Política nacional

Hay otro sindicalismo… pero no en el PITCNT

M. J. Llantada Fabini

Cuando el Ing. Juan P. Fabini presidía ANCAP y estaba abocado a la planificación de ingenio azucarero de “El Espinillar” (1), viajó a Europa a conocer las principales y más modernas empresas del área.

En una de ellas, que estaba trabajando a pleno en la cosecha, fue informado por la gerencia que estaban “en conflicto” con los trabajadores. En una entrevista con los dirigentes obreros, estos le explicaron la razón del conflicto, y la aparente contradicción de estar trabajando a full.

La explicación fue extraordinaria. Le dijeron que efectivamente estaban en conflicto, pero que la cosecha y el procesamiento inicial de la materia prima no podía esperar. Terminada esa etapa, con la materia prima asegurada, ANTES de empezar la fabricación del azúcar, si no se había llegado a un acuerdo, iniciarían la huelga, pararían la fábrica y naturalmente seguirían la negociación.

Esta anécdota, que data de más de 70 años, (la recuerdo vivamente porque me llamó la atención la admiración con que mi abuelo la relataba), muestra que existe una realidad sindical-gremial diferente a la crispación ideologizada que caracteriza a Uruguay.

Desde Gran Bretaña y Suecia vienen dos ejemplos igualmente contrastantes. Cuando se inició la revolución tecnológica de la fotocomposición, (que terminó con los linotipos y los moldes vaciados con plomo), los sindicatos ingleses iniciaron una huelga feroz contra las nuevas tecnologías, que dejó en escombros la mitad de las empresas periodísticas de Fleet Street, y que al final terminó con despidos, cierres, desocupación y la inexorable adopción de la fotocomposición y el off-set.

En Suecia, el gremio de los obreros gráficos, hizo exactamente lo contrario; adquirió la nueva tecnología y empezó a imprimir con ella sus publicaciones; que fueron las primeras íntegramente realizada con los nuevos métodos de composición e impresión.  Cuando las empresas editoras suecas se decidieron a dar el paso, el sindicato no solo dominaba el tema, sino que había avanzado en el entrenamiento y formación de sus afiliados para la nueva etapa. La transición se hizo exitosamente, en un proceso negociado y eficaz.

Otro ejemplo: cuando Lee Iaccoca se hico cargo de la gerencia general de Chrysler, (que estaba re-fundida), cobrando la módica suma de UN DÓLAR POR AÑO, el personal de la empresa, aceptó un 10% de rebaja en sus salarios y “congelar” los mismos, hasta que Chrysler regresara a la salud económica.

Tres años después, Chrysler, devolvió el préstamo del Gobierno Federal, gestión en la que lo acompañaron los representantes gremiales y los distribuidores, (1.200 millones de dólares de la década de 1980), y con sus cuentas encaminadas, volvió a competir con Ford y General Motors exitosamente. Mérito de Lee Iacocca, sin duda, pero el aporte de los trabajadores fue imprescindible. Sin su sacrificio de parte del salario para salvar el “barco” empresarial “del naufragio” de la quiebra inminente, nada hubiera sido posible.

Estos ejemplos, son la realidad histórica. Lo que es irreal, es la visión de la “lucha de clases”, contra la empresa y “el capital” de nuestros sindicalistas del PIT-CNT, que cuarenta años después, no han entendido todavía de las empresas prósperas, pagan mejores salarios, que la mejora de la economía depende de la inversión de los empresarios,             que generan más puestos de trabajo, y eso forma un círculo virtuoso donde todos, trabajadores y empresarios, salen beneficiados.

¿Es esto posible en Uruguay? Si, aunque parezca mentira, el PIT-CNT enfrentado a la catástrofe económica inminente generada por el COVID, aceptó una merma salarial del 4,3%, pausando los ajustes, con el compromiso de recuperar lo perdido cuando terminaran las restricciones de la pandemia, (cosa que se está realizando). Solo que ahora denuncian la pérdida acordada, (en proceso de recuperación), como argumento contra el gobierno; renegando de lo que ellos mismos acordaron, como un mecanismo válido y legítimo para evitar pérdidas de puestos de trabajo.

Da la sensación que ideología e hipocresía, se dan la mano en la práctica “Agip-Prop” marxista del sindicalismo uruguayo: OLVIDANDO INCLUSIVE LO QUE HICIERON BIEN, con tal de seguir, falsamente, “luchando” contra “el capital”, y “la patronal”; que es mayoritariamente el estado, al que contribuimos todos los uruguayos, que paga sus sueldos, y descuenta las cuotas sindicales que se depositan en sus cuentas personales, que les permite  darse sus gustos de “pequeños burgueses” de “izquierda caviar”, que no han trabajado verdaderamente en su vida.

Se agrega a ello, finalmente, la confirmación de su carácter anti-republicano y anti-democrático. Resentidos del resultado electoral de octubre de 2020, y la legítima y holgada mayoría parlamentaria que desalojó del poder a la Coalición de las Izquierdas (que ellos hoy timonean), ahora anuncian un recurso de democracia directa contra la reforma de la seguridad social, que en los 15 años de sus gobiernos anunciaron como imprescindible, pero no encararon.

Lo harán, si se atreven, con los mismos argumentos adjetivos y mentirosos con que trataron a derogar parcialmente la Ley de Urgente Consideración, (fracasaron); que no solo no produjo ninguno de sus apocalípticos anuncios, sino que ha mejorado substancialmente la calidad de funcionamiento de las instituciones.

Hay otro sindicalismo, serio, responsable, respetuoso de la legalidad, firme en sus convicciones y reclamos, pero dispuesto a dialogar y acordar sensatamente con su contraparte, como ocurre en todos los países económicamente exitosos.

No es lo que tenemos aquí. El PIT-CNT dio un fulminante “golpe de mano” en la Coalición de las Izquierdas, y entusiasmado con ese éxito, hoy se preocupa solo por conquistar el poder político; en la convicción leninista de que, si logran ganar, será “para siempre”, como en sus admiradas dictaduras de Cuba y Venezuela; y seguramente, con los mismos resultados.

(1) Se ha insistido en que “el Espinillar” estaba mal diseñado, enfatizando que el trapiche era cuatro veces más grande de lo necesario: ignorancia irresponsable o maledicencia canalla. La dimensión del trapiche, correspondía al diseño de una planta modular, que podía crecer progresivamente hasta el tamaño de eficiencia de escala, agregado nuevos módulos, demoliendo la pared del fondo del ingenio para a agregarlos. La superpoblación de empleados, la incompetencia, las corruptelas y la bajísima productividad fundieron “El Espinillar”; pero no su diseño.

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