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Expreso Pinar

Guzmán A. Ifrán

Cuando pensamos en los desafíos crecientes de Montevideo, uno sobresale con claridad: la necesidad imperiosa de articular una movilidad urbana que responda a las nuevas realidades demográficas. Durante las últimas dos décadas —y con especial contundencia en los últimos diez años— Montevideo ha experimentado una migración interna hacia el área metropolitana, destacándose Ciudad de la Costa y, en particular, El Pinar como focos de expansión poblacional. Hoy tenemos ante nosotros una oportunidad histórica para corregir rezagos acumulados.

Los avances presentados recientemente por la Intendencia de Canelones y el MTOP reflejan que no se trata de sueños de oficina, sino de propuestas con sustancia. En el eje entre avenida Italia y Giannattasio se estima que circulan diariamente 15.000 personas en transporte colectivo, por lo que su transformación no puede postergarse.

El proyecto pretende reducir los tiempos de viaje en ese trayecto en 25 a 27 minutos, conectando El Pinar con Ciudad Vieja, con tecnologías que capturen la atención del usuario para que abandone el vehículo particular y opte por la nueva vía. Está sobre la mesa un abanico tecnológico que incluye ómnibus articulados, tren aéreo o tren‑tram. Además, se proyecta que los pliegos y licitaciones podrían estar listos entre fines de 2025 y comienzos de 2026.

También se estudia extender la infraestructura ferroviaria hacia la Ruta 5, aprovechando la estructura del Ferrocarril Central, lo que abriría nuevos horizontes al sistema metropolitano de transporte público. El impulso dado por las autoridades departamentales y nacionales es inequívoco: se habla de una “verdadera revolución” de la movilidad metropolitana.

Conviene detenerse en el trasfondo poblacional que explica la urgencia del proyecto.

El Censo 2023 confirma que mientras Montevideo perdió un 5,3% de su población en ese período, Canelones creció un 13,5%. Dentro de este crecimiento, Ciudad de la Costa se consolida como epicentro del fenómeno, con más de 114.000 habitantes y un marcado incremento en El Pinar, que hoy supera los 27.000 residentes. Seis de cada diez habitantes de la zona vivieron en algún momento en Montevideo, lo que refleja el carácter profundamente migratorio de esta expansión.

Los datos también muestran un cambio cualitativo: en 1996, el 15,2% de las viviendas en Ciudad de la Costa eran de uso temporal o vacacional; en 2023, esa proporción cayó a apenas un 3%. Es decir, las residencias de veraneo dieron paso a hogares permanentes, expresión clara de un proceso de radicación definitiva.

Además, las proyecciones oficiales del Instituto Nacional de Estadística indican que en los próximos 20 años Canelones seguirá teniendo tasas netas de migración interna positivas (+6 por mil anual), mientras que Montevideo mantendrá un saldo negativo (−4,4 por mil). En otras palabras: la corriente migratoria lejos de revertirse, se profundizará.

Este trasfondo demográfico explica por qué un sistema de transporte moderno y eficiente es tan necesario. Ciudad de la Costa ha dejado de ser una “ciudad dormitorio”, en tanto cada vez más personas trabajan, estudian y/o viven en la zona, aunque los flujos hacia Montevideo siguen siendo masivos. De allí que la movilidad metropolitana se transforme en un asunto estratégico de primer orden.

En mi opinión, parte de este cambio no solamente responde a las bondades que brinda Ciudad de la Costa, debido al gran trabajo de la Intendencia de Canelones en cuanto a su apuesta a la accesibilidad de servicios y el desarrollo local, más allá de la belleza natural propia del departamento y la zona costera en particular, claro está. Sino que sumado a eso, nos encontramos con el fenómeno inversamente proporcional en Montevideo. Hablo del deterioro progresivo, creciente y acumulativo de la ciudad, producto de las pésimas últimas gestiones del Frente Amplio, que por lo que le han hecho a un lugar con tan extraordinario potencial ya linda lo criminal. Con todo para ser París la han transformado en Ciudad Gótica; a esta altura le falta sólo Batman.

Retomando, este proyecto merece entonces un respaldo contundente. La expansión hacia El Pinar y Ciudad de la Costa no está acompañada por la infraestructura de transporte adecuada. Los habitantes de estos sectores, en su mayoría con vínculos laborales o de estudio con Montevideo, enfrentan un deterioro constante en sus recorridos diurnos. Un sistema eficiente cambiará drásticamente su calidad de vida.

Reducir entre 25 y 27 minutos en los recorridos no es un detalle menor: implica horas de vida recuperadas diariamente para miles de personas, menos estrés y más productividad. Al mismo tiempo, la apuesta por tecnologías verdes, como buses eléctricos —aunque no se ha cerrado la puerta a otras opciones— marca un buen indicio. Un sistema moderno, limpio y eficiente puede motivar la migración modal del vehículo privado hacia el transporte público.

El corredor Avda. Italia–Giannattasio, vital en la vida diaria de la región, ya soporta flujos intensos y conecta puntos neurálgicos del área metropolitana. Mejorarlo no es una opción: es una necesidad estructural. Y la creación anunciada de una futura Agencia del Sistema de Transporte Metropolitano permitirá coordinar esfuerzos y operativa entre municipios y gobierno nacional, asegurando que la movilidad no se fragmente en islas, sino que funcione como una red integrada.

Claro que todavía hay aspectos por precisar, como la definición de la combinación tecnológica que finalmente se adoptará, la resolución de los cruces urbanos sobre Giannattasio para garantizar fluidez sin cuellos de botella, o la articulación de este proyecto con otros corredores como 8 de Octubre y Camino Maldonado para conformar una red robusta. También será determinante que los pliegos y licitaciones avancen sin quedar atrapados en demoras burocráticas y que la futura Agencia Metropolitana cuente con respaldo técnico y político suficiente.

En suma, esta iniciativa debe dejar de verse como un proyecto más y empezar a concebirse como una obra de Estado para el área metropolitana del siglo XXI. La migración interna hacia El Pinar y Ciudad de la Costa no es un fenómeno pasajero, sino una realidad consolidada. Darle una respuesta con infraestructura de transporte moderno y eficaz es una urgencia impostergable.

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