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Fiscalía es un sustantivo femenino

Fátima Barrutta

La renuncia del fiscal de Corte Jorge Díaz reabrió un viejo debate, sobre el procedimiento de selección de este importante cargo público, que hace a la eficiencia y probidad en la administración de justicia. Sabido es que la ley 19.483 establece que el fiscal de Corte y procurador general de la Nación es designado por el Poder Ejecutivo, con venia de la Cámara de Senadores o de la Comisión Permanente. En tanto, la Asociación de Magistrados Fiscales del Uruguay (AMFU) ha hecho escuchar su voz, reclamando al sistema político que el cargo sea llenado por un fiscal de carrera.

El presidente de AMFU, William Rosa, ha manifestado a la prensa que esta postura gremial es «de larga data», fundada en la importancia de que quien lidere la Fiscalía General de la Nación sea una persona de vasta experiencia en el funcionamiento institucional: «planteamos que el próximo fiscal de Corte sea alguien con un conocimiento exacto y acabado de lo que ocurre dentro de la fiscalía, su problemática como institución, sus complejidades y pormenores», declaró a El País.

En un contexto en que el fiscal de Homicidios Juan Gómez fue señalado de inmediato para cubrir el interinato respectivo, abrimos un crédito de expectativa a que, sea cual sea el procedimiento a seguir para la designación definitiva, se tenga en cuenta a las fiscales mujeres, en un país como el nuestro en el que se habla mucho de perspectiva de género, pero poco se concreta en la práctica.

No podemos menos que poner nuestras esperanzas en una inmensa personalidad de la Fiscalía General de la Nación: una mujer que desde Crimen Organizado ha realizado una vasta, compleja y muchas veces riesgosa tarea en la persecución del delito.

Egresada de la Facultad de Derecho en 1980, Ferrero ejerció como abogada defensora, ingresó al Centro de Estudios Judiciales del Uruguay (Ceju) y fue jueza de paz durante dos años.

Comenzó a trabajar como fiscal en 1992. Experta en investigación, es desde hace dos décadas fiscal nacional penal, especializada en Estupefacientes. «La investigación es una materia que me atrapa», ha reconocido, aunque asume que llevarla hasta las últimas consecuencias implica riesgos.

En 2019 lideró la investigación de la célula local del peligroso cártel Primer Comando de la Capital (PCC) y en diciembre de ese mismo año fue atacada por dos personas en moto, que la abordaron en la intersección de Bulevar Artigas y General Flores, la arrastraron por el piso y le fracturaron el hombro izquierdo.

En mayo de 2020, en el marco de su investigación sobre el cargamento de droga de procedencia uruguaya incautado en Hamburgo, recibió amenazas de muerte, lo que obligó a las autoridades a reforzar su custodia. Se trataba de un mensaje de whatsapp firmado por ese comando, en el que detallaban los casos de narcotráfico en que ella participó.

Por esa misma época, los narcotraficantes lanzaron una bomba al local de la Brigada Antidrogas, dando muestras de una escalada de violencia de incierta progresividad. La nueva amenaza a la fiscal Ferrero aconteció 24 horas después de ese atentado y le llegó otra vez por whatsapp: «Estamos un poquito enojados como ve, con la parte de narcóticos. Ya les dimos un pequeño susto para que vean que no les tenemos miedo (…) Queremos que nos respeten ustedes para que nosotros los podamos respetar. A partir de ahí no va a haber atentados ni contra las entidades a cargo de usted ni contra usted. Si sigue haciendo las cosas difíciles para nosotros, vamos a ser un poquito más duros. Si ustedes flexibilizan, nosotros también lo haremos. Usted me entiende, no tengo que explicarle mucho. Acuérdese que todo tiene un límite. Usted sabe… Saluda atte PCU».

Así, con este nivel canalla e impune, operan los narcos en el Uruguay de hoy.

Un discurso amenazante que no amedrenta ni al Ministerio del Interior ni a Fiscalía, que siguen trabajando sin pausa en la dilucidación y pase a la justicia de estos ilícitos.

Reconocer ahora la labor de la fiscal Mónica Ferrero es honrar una ética y vocación de servicio público inquebrantables, que ni siquiera pueden doblegar quienes ven sus ruines negocios perjudicados por ella.

Más que una reivindicación de género, la consideración de Ferrero para desempeñar el cargo de fiscal de Corte es también el resultado natural de su vasta trayectoria y meritoria actuación profesional.

Ojalá el sistema político lo asuma con la responsabilidad que demanda la hora.

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