Política nacional

“Por la calle del “ya voy” se va a a la casa del “nunca”

(Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha)

Ronald Pais

Ahora resulta que denunciar un delito es “desgastar a los gobiernos populares y sus referentes”.

Es la “Cosa Nostra”, la defensa mafiosa a ultranza de cualquier integrante de la organización. No importa lo que haya hecho. Es el abandono voluntario a toda conducta decente y honesta. Es la consagración de que el fin justifica los medios. Es llevar al paredón y fusilar sin piedad a la Verdad.

Me pregunto si algún joven se ha puesto a pensar lo terrible que sería vivir en un país conducido por los que así piensan.

Pero esto no ha sido de la noche a la mañana. Ha habido aquí todo un proceso en que la desfachatez y el caradurismo han ido en aumento hasta aflorar con desparpajo el desprecio por valores que han sido la fortaleza de nuestra Sociedad.

Sigo creyendo que los que defendemos la vida y la libertad, la Democracia y la República, la cultura del trabajo, el valor de la palabra, la conducta honesta y los derechos humanos para todos, seguimos siendo mayoría.

El día que no lo seamos Uruguay ya no será Uruguay.

El tema es que no basta con ser y actuar consecuentemente en nuestra vida individual y familiar, debemos ser combatientes de esas ideas y valores. Debemos cerrar el paso a los destructores de nuestra esencia.

Los enemigos de nuestra forma de vida tradicional han ido avanzando por nuestra propia pasividad y mal entendida tolerancia. Nos ha ganado la comodidad y hemos creído que si hacer nada, la Democracia persistirá.

Tal vez así pensaron muchos cubanos, venezolanos y nicaragüenses y hoy sufren las consecuencias.

Uno de los temas fundamentales al que nuestras figuras referenciales parecen sacarle el cuerpo es la vigente visión hemipléjica de los Derechos Humanos que hoy rige en el Uruguay.

Llovemos sobre mojado cuando nos referimos a derechos y prebendas para los que atentaron contra la Democracia y sus familiares. Y NADA – ni siquiera reconocimiento – para las las víctimas de la Sedición y sus familiares.

Aunque víctimas seguimos siendo también la enorme mayoría de los uruguayos. Los que no asesinamos ni torturamos, los que no mutilamos ni secuestramos. Los que pagamos con nuestra pérdida de paz, seguridad y libertad en aquellos tiempos y hoy con lo que se le paga a un bando injustamente.

A medio siglo de aquella guerra interna que enfrentó a uruguayos contra uruguayos, no se ha encontrado una salida para superar con Justicia los tiempos de oscuridad.

Ni siquiera se supo conservar la rica tradición nacional que había marcado la salida de otros conflictos internos anteriores: “Sin vencidos ni vencedores”. Y a otra cosa.

Los vencedores de la lucha armada hoy siguen siendo perseguidos y puestos presos – merecida e inmerecidamente – según los casos. Pero en cualquier caso contrariando la clara voluntad popular de dar vuelta la página expresada soberanamente en dos oportunidades. Voluntad avasallada por una mayoría parlamentaria coyuntural pero no corregida por una nueva mayoría que se muestra timorata sino directamente cobarde para enfrentar el problema.

Los derrotados de la lucha armada hoy son vencedores. Se les han otorgado privilegios y prebendas. Se los ha reivindicado desde el propio Estado y se ha tolerado la deformación histórica en la propia Educación o tolerando la vigencia de leyes como la 18596 que fija la “Acción ilegítima del Estado” a partir del 13 de junio de 1968 ¡En pleno régimen democrático!

Me había imaginado a los legisladores de la coalición multicolor atropellándose el día de asunción del nuevo Parlamento proponiendo su derogación. Nada más decepcionante que la realidad.

Este es EL tema que ha abierto una vía de agua enorme en la nave de la Democracia que tratamos de mantener a flote ante los nuevos embates para destruirla.

Aún conservo la Esperanza que los partidos políticos democráticos y sus principales referentes estén a la altura de las responsabilidades históricas que les corresponden. Ya fallaron antes cuando debieron actuar de otra manera y fueron coautores del decaecimiento democrático que nos llevó a aquella oscura pendiente. Esperemos que dejen de preguntarse por qué se han debilitado los partidos políticos y hagan lo que tienen que hacer.

Lo mismo que hizo Alejandro con el nudo gordiano.

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