Política Internacional

Mercosur; estancamiento y prepotencia

Lorenzo Aguirre

El Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Francisco Bustillo, presentó formalmente al Ministro de Comercio y Crecimiento de las Exportaciones y Responsable de Industrias Primarias de Nueva Zelanda, Damien O´Connor, la solicitud de ingreso por parte de Uruguay, al “Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico” (CPTPP). El hecho, provocó de inmediato reacción en los gabinetes de los presidentes Alberto Fernández (Argentina), Jair Bolsonaro (Brasil), y Mario Abdo (Paraguay), motivando en consecuencia una fuerte advertencia a la administración Lacalle Pou, quien respondiera, “se continuará adelante con lo resuelto”. Lo ocurrido el miércoles pasado es a pocos días de la “Cumbre”, la cual tiene lugar hoy, y mañana, aquí en Montevideo, con motivo de transferir – por parte de Uruguay – la Presidencia Pro Témpore del Mercosur, al mandatario argentino Alberto Fernández.

Hace unos meses, el gobierno de nuestro país había puesto en conocimiento a los miembros del “Mercosur” el interés de negociar con China, a través de contratos bilaterales – fuera del bloque -, y ahora llega el anuncio que, además, buscará abordar – también al margen de la integración – el “Acuerdo Transpacífico” con Australia y Nueva Zelanda, y sus socios, Canadá, Brunéi, Japón, Malasia, México, Chile, Perú, Singapur, y Vietnam.

A través de una estrategia diplomática elucubrada por Alberto Fernández, y apoyada por los mandatarios Jair Bolsonaro y Mario Abdo, advirtieron a nuestro país que, Argentina, Brasil, y Paraguay, aplicarían el máximo rigor jurídico a efectos de evitar el quebrantamiento de normas estructurales al “Mercosur”.

El comunicado – firmado por los cancilleres –, reza, que, ante las acciones del gobierno uruguayo respecto a acuerdos comerciales individuales con dimensión arancelaria, los “Coordinadores Nacionales de Argentina, Brasil, y Paraguay” expresan a la “Coordinadora Nacional de Uruguay” que, los tres países se “reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas necesarias a efectos de defender los intereses en los ámbitos jurídicos”.

Los articulados fundacionales (32/00) del “Mercosur”, expresan: “los acuerdos se efectúan entre los socios y la contraparte internacional, y no existen acciones unilaterales ni proyección diplomática por separado”, aunque debemos destacar que, nunca, se hizo efectiva en los Parlamentos.

Lacalle Pou, manifestó: “nos asiste el derecho internacional, nos asisten hechos recientes de decisiones no tomadas por consenso, por ejemplo, la primera rebaja de aranceles acordada entre Brasil, y Argentina”. Luego, acotó; “el derecho internacional vigente nos habilita a avanzar en la flexibilización del “Mercosur”, y Uruguay necesita abrirse al mundo”.

Queda claro que, los pensamientos con los demás presidentes, no son similares, y nuestro país buscó negociaciones dentro de una estructura en la cual intervinieran todos los miembros, donde se manejaran compromisos recíprocos y al mismo tiempo diferenciales, en particular teniendo presente los países con menos posibilidades de proyección, pero, desde el vamos, Argentina poco nos ha respetado – los demás componentes del bloque en buena medida gozan de oídos sordos, tortícolis, y unas cuantas adulonerías hacia los gobiernos de dicho país -, y por nuestra parte, si hablamos de “Diplomacia”, refiriéndonos a una especie de ciencia de Relaciones Exteriores, saber negociar, concretar una política internacional determinada, y orientar los intereses del gobierno, a lo largo de los últimos quince años poco y nada ha existido.

Esto, de integración, no solo perdió rumbo en cuanto al origen, a la esencia, al motivo de formación de agrupaciones comerciales, sino, que, durante los peores gobiernos en toda la historia de nuestro país – ¡léase, “Frente Amplio”! -, desestabilizaron lo conquistado, y diplomáticamente nos fuimos quedando de lado.

El “Mercosur” es un débil bloque, necesitando una visión más panorámica, profunda, salir de una vez por todas de treinta años de enquistamiento donde poco se demostró de mercado común, no consolidando una verdadera unión aduanera. A lo largo de su existencia enlentecida y fuera de tiempo, no pocas veces se intentó reactivarlo – obviamente con escaso interés -, pero, indudablemente, sin éxito, y en consecuencia el “Mercosur” atraviesa en el mundo un alérgico contexto geopolítico, continuando en medio de temporales internos.

Desde hace muchísimos años no se busca atenuar dificultades, bregar por acercamientos constructivos entre comunidades, y lograr una paz perpetua – más allá del idealismo internacional de Immanuel Kant – dentro de un marco jurídico de tratados y acuerdos con principios básicos de respeto a la soberanía de los Estados, sin intervención, ni intereses.

Venimos soportando la soberbia e hipocresía del presidente argentino – ¡lamentablemente, aquí, nadie lo manda lo suficientemente lejos como para que se entusiasme y no vuelva! -, y recordamos sus palabras: “¡que no nos ilusione la idea de separarnos y buscar soluciones individuales!”.

Sería oportuno recordar su famoso “destello cósmico”, al expresar, “¡al que no le guste, que se baje del barco!”

Pensando en el “espacio Mercosur” debo confesar la existencia de cierta fantasía, en alguna medida irrealismo épico, tontera dentro de un falso halo poético, y escasez de romanticismo, pero salvando las distancias no falta ese perfil imperialista por parte de la “capital” – ¡léase, Buenos Aires! -, hacia la “provincia” – ¡léase, Montevideo! -, y la prepotencia para imponer un liderazgo colonialista – “virtud” de cierto sector porteño que, desde el virreinato del Río de la Plata, servilmente continúa reptando en busca de aire monárquico, aunque tan solo sea un pálido reflejo del absolutismo de Fernando VII – que los arrastra a manifestar la “poética frase” de referencia.

¡Ni reclamos… ni sanciones!

Lo realizado por Uruguay ha sido solamente presentar una nota de adhesión, así, que, por ahora, los miembros de “Mercosur” no pueden hacer ningún reclamo jurídico – menos todavía implantar sanciones -, porque en realidad no existen negociaciones en curso.

Lo expresado por Argentina, no pasa de una declaración política convertida en mensaje majadero.

El documento de referencia se elevó ante Nueva Zelanda, depositaria del Tratado, y más tarde el “Comité” correspondiente analizará la solicitud. Por supuesto el trámite llevará largo tiempo, más teniendo en cuenta el caso con Reino Unido – desde febrero 2021 -, el cual todavía no ha ingresado a la alianza.

Uruguay, ahora entra en lista de espera, porque también hay petición por parte de, China, Taiwán, Corea del Sur, Ecuador, y Costa Rica.

Todo este “asunto” – por parte de “los ofendidos” del Mercosur – en buena medida se movió dentro de un plan izquierdista apoyado por un periodismo bastardeado, con comunicadores flechados políticamente – muchos ignorantes funcionales, otros con aura cretina acompañando una idiocia inenarrable – que nunca se pusieron a leer ni la solapa de algún libro útil para despegarse un poco la dormidera.

A decir verdad, ya no cabe un tonto más, pero todos los días nace uno, que va alimentándose de un fetichismo primitivo, y se aúna con otros, a progresistas izquierdistas remasterizados.

¡En un año y medio… volvemos a hablar del tema!

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