Política nacional

No al pensamiento único

Washington Abdala

Harto del monopolio de los que creen que son el monopolio de los valores de todos y nos incluyen como mascotas en el cuento.

Inclusivos así no.

No somos eso.

Nadie lo tiene que aguantar.

Solo somos lo que queramos ser.

Somos todos uno, si así lo sentimos, solo así.

Ser “todos” es voluntario, ser individual no.

No alcanza con bravatas cantando con rostro de sensible, pelo de color y tatuaje intenso a la moda.

Tampoco con traje a rayas azules y rostro adusto reprendiendo a la humanidad como niños en la escuela.

Menos aún se soporta el tono inquisitivo de violencia verbal que se esconde en tus supuestas preguntas.

Nada te da derecho a creer que tu mundo es el único.

No te da derecho a estampar tu credo.

No te da derecho a nada, aunque te crees con derecho a todo.

O te da derecho a todo si entiendes el límite del derecho del otro.

El límite del otro, esa es la cosa, no basurear y solo así no recibirás la repulsa.

Bienvenidas las ideas de la sociedad si las bancamos a todas.

Cada uno es su lobo o su pastor.

No necesitamos tu lobo o tu pastor, cada uno se lo elige.

No me lo elijas, no seas atrevido o atrevida o atrevide, me da igual.

Todos somos todos si queremos y todos somos uno, si estamos, y cada uno “no” es todos si “no” se nos antoja.

¿Es tan difícil entender la libertad?

¿O solo funciona tu libertad?

¿Así funciona el cuento o podemos madurar de una vez por todas?

No nos decreten desde el púlpito del “buenismo” que debemos ser y que no podemos hacer.

Tampoco nos conduzcan como corderitos desde el soborno del paraíso.

Era gratis la cosa.

No somos manada.

No somos cardumen.

Menos somos ovejas.

No somos estiércol porque no le gustemos a los que nos decretan afuera de la cancha por sus supuestas visiones de todos.

Mentira que ustedes son “humildes” los que juegan a la pegatina mental.

Todo el que empuja al rebaño con alquimias es desconfiable.

Creen que son la única verdad, la “verdad oficial”, lo creen absolutamente y nos ubican a muchos como velas de una repisa de la abuela.

Ojo que las abuelas saben por viejas lo que no se dice.

En realidad, somos todos lo bueno, todo lo que no nos gustó, todo lo que nos mató, todo lo que nos colonizó y hasta todo lo que nos hizo mal.

Somos todo todos.

Todos somos Mr. Jekyll y Mr. Hyde, aunque duela.

No hay arcángeles que anden por la esquina.

Y basta de odiar declamando amor.

Falso.

Mienten.

No aman ni al perro.

Bardean.

Tienen todavía mucho odio aunque digan que desparraman amor repartiendo flores.

Les sale la saliva por las fauces.

Lo mío no es tuyo, lo tuyo es tuyo.

Pero no saques grageas con la causa.

Es tu causa, las mías las elijo yo.

La tuya es tuya.

No mientas, no me subas a tu barco.

Perdono y sigo.

No olvido, pero perdono.

Todo el que mató a alguien deja una foto de bronca en el alma de otro.

No hay muertos mejores.

El olor pútrido de los muertos es igual de infernal en el campo de batalla y no discrimina. Y ninguno mereció morir si lo sacaron de la vida contra su voluntad.

No importa si era lo que era.

No hay muertos de segunda.

Todos son de primera.

La muerte es siempre una ofensa a la vida, siempre, venga de donde venga.

No vale seguir buscando la venganza vestida de esperanza.

La esperanza es esperanza y la bronca es bronca.

Basta de metáforas y melodías.

Banquemos la bronca, pero digamos la verídica.

Todos entendemos cuando viene de oscuridad la noche.

Y todos sabemos cuándo hay que conciliar, juntar y estrecharse de la mano.

Y si es así, tranquilos, seguiremos allí.

Y no me robes ídolos para tu tribuna, es de toda la vuelta olímpica.

Y no me verduguees desde tu quiosco, no me vendas alquitrán y no me tironees de la piola.

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