Tampoco la pavada
Ricardo J. Lombardo
No es fácil construir la cultura de la coalición. Porque se trata de un acuerdo político entre partidos diferentes cada uno con su impronta y su historia.
Cabildo Abierto cayó en la trampa y debió recular en chancletas con un comunicado de 9 puntos, en ocho de los cuales criticó duramente al Presidente de la República, y en el último anunció que permanece en su coalición.
También se puede caer en otra trampa del lado opuesto: convertirse en tan incondicional del gobierno, que se corra el riesgo de ser fagocitado por su poder, perdiendo el espacio político propio que deberá poner en consideración de la ciudadanía en la próxima elección. El Partido Colorado se arriesga a esto y hasta parece ufanarse de ello.
Pero tampoco la pavada.
Desde 1985, el país ha vivido en estado de permanente coalición.
En el primer gobierno de Sanguinetti, Wilson Ferreira la llamó gobernabilidad.
En las administraciones posteriores se ensayaron formas diferentes a las que se le atribuyó distintos nombres: de entonación nacional y coincidencia nacional.
El Frente Amplio, que en sus orígenes era una coalición, se convirtió en un partido y gobernó como tal. Y además inviabilizó cualquier otra coalición de centro o de centro izquierda que lo incluyera.
Por eso, cualquier intento de tercera vía siempre parece caer en el abismo de una grieta
El desarrollo de la cultura de la coalición parece fundamental. Cabildo se dio contra el piso. Los colorados corren el riesgo de ser fagocitados. El Frente Amplio que incluye un amplio espectro desde los socialdemócratas a los comunistas, pasando por mppistas y socialistas radicales, no facilita las cosas y todo se ve en blanco y negro, en lugar de viabilizar los matices que hacen la vida más razonable.
Tal vez, con los años, el sistema se vaya perfeccionando y permita lograr encuentros políticos que aseguren la gobernabilidad, manteniendo cada uno su perfil y su potencia proselitista, sin caer en las peligrosas trampas que ofrece el camino.
