Hubo orgánica … hubo partido y hay discrepancias
César García Acosta
El Partido Colorado funcionó orgánicamente. Eso es bueno. Sobre todo porque integramos una coalición que constantemente está bajo la lupa y a prueba por su reciente creación, por su heterogeneidad ideológica, por la asimetría de quien ostenta el mando presidencial del país y sus socios, y en defnitiva, por el manejo del rumbo del Estado o porque cohabitar, en cualquier sentido, siempre es un desafío.
Pero no es fácil para un batllista algunas actitudes neoliberales que se están haciendo regla, como la de determinarle impuestos al trabajo sólo bajo el relato de que un funcionario público tiene seguridad de empleo. Esto, por cierto, no es así, porque si los privados que ganan más de 120 mil pesos mensuales, o incluso aquellos que superando los 180 mil por ejercer gerencias en el sector productivo o financiero, además -y por afuera del recibo de sueldo- perciben bonos anuales con rentabilidades que los públicos ni imaginan. Muchos otros -miles de uruguayos- tienen depósitos bancarios en el extranjero conquistados con recursos del país pero que no dejan un centésimo de valor agregado, y están muy lejos de aportar algo sea por solidaridad o imposición. Por eso, más allá de la pertinencia de gravar a públicos o privados, activos o jubilados, de modo tan ligero, se me ocurre también reflexionar sobre los protocolos que se han echado a andar durante esta pandemia como si fueran leyes, las que por cierto también han recortado libertades.
Debemos ser conscientes de la importancia de la coalición. Lo que intentamos políticos activos y votantes, es apenas construir una visión de país sobre ciertos parámetros republicanos. Nada más: buscamos bases institucionales democráticamente acertadas. Más allá de esto, si bien acordar es la regla, por favor!!!, no olvidemos que ser batllistas es no resignarnos a ponerle impuestos al trabajo de manera permanente y bajo el desparpajo de cumplir nada más que con metas fiscales de un solo programa político, ideadas en tiempos de normalidad demasiado distantes de una emergencia sanitaria.
El Uruguay necesita fondos frescos que generen empleos y que sirvan para abrir la puerta a la construcción de vivienda pública con fines de alquiler, porque no es lo mismo ser un «propietario» en un asentamiento que un ciudadano digno y con techo bajo la sola consigna mensual de poder pagar por su techo aunque n unca le vaya a pertenecer.
Por eso parafrasear a Julio Mª Sanguientti es de orden: «Cuando todo es prioridad, nada es prioridad», dijo en diálogo con LA DIARIA. En términos generales, la afirmación del expresidente es indiscutible; lo que se puede discutir, al decir de LA DIARIA «que a la hora de definir apoyos estatales a los afectados por la crisis», la prioridad haya sido el sector turístico. Si bien LA DIARIA ve estos dichos con sentido de crítica, quienes nos sentimos colorados y batllistas lejos de pensar que la solución caerá del cielo como «maná», sabemos que para mantener fuentes de empleo hay que generar condiciones de ingreso. Con los hoteles cerrados no habrá mucamas ni ascensoristas, ni cocineros. Con los hoteles cerrados la hotelería se transformará en un refugio de oficinas furtivas donde se harán negocios en Montevideo que se concretarán en Zurich o en Viena. Igual que esos fondos a los aludíamos antes que lejos de tributar en Uruguay, se depositan en el extranjero y que jamás llegarán ni directa ni indirectamente a políticas sociales en este rincón del sur de América Latina.
En lo referido a la situación sanitaria, Sanguinetti opinó que «lo que está fallando hoy es la conciencia social de cuidarse», porque la sociedad «no ha asumido realmente la magnitud del riesgo», y coincidió con Lacalle Pou en que «no hay medida que sirva si la gente no está convencida» de que debe cumplirla.
En esto también el ex presidente es fiel al batllismo: no hay libertad sin información ni convencimiento. Enfrentar derechas e izquierdas es tan anacrónico como pensar que se puede apelar a la libertad responsable a contramano del mundo: el virus tiene su comportamiento idéntico sea cual sea el lugar del mundo donde se esté desparramando. Va a matar más al que necesita un CTI para ser asistido en su respiración, que a aquél con fuerzas naturales para que esto no sea más que un resfriado. Para ser atendido se necesita dinero, inversión en sanidad, en mano de obra médica y asistencial calificada, y en investigación. Nadie puede ser más realista que el GACHT: ni el presidente.
El Partido Colorado pidió una mesa de diálogo: seamos realistas y apelemos a la racionalidad. Para la política competitiva falta mucho todavía y esperemos que para ese entonces sigamos teniendo uruguayos para votar. Hoy llevé a mi madre a vacunarse con 92 años; vi a muchos de 92 años nerviosos por lo que vendrá, pero vi a un pueblo seguro creyendo en sus instituciones y eso me impregnó de la fe necesaria para seguir batallando del lado en que lo hago.