra vez que no cooperaría con quienes ocupan su país y asesinan a compatriotas, además de señalar defender de cualquier forma, a Ucrania.

Pese a las tensiones impuestas, Kerpatenko siguió permaneciendo en Kherson – ciudad a ciento treinta quilómetros de Odessa, objetivo de la contraofensiva ucraniana que, reconquistándola, daría oxígeno a Kiev, además de poder controlar el Mar Muerto -, hasta que nuevamente llegaron los del Servicio Especial para preguntarle “por última vez”, si daría el concierto, recibiendo la negativa por parte del maestro.

Los “invitados”, amenazaron a Kerpatenko, diciéndole, “volveremos por ud.”, y al día siguiente regresaron, violentaron la puerta del domicilio, y lo ejecutaron brutalmente, al mejor estilo mafioso.

Vladímir Putin, decretó “Ley Marcial” – prohibición de circular libremente por las calles, permanecer en lugares públicos, etc -, una suspensión de derechos, además de aplicar procesos sumarios y castigos, más allá que, obviamente, incluye pena de muerte no solo en Kherson, sino en los territorios ucranianos de Donetsk, Lugansk, y Zaporizhia, los cuales fueran anexados por Rusia el pasado 30 de setiembre.

Putin, señala que, esa resolución simplemente formaliza una situación existente “de facto”, y acusa a Ucrania no reconocer la expresión democrática de ciudadanos, pero en realidad busca liquidar la resistencia.

Putin, admira a Valeri

Para el mandatario ruso, poco y nada importa Kerpatenko, pues considera como figura musical a Valeri Guérguiyev, Director General del Teatro Mariinky de San Petersburgo, y Maestro Asociado a la Ópera Metropolitana de Nueva York – el “extraordinario” Valeri, odia a Estados Unidos, pero, indudablemente no viene mal unos miles de dólares por función, aunque se convierta en capitalista…¿no? -, teatro ubicado en el Lincoln Center, además de ser invitado por el Covent Garden, sede de la Compañía Real de Ópera, y el Ballet Real de Inglaterra, y por supuesto una y otra vez actuando para la “Nueva Rusia” de Putin.

Guérguiyev, racista, desaliñado, narcisista, es un conductor con movimientos fatigosamente desmesurados, molesto estilo “parkinsonismo” al cual acompaña con saltos sobre el podio, y portando una batuta del tamaño de un escarbadiente.

Hombre de carácter agrio y haciéndose pasar por gracioso – ¡no ha dejado de ser imbécil! -, Guérguiyev fue premiado en el Festspielhaus Baden Baden – en honor al mundialmente famoso director Herbert von Karajan –, con una dotación de cincuenta mil euros.

Guérguiyev, además de haber sido profesionalmente celoso de Karajan, siempre lo odió por su vinculación a comienzos de la década del treinta con el nacimiento del nazismo, pero, de todas formas, más allá de todo… ¡nunca viene mal un puñado de euros!

Es oportuno recordar que, en marzo de 2014, Guérguiyev, firmó la carta “Figuras del mundo de la cultura rusa, en apoyo de la posición del presidente Vladímir Putin, en cuanto a Ucrania, y Crimea”, acción provocando indignación, a la vez que, el Ministro de Cultura de Ucrania, prohibiera a Guérguiyev continuar presentándose en dicho país.

Ahora, el maestro ruso también fue despedido como Director Principal en la Filarmónica de Múnich, a través de Marcus Felsner, representante del mencionado artista.

Felsner, manifestó que, a la luz de la guerra criminal emprendida por el régimen ruso contra la nación democrática e independiente de Ucrania, y la sociedad europea en su conjunto, “se hace imposible defender los intereses del maestro Guérguiyev”.

Más tarde, Felsner, agregaría: “Guérguiyev, no quiere, o no puede, poner fin públicamente a su apoyo largamente expresado a un régimen que ha llegado a cometer tales crímenes”.

Por su parte, el Alcalde de Munich, Dieter Reiter, había señalado en rueda de prensa que, junto con los representantes de la Orquesta Filarmónica de Munich, esperaba que, Guérguiyev, enviara una señal clara de desvinculación y desaprobación en cuanto a los ataques contra Ucrania, los cuales violan el Derecho Internacional, porque, de lo contrario, tendrían que rescindirle la relación contractual.

El precio de la guerra

Más de seis mil ucranianos civiles muertos, cuatrocientos niños, nueve mil adultos heridos, casi seiscientos chicos, y cerca de quinientos adultos cuyo sexo ahora se desconoce, además de otros tantos con órganos sexuales mutilados, es parte del “precio” cobrado por Putin.

Desde el pasado 24 de febrero – comienzo de la invasión rusa a Ucrania -, murieron más de cincuenta mil militares rusos, y alrededor de catorce mil soldados ucranianos, encontrándose la mayor cantidad de víctimas en Donetsk, y Lugansk.

Vladímir Putin, cuenta con veinte años en el poder, y estructuró un nacionalismo populista de corte conservador, aunque, de todas maneras, se observan posturas dispares pues la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de nacionalista tenía muy poco, y fue Lenin quien mandó al proletariado a luchar contra el nacionalismo ruso, más allá de llevar adelante la lucha de clases de Marx.

Ahora, parece tiempo de reverenciar a Lenin, ideólogo ejecutor del genocidio de Ucrania y creador en primera instancia del “modelito” campo de concentración – luego perfeccionado por el nazismo -, y Putin quiere poderío económico, desestabilizar la Unión Europea, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y por supuesto ignorar los acuerdos con Ginebra.

El “camarada” presidente, es un “artista” amalgamando a Nicolás II – ejecutado por orden de Lenin -, y comunistas, e incluyendo también más allá de Lenin, a Stalin.

Las Keres, esos espíritus femeninos, diosas de la muerte violenta, están sedientas de sangre, y no solamente sobrevolarán los campos de batalla buscando moribundos, sino también no se detendrán hasta llevarse a asesinos, y quienes sufren enfermedades devastadoras.

Vladímir Putin, reúne las dos condiciones.

¡Tarde, o temprano, ellas… van por él!  

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