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No soy de derecha ni de izquierda: soy batllista

Kim Gómez Parentini

En tiempos en que las etiquetas políticas parecen aprisionar a las personas más que liberarlas, reafirmo con orgullo una identidad que trasciende coyunturas: soy batllista.

No de derecha ni de izquierda. Soy de centro, de ese centro que en Uruguay dio estabilidad, modernidad y progreso, desde José Batlle y Ordóñez hasta los gobiernos que sostuvieron la democracia con responsabilidad.

El batllismo nunca fue un refugio en la tibieza, sino una posición firme en la moderación, un centro que equilibra, que busca soluciones, que une en vez de dividir. Es la convicción de que los grandes cambios sociales se conquistan con racionalidad, con justicia y con respeto a la legalidad. Es el ideario que marcó a generaciones con la certeza de que la República no es patrimonio de unos pocos, sino la obra colectiva de todos.

En este siglo, el batllismo significa estar en un gobierno de centro que construye puentes, ni sectarismo, ni dogmas, ni extremos. La experiencia de la coalición demostró que es posible gobernar con apertura, pero lo importante no es la alianza circunstancial, sino la línea de conducta que jamás se abandona. La defensa de la República, de sus instituciones y del bienestar de la gente.

Muchos me preguntan. ¿por qué acompañar a Pedro Bordaberry si sos batllista? La respuesta es sencilla y a la vez, profunda. Porque Pedro es uno de los políticos más extraordinarios de este tiempo. Su capacidad de trabajo, su fuerza inagotable, su apego a la legalidad y su obsesión por pensar en lo que le hace bien a la República, son virtudes que se integran con naturalidad a mi pensamiento.

Y cuando esa energía se conjuga con la inteligencia, la serenidad y la experiencia de Tabaré Viera, surge un combo político y de pensamiento que honra nuestra tradición y proyecta al porvenir. No hablamos de individualismos ni de personalismos, sino de la síntesis de dos formas de hacer política que tienen un mismo centro: Uruguay.

Hoy, ser batllista es reivindicar esa tradición de equilibrio, de progreso y de república, pero también es proyectar al país hacia adelante con nuevas herramientas. Es comprender, que la ciudadanía busca certezas emocionales, seguridad para su vida cotidiana y un relato común que una y no fracture. Y es hablar con símbolos que enraícen en la memoria colectiva, legalidad, trabajo, república y centro.

Firme, moderno, republicano y de centro. Mirar hacia adelante con orgullo, con fuerza y con la convicción de que en Uruguay el camino de la moderación siempre fue el camino del progreso.

El Partido Colorado nació con Rivera para fundar la República, se engrandeció con Batlle para darle justicia y hoy se proyecta con hombres como Pedro y Tabaré, que honran ese legado y lo conducen hacia el porvenir.

En un Senado donde muchas veces parece faltar movimiento, hay una realidad que no se puede ignorar.

Pedro  llegó con el eslogan “el mejor Senado” y no defrauda. El primer día presentaron cincuenta proyectos de ley, señal clara de trabajo, compromiso y visión. Desde allí, Pedro Bordaberry y Tabaré Viera no han dejado de construir una de las bancadas más activas y con más propuestas en el Parlamento.

Pedro ha demostrado ser, sin dudas, uno de los mejores senadores, firme, riguroso, incansable. Tabaré, con su experiencia y templanza, le da al trabajo parlamentario la visión estratégica y el sentido histórico del batllismo. Juntos han logrado convertir la bancada en un espacio vivo, de ideas, de proyectos y de acción política.

Pero su aporte no se queda en las paredes del Palacio Legislativo. Lo que están gestando es mucho más profundo, una formación política para el futuro. Una identidad clara que conjuga tres tradiciones y las potencia. El Partido Colorado como historia, el Batllismo como filosofía de centro y progreso, el pedrismo como motor de trabajo y renovación.

A esa construcción se suman con fuerza diputados jóvenes que están dando sus primeros pasos y forjando sus primeras herramientas políticas. Ellos son la prueba viviente de que el proyecto no es solo de presente, sino también de futuro. Están aprendiendo, innovando y se forman en la escuela de la legalidad, la seriedad y la entrega al país.

El trabajo no se limita al Parlamento. Pedro y Tabaré han entendido que la política se consolida en el territorio, con centros de estudios regionales en varios departamentos, reuniones constantes con vecinos, productores, emprendedores y cooperativistas. Cada viaje, cada diálogo y cada propuesta son parte de un entramado que fortalece la presencia colorada en todo el país.

Es en esa conjunción donde se juega el porvenir del partido y del país, la capacidad de unir tradición con modernidad, pasado con futuro y experiencia con energía. En Pedro y Tabaré se da una simbiosis política rara y poderosa, dos legisladores que no compiten entre sí, sino que se complementan, que saben que su fortaleza está en la unidad.

Ese es el camino que se está consolidando, con raíces en Rivera y Batlle, con alas en el futuro. Un centro firme, moderno, con proyecto de país.

El batllismo en el siglo XXI es eso, unir tradición y renovación, legalidad y cercanía, centro y progreso. La conjunción de Pedro y Tabaré no es casualidad, es una necesidad histórica.

Porque cuando se trabaja con seriedad, la gente confía.

Porque cuando se cumple con la palabra, la sociedad responde.

Porque cuando se gobierna desde el centro, el país avanza unido.

El deber de la política no es halagar pasiones, sino gobernar con responsabilidad y justicia social, para que la República sea siempre obra de todos.

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