Mis miedos
Jorge Nelson Chagas
He observado con una mezcla de fascinación y miedo todo lo sucedido alrededor del IAVA. No porque el hecho en sí sea particularmente grave o importante, sino por las reacciones sociales que ha generado.
No hay caso. Parece que los uruguayos adultos estamos condenados a ser prisioneros del pasado. En los años ’60-’70 había toda una generación que añoraba el Uruguay de las “vacas gordas” y Maracaná, que fue prácticamente incapaz de asimilar y tolerar los cambios que se estaban produciendo a nivel mundial.
Más de medio siglo después parece haber una generación de adultos – de izquierda y derecha – que sinceramente cree que el conflicto del IAVA es una reedición de las movilizaciones estudiantiles de los sesenta. Hasta se llegó a hablar de una “conspiración comunista” y que se debía cuidar que no hubiera un mártir.
Y algo mucho más peligroso: se hizo una comparación, mostrando fotos, con la disciplina de los alumnos que existe en un liceo militar y el aparente caos en las aulas del IAVA. Absurdo totalmente. Los alumnos del liceo militar están sometidos a ese régimen especial muy estricto porque a ellos la Patria les confiará las armas para que la defiendan. En cambio, en los liceos comunes prima otra lógica. Por cierto que debe haber en ellos disciplina, orden y respeto no sólo por las jerarquías, sino entre los propios educandos, pero también se pueden suscitar diferentes conflictos con los que se debe saber lidiar. Esta no es una cuestión entre la disciplina militar y la anarquía. ¿Qué sucedería si yo comparara una foto de una clase de secundaria en Corea del Norte – donde no vuela una mosca y todos los estudiantes parecen estar mansos y atentos – con una foto del IAVA? ¿No habría también diferencias notorias? ¿Queremos ese tipo de sistema para nuestros adolescentes?
Algo obvio: no es posible regresar a aquel pasado de polarización y confrontación de mediados del siglo XX. El mundo es otro y por más que algunos grupos de izquierda enarbolen consignas sesentistas no existe el espíritu de época que posibilitó el Mayo francés y sus repercusiones en otros países. Y por más que algunos grupos de derecha invoquen a la Unión Soviética y al comunismo es puro humo. La URSS no existe hace décadas y los paradigmas han cambiado. Las redes sociales multiplican el impacto de un hecho que en otras circunstancias habría sido (es) un absolutamente problema menor.
También se ha argumentado – con cierta lógica- que podría suceder como en Chile, donde las movilizaciones estudiantiles comenzaron por un tema banal y culminaron con la caída del gobierno. La cuestión es que Chile es un país muy próspero aunque con una sociedad fracturada por fuertes desigualdades. Esto genera tensiones adormecidas que, tarde o temprano, explotan por circunstancias muchas veces inverosímiles. No es el caso del Uruguay, donde las tensiones sociales son de otra naturaleza. El gobierno de Lacalle Pou no corre el más mínimo riesgo.
Mi mayor miedo- de los muchos que tengo- es que los adultos no sepamos, como sucedió en ’60-’70, lidiar adecuadamente con los cambios que se están produciendo a nivel social y cultural, y que busquemos respuestas en un pasado que no volverá. Y esta falencia es de la izquierda y la derecha, por igual.
Al menos, los adultos de aquellos años añoraban una armónica Edad Dorada y ahora parecería que añoramos una Edad de Conflictos.