Igualdad en salud
Alvaro Vero
La justicia sanitaria debe enfrentar al menos dos problemas distintos aunque relacionados. El primero es el acceso a los servicios porque siempre ha habido una medicina para pobres y otra para ricos, y a medida que aumentaba la posibilidad tecnológica y de conocimientos y por lo tanto la eficacia de los tratamientos, aumentó también el sentimiento de injusticia. Es durante el siglo pasado que se empezó a reconocer el derecho universal a la salud y se apuntó a los servicios estatales de asistencia capaces de intervenir en el mercado sanitario.-
Nos encontramos entonces con nuevos tratamientos y medios de diagnóstico cada vez más caro y mal distribuido, aumento de la esperanza de vida y una población que consume más, lo que aumenta el gasto público y el porcentaje del gasto país en PBI.
Por desgracia no es posible pensar que los progresos aumentarán indefinidamente el gasto, durante años de crecimiento económico no existió preocupación pero hoy está en duda la sostenibilidad del sistema sanitario público haciendo cundir la alarma de un desmoronamiento del mismo. El Economista Víctor Fuchs de la Universidad de Stanford ya en 1974 en su libro “Who Shall Live” N.York-Basic Books- predecía que sería un desafío futuro estimar “quién debería vivir”.
En oportunidad de compartir un congreso de salud en Estokolmo con Fucks, en octubre del 2008, sentenció: “[…] ninguna nación puede proveer a toda su población, de todos los servicios de salud que puedan beneficiarla; no es nada nuevo, fue cierto en el pasado y lo será en el futuro con más fuerza. Existen límites aún en la atención de la salud.”
El panorama se complejiza ya que entiende de definir el esfuerzo social, ajustar el concepto de salud, instaurar una medicina sostenible y redefinir los fines de la medicina. Sin duda que el racionamiento es esperable, habrán recortes presupuestales, seguirán habiendo copagos limitantes (tickets moderadores), un catálogo de prestaciones (PIAS) y medidas de eficiencia y racionalización.
En definitiva se trata de optar por una sociedad solidaria con la enfermedad y sufrimiento humano, porque ésta no puede ser solamente una agrupación de egoístas que buscan su propio interés cuando deberían ser un conjunto de personas que se juntan, se necesitan y se desarrollan.
Los más viejos recordamos los profesionales salteños de antaño humanistas, austeros, altruistas, compasivos pero también muy cerca de los dictados técnicos del mundo de la ciencia a través de sus magníficas bibliotecas llegadas de Europa y sus pasantías en hospitales de renombre de Buenos Aires e internacionales. Salto fue reconocido por el alto grado de pericia médica. No tenían apuros ni negativas, estaban presentes lo que hoy difícilmente, se logra pese a las comunicaciones revolucionarias de internet. Aquellos modelos no volverán pero los actuales deben ser “formateados“ estos tiempos, a la globalización del conocimiento, a las comunicaciones `on line´, a la tecnología vigente con evidencia científica, al buen trato de respeto y de sensibilidad por el sufrimiento. Existe una gran heterogeneidad de personalidades, objetivos y propósitos. Unos asumen la ciencia como un arte para enfrentar sufrimientos, y otros montan áreas de conocimiento que venden al mejor postor, pisoteando colegas y creando espúreos y corruptos negocios.-
¿Qué los recursos siempre serán escasos? SI.- Pero la credibilidad y la satisfacción del usuario se pierde en una red de “carancheos” entre grupos y empresas también; ¿Qué no es posible fiscalizar? ¿Qué es mejor “flotar” y “hacer la mía”? es notorio. Nadie se hace cargo del deterioro y el silencio condena a los incapaces y políticos hipócritas, y por supuesto a los que se sintieron capaces de “manejar” servicios de salud y terminaron “chocándolos” por incapacidad y temeridad.
¿”Quién le pone el cascabel al gato”? * Lope de Vega.